7 (Segunda Temporada)

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— Teníamos una relación intensa. Vos eras amorosa y apasionada. Cuando tenía que viajar por causa del trabajo, siempre me recibías con alegría y necesidad. No veíamos la hora de estar juntos porque no soportabamos estar lejos —Cerré los ojos, emocionado por la fuerza de mis recuerdos.—Nuestro cuarto era nuestro mundo. Intentabamos dejar de lados todos los problemas, todo lo que nos incomodaba lejos de acá. Era donde teníamos la libertad de ser nosotros mismos, donde hablabamos y hacíamos planes.— Mire rápidamente hacia nuestra cama — Era también el lugar donde nos amabamos, donde toda nuestra ropa volaba, donde tu cuerpo se aproximaba al mio en una entrega dulce y exigente, donde cada caricia era un paso rumbo al paraiso, donde cada susurro tuyo era música, donde tu piel era...

— ¡Basta! — Pidió Micaela nerviosa — Basta, por favor...—Vi miedo y vergüenza en su mirada.

— No quise avergonzate — Pasé las manos por mi pelo nerviosamente — Pero esos recuerdos están muy vivos en mi.

Estuvimos por un tiempo en silencio, mirando hacia al piso, perturbados con mi última confesión.

— Está todo bien — Admitió un poco más calmada — Yo sé que solamente estabas siendo sincero. Es que hay ciertas cosas que todavía me resultan increibles — Dijo en voz baja—Quiero entenderte, quiero entender lo que significabamos el uno para el otro.

— ¿Significabamos? — Pregunté lleno de dolor — Micaela, vos lo significas todo para mi.

— ¡Perdón! — Susurró — No quiero lastimarte. Pero por favor, tenes que entender que no puedo ofrecerte más que una amistad. Una profunda y sincera amistad.

— ¿Amistad? — Pregunté, sin poder creer lo que estaba escuchando. — Después de todo lo que te conté, ¿crees que me voy a conformar con una simple amistad?

— Si me amas tanto como decis hacerlo, sé que vas a poder entender y aceptar mis condiciones. — Respondió tensa.

— ¿No sentis nada por mi?—Pregunté amargamente.—¿Nada? Por favor, quiero que seas sincera como yo lo fui con vos.

Micaela movía sus manos nerviosa y parecía sentirse un poco avergonzada.

— Siento cariño por vos — Dijo por fin. — Y no voy a mentirte, también siento atracción. — No pude evitar sonreír un poco—¡Pero hasta ahí! — Alertó al ver el brillo que seguramente había en mis ojos. — Entonces, ¿podemos empezar como amigos, mejores amigos, por favor? — Micaela estiró el brazo, extendiendo la mano como para sellar un acuerdo.

Mire su mano extendida y mi voluntad era sujetarla para poder acercar su cuerpo hacia el mio. Pero tenía que ser firme. Había prometido no tocarla, al menos que me lo pidiera. Fue con cierto pesar que estire la mano para sellar ese "acuerdo" y la vi sonríendo aliviada.

— Amigos — Acepté mientras sacudíamos nuestras manos.—Por ahora — Entonces, su sonrisa desapareció de su cara y ella soltó rápidamente mi mano. — Acepto tu pedido, pero con una condición.

— ¿Cuál? — Preguntó confundida.

— Que no me excluyas de tu vida, por favor. ¿Podrías hacer eso por mi? ¿Me podrías dejar formar parte de tu vida?

Micaela parecía estar muy pensativa, probablemente estaba imaginando las consecuencias de esa promesa.

— Es un pedido bastante razonable — Cedió de forma ponderada — Está bien, acepto.

— ¡Perfecto! — Susurré, sintiéndome totalmente alegre y aliviado.

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Narra Micaela:

"¡Maldito el momento en el cual acepté esa promesa!"- Pensé.
Estaba en el baño cepillándome los dientes para dormir y, lo hacía con tanta fuerza que hasta causé que me sangrara la encia.
Estaba asustada con la idea de volver a mi cuarto. Y estaba así porque por causa de mi promesa, estaba obligada a compartir la misma cama con Bruno.

— ¡Mierda! — Dije en voz alta.

Nunca me hubiese imaginado que "formar parte de mi vida" incluyera tener que dormir juntos. Cuando sugerí que Bruno volviera a dormir en su viejo cuarto, él decía que me tenía que acordar de mi promesa. Si yo no la cumplía, él me amenazó con romper su promesa.

Él era un experto y me había acorralado contra la pared, una vez más. No me quedo más alternativa que concordar.
Al decir ser acorralada contra la pared, cerré los ojos y me acordé de su sorprendente declaración, seguida de aquel ataque totalmente apasionado.

Sentí que mi corazón latía muy rápido al recordar el gusto de su boca, el calor de su cuerpo presionando el mio, sus manos recorriendo mi piel como si estuviesen acostumbradas a hacer eso. ¡Ah! Él tocaba lugares que me hacían estremecer, como si supiera de memoria donde yo era más sensible.

— ¡Controlate, Micaela! — Dije al abrir mis ojos.

Me mire en el espejo. Estaba colorada y mis labios temblaban ligeramente. Mis ojos estaban asustados. No estaba acostumbrada a sentirme así.
Por lo menos, no me acordaba de sentirme tan vulnerable ante un hombre.

Me acordé de él, de su cara, de sus ojos, de su boca, de su pelo...
"¡Mierda!" Pensé enojada. ¿Por qué tengo esa idea absurda de querer tocarlo? Temblé nuevamente y sentí el miedo apoderarse de mi pecho.

No me gustaba sentir esa sensación, ese temor estaba terminando conmigo. Paula me había dicho que cuando terminara de sentir miedo, yo podría escuchar lo que mi corazón me estaba diciendo.
"Pero, ¿cómo y cuándo podría liberarme de ese frio paralizante?
¿De qué tenía miedo? ¿De él?" Pensé

Quizás. Pensándolo mejor, yo no tenía miedo de Bruno. Al contrario, en el hospital su presencia fue muy agradable. Sentía una gran alegria cuando lo veía llegar, especialmente cuando me sonreía. ¡Ah! ¡Él tiene una sonrisa tan linda! — Pensé, sintiéndome una tonta.

Mi reacción era la prueba de que el peligro vivía en esa sonrisa. O mejor dicho, en toda su boca.
Pensándolo mucho mejor, yo no tenía miedo de Bruno, yo tenía miedo de las reacciones que él procaba en mi. Yo tenía miedo de mi misma.


Más Que Hermanos [Adaptada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora