25 (Segunda Temporada)

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— Por lo que lo conozco a Martin, él va a llegar más o menos para la hora de la sobremesa — Comentó Paula entre risas.

— ¡Sin dudas! Por eso, es mejor que empezemos a comer- Decidió Julia de forma práctica. - Perdón por la falta de consideración de mi hijo, Pablo. Infelizmente, su trabajo no obedece mucho los horarios.

- Todo bien. Sé como son esas cosas, mis horarios, a veces, tambiém son inciertos.

- Paula nos dijo que sos actor. - comentó Cristian que en mi opinión personal tenía un aire medio intelectual, con los anteojos redondos.

- Exactamente

- ¿Estás trabajando en algún projecto? - Preguntó Julian. Antes de que yo pudiera responder, Julia interrumpió.

- Vamos a conversar en la mesa, porque no quiero dejar a nuestro invitado con hambre- Habló ella, mirándolo fijamente a Julian y después volvió a mirarme a mi con una leve sonrisa.- ¿Vamos?

- Permitame. - Le ofrecí mi brazo, dando mi mejor sonrisa.
Ella aceptó mi oferta sin titubear. ¡Punto para Paio Rodriguez!

- Aprendan como se trata a una dama, hijos. - Dijo ella. Imposible no sonreir.

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Narra Paula:

¡Mi novio lo es todo!- pensé encantada mientras los veía a Paio y a mi mamá salir juntos del living.
Él era tan seductor, que fue capaz de conquistar a mi mamá con una sola frase y sorprender a mis hermanos con sus perspicacia.

- Vas a tener que empezar a usar un babero- Murmuró Cristian malicioso.

- La envidia no te queda bien, hermanito- Retruqué

- ¿Crees que sentiría envidia de tu noviecito, un actor novato y mal pago?

Sentí que la sangre me hervía al escuchar las risitas maliciosas del grupo. Casi todos mis hermanos fueron estudiantes brillantes. Eran profisionales bastante exitosos, con vida independiente.

Los tres más grandes, eran socios en una empresa de creación de softwares, les encantaba agrandarse por su éxito.
Martin, la única excepción de la "genialidad academica" de la familia Amoedo, todavía no estaba presente, lo que realmente era una pena.

Además de ser el hermano con el cual menos diferencia de edad tenía, era con quien más afinidad tenía. No me llevaba mal con los otros, pero, lo que les sobraba en competencia intelectual, les faltaba en el lado emocional.

Eran chicos buenos. Pero siempre estaba tan ligados a los números, inventos y tablas, que jugar hasta el juego de la Oca se convirtía en agotador con ellos.

Martin era la "oveja negra". A pesar de que nunca se había metido en nada ilegal, hasta donde yo sabía, fue el único que no se engancho con el estilo de vida de los otros. Desde chico demostró una pasión por los autos.
Leía todo sobre eso y, para la desesperación de mamá, ya había desmontado el motor del auto de ella más de una vez durante la adolescencia. Después que terminó sus estudios, consiguió un trabajo como ayudante mecanico en una oficina y adoraba lo que hacía.
Tenía seguridad que, con su talento y profesionalismo, después consiguiría algo mejor. Apoyaba la decisión de Martin, porque comprendía que era la profesión que lo hacía feliz.

A veces, era medio difícil para mis otros hermanos entender que no fue por falta de ambición que Martin prefirió un trabajo más práctico. Era apenas una ambición diferente. Mamá lo entendía. Y adelante de ella, nadie amagaba a cuestionarlo.

Esa situación, sumado al hecho de ser el único hijo hombre que todavía vivía en casa de mamá, eran motivos de bromas pesadas que me transformaban en una fiera! Entonces, no me sorprendía que le hicieran lo mismo a mi chico.

Más Que Hermanos [Adaptada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora