79 (Primera Temporada)

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Las primeras veinticuatro horas fueron una verdadera pesadilla.
Siempre que alguien vestido de blanco se aproximaba a la puerta, ya nos imaginabamos lo peor, y era con alivio que lo veíamos alejarse.
A la noche siguiente, el doctor volvió y llegó sonríendo.

— Buenas noticias, la paciente está reaccionando bien. A pesar de que el cuadro continua siendo grave, ella salió del estado critíco y ya está estable.

Todos nos abrazamos aliviados al escuchar esa noticia.

— ¿Todavía no podemos verla?— Pregunté, con la gran esperanza de que él no respondiera que ya podíamos verla.

— Todavía no — Respondió él.
— Pero probablemente en pocos días si — Suspiré frustrado.

— Me gustaría hablar algo con ustedes — El medico continuó.
— A pesar de que la cirugia fue todo un éxito, quiero prepararlos para las posibles consecuencias.

— ¿Qué tipo de consecuencias?— Preguntó mamá, llevando la mano hasta su garganta.

— Secuelas, en verdad —
Respondió. — A pesar de que el cerebro fue afectado superficialmente, sufrió algunos daños y eso puedo generar algunas deficiencias futuras.

— ¿Defiencias? ¿De qué tipo? — Volvió a preguntar mamá

— Solamente después de que ella se despierte, las podremos saber.

Volvimos a sentirnos todos preocupados, parecía que aquella pesadilla no tendría fin.
Terminaba una y empezaba otra mucho peor. Me senté en la silla completamente devastado.
Ya habían pasado dos días, y todos ya se habían ausentado en algún momento. Todos menos yo porque no quería irme de ahí ni por un solo instante.

— Bruno anda un rato a casa — Imploró Florencia

— ¡No Flor! — Dije aborrecido.
— Si pasa algo quiero ser el primero en enterarme.

— Bruno no dormis desde hace dos días y apenas comiste algo. Si seguis así te vas a enfermas, ¿y cómo vas a poder cuidarla a Mica si te enfermas? — No sabía que responderle porque en cierto punto sabía que ella tenía razón.— Anda a casa, descansa un rato, come algo y también bañate porque las enfermeras van a preguntar si hay algún muerto en esta sala — Dijo ella, intentando hacer un chiste.

— Está bien Flor, ganasté.

— ¡Aleluya! — Susurró ella, sonríendo levemente.

Tomé un taxi en un estado de completa exhaustación y solamente me di cuenta que había llegado a casa porque el taxista me habló al notar mi inmovilidad.

Fui directamente hacía al baño, deje la ropa inmunda en el tacho de ropa sucia y entré a la ducha.
Deje que el agua caliente corriera libremente por mi espalda, ayudando a desatar los nudos de tensión. Entonces me acordé de aquel día que Micaela me hizo un masaje, apretando mis musculos con firmeza. En esa época yo ni me imaginaba que podríamos estar juntos y esa experiencia había sido motivo de un profundo placer prohibido.

Suspiré nuevamente al recordar el toque de sus manos, una mezcla de delicadeza, fuerza y calor que dejaba encantado. ¡La necesitaba tanto!
No sé por cuanto tiempo estuve ahí, pero fue un baño lento. Cuando me cambié, me dirigí hacía la cocina.

En el camino, lo vi a papá, que como siempre pasó por delante mio como si no me estuviese viendo. A esta altura, ya no tendría que importarme, pero la verdad es que todavía me dolía.

Al terminar de comer, sentí que todo el cansancio acumulado comenzaba a hacer efecto, y por eso, decidí ir al cuarto antes de que me quedara dormido en la mesa. Entré, cerré la puerta, mire a mi alrededor, y en ese momento, el sentimiento de emoción me invadió y casi si que me diera cuenta comencé a llorar.
Cada lugar de ese cuarto me recordaba a Micaela, su perfume impregnaba todo el aire y suspiré profundamente.

Más Que Hermanos [Adaptada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora