54 (Segunda Temporada)

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Quiero mi cama, quiero mi almohada, quiero dormir por lo menos dos horas más y quiero besarla a Micaela.— Pensé mientras entraba en la cocina con un mal humor. 

Miré para el reloj de la pared que marcaba casi las cinco de la madrugada y después para mi abuelo, que había terminado de hacer dos tazas de café con leche y me extendía una de ellas en mi dirección.
 
 — Toma. Si queres te puedo hacer algunas tostadas.— Sugerió

 — Solamente el café, está bien — Respondí con voz ronca de sueño. — No tengo mucha hambre a esta hora.

 — Sería bueno que te alimentes bien antes de que salgamos porque vas a tener una mañana agitada. Y por lo que me di cuenta, no estás acostumbrado con hacer actividades tan temprano, ¿no?  — Comentó mientras se reía

 — No estoy acostumbrado— Confirmé, tomando un poco de café. — Pero hago lo que sea necesario.

Terminamos de desayunar en silencio. Yo no era de las personas más charlatanas a esa hora, principalmente cuando sentía que solamente mi cuerpo estaba ahí y el resto todavía seguía en la cama.
Cuando mi abuelo percibió que yo había terminado y ya había cerrado los ojos, comenzando a dormirme, él dio un fuerte golpe con la mano abierta en la mesa, lo que me hizo despertar del todo.

 — Muy bien— Habló firme, pero con buen humor — Esto es lo que vad a hacer esta mañana.
Primero: Alimentar a los animales, lo que incluye todas las aves, los chancos, las ovejas y los caballos.— Hizo una corta pausa para observar mi reacción, que fue la de abrir los ojos espantado.— Después, mientras que los caballos salen para ejercitarse vas a limpiar los establos.

Yo lo miraba a mi abuelo e interiormente me preguntaba si él estaba loco o si tenía idea de que yo nunca había hecho eso en mi vida. ¡No sabía ni por donde empezar!
Pero al parecer, el adivinó mis pensamientos y dijo:
 
 — Tengo un buen funcionario que te va a explicar como ejecutar tus tareas. — Después comenzó a analizarme de arriba a abajo y completó. — Creo que vas a necesitar una ropa más adecuada. 

 — ¿Por qué?- Pregunté enojado, moviendo los brazos.

 — Estar vestido como una “estrella de rock” no te va a ayudar, Bruno. — Comentó apuntando para la ropa que estaba usando: Pantalón de jean rasgado, campera de cuero negra y zapatillas gastadas. — No vas a ir a pasear a un shopping sino que vas a trabajar duro. Creo que no te va a gustar que tu ropa se llene de tierra y sudor, ¿no? ¡Vamos para allá! Te separe algo para que uses. 

Él se levantó de la mesa y lo segui, todavía shockeado. Fuimls hasta el living, donde él agarró una pila de ropa doblada que había arriba de una silla y un par de algapargatas.
 

 — Anda a cambiarte y fijate como te queda.— Sentención sin chance de negativa.

Agarre todo y fui resignado al baño. Como no tenía alternativa, comencé a cambiarme contrariado. La camisa de franela cuadriculada y el pantalón me quedaban enormes.
En los pies me puse unas medias, antes de ponerme las alpargatas negras. Por último, me puse una campera marrón grande, vieja y gastada. Contemplé mi reflejo en el espejo e hice una mueca.

— ¡Estoy ridículo! — Pensé enojado.

Agarre mi ropa y la lleve hasta al cuarto. Después, agaché la cabeza y volví para el living, donde mi abuelo me esperaba cerca de la puerta. 

 — ¡Te quedo bien, Bruno! — Habló apenas me vio y pude notar que estaba controlando su risa. No me preocupé en responderle. Crucé los brazos, esperando lo que vendría. 

El abuelo se limitó a abrir la puerta, haciendo una señal para que lo siguiera y eso fue lo que hice. Del lado de afuera, el aire de la mañana era terriblemente helado y no me importó seguirle los pasos rápidos al abuelo porque necesitaba estar en movimiento para no congelarme.
Todavía estaba oscuro y no pude contener una largo bostezo. Después de la corta caminata, llegamos a un galpón, donde él me presentó a Alejandro— Por lo que pude notar, la mano derecha del abuelo. Aparentaba tener alrededor de unos cuarenta años. Discretamente, observé que vestía una ropa parecida muy parecida a la mia. El abuelo nos presentó y después de un rápido y fuerte apretón de manos, le explió que mientas yo estuviera en el lugar, tendría tareas diarias y él sería responsable por mi orientación. Después de eso, el abuelo se despidió y me avisó que nos veríamos a la noche.

Más Que Hermanos [Adaptada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora