58 (Segunda Temporada)

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Cerre los ojos porque no quería que mi último recuerdo de Micaela fuese verla salir por la puerta en ese estado. Hubiese hecho todo lo que estaba a mi alcance para que eso no pasara, pero no lo hice porque sabía que esa actitud egoista sería el mayor de mis errores. Sabía que si hacía eso perdería, por completo, la poca confianza que ella me tenía y todo estaría perdido para siempre.
Sin saber que más hacer, y sin tener a quien más recurrir, hice una última suplica mental en agonía. Imploraba por una chance más, imploraba por una intervención divina.
Fue entonces que escuche en medio de todo ese silencio y dolor, el ruido de un trueno.

Abri los ojos. Micaela todavía estaba parada y la puerta cerrada. Me di cuenta que ella también había escuchado ese ruido y que por esa razón se dio vuelta para mirarme asustada.
Escuchamos otro trueno, todavía más alto y nos quedamos inmóviles, mirándonos el uno al otro.

— ¿Qué está pasando?— Preguntó Micaela mirando alrededor.

— No sé. — Respondí, igualmente sorprendido.

El barullo comenzó a aumentar, el viento corría tan fuerte que parecía que mil leones estaban rugiendo tiempo alrededor del granero. Y ahora también podíamos escuchar que estaba granizando.
La construcción parecía estar temblando y algunos vidrios de las ventanas comenzaron a quebrarse y el viento entró en el granero creando pequeños remolinos a nuestro alrededor.

Corrí, la agarre a Micaela por las manos y la acerque hacía a mi porque al parecer ella estaba demasiado asustada. De un segundo al otro, las luces se apagaron y nosotros dos nos abrazanos mientras que el mundo parecía estar terminando.
Estabamos  rodeados por el caos y por la oscuridad. Micaela, encogida y asustada, me agarraba de la campera y escondía su cara en mi pecho.
Yo la abrazaba protectoramente, apretándola firmemente a mi encuentro.
Y a pesar de que sabía que no tenía que hacerlo, ya que el peligro era inminente, yo me sentía agradecido por poder tener esa chance de poder estar un poco más cerca de ella.

Inesperadamente, la puerta se abrió bruscamente.
Allá  afuera, el tiempo parecía haber enloquecido por causa de la fuerza y la violencia de la lluvia que caía. Vimos algo de luz que provenía de una linterna  y una figura encapuchada que estaba parada en la puerta.

— Vengan, vamos a salir de acá.— Reconocí la voz de Alejandro.  — Le prometi a su abuelo que los iba a guiar hasta su casa.

— ¿No es muy arriesgado?— Pregunté inseguro. — ¿No es mejor esperar hasta que la lluvia y el granizo disminuyan un poco?

— ¡Va a disminuir en horas! — Gritó él— Esto es solamente el principio, tenemos que salir ahora mientras podamos caminar.

Yo confiaba en Alejandro. Si él decía eso, solamente me quedaba aceptar y seguirlo.
Sujetando firmemente a Micaela junto a mi, pasamos por la puerta y fuimos golpeados por el viento, por la lluvia y el granizo.
Con mucha dificultad, hicimos el corto trayecto hasta llegar a la casa del abuelo — que en ese clima terrible parecía un largo camino.
La visibilidad era pesima y nos guíabamos por la figura de Alejandro, que estaba a pocos pasos de nosotros.
Finalmente vi la sombra de la casa y suspiré aliviado. Durante todo el camino, Micaela permaneció en absoluto silencio y se aferraba a mi lo más que podía.
Cuando la puerta de la casa se abrió, entramos rápidamente y temblamos de frio.
 

— ¡Menos mal que llegaron! — Escuchamos que dijo el abuelo preocupado. 

Sacudí la cabeza y mi ropa mientras que interiormente no podía dejar de pensar en lo siguiente: “¡Cuidado con lo que deseas porque nunca sabes en la forma que ese deseo pueda ser concedido!”

La casa estaba totalmente a oscuras porque la luz todavía no había vuelto. El abuelo estaba sujetando una linterna, y ahora nos iluminaba.

— Mica, ¿estás bien? — Preguntó mientras la abrazaba.  fuertemente y ella rápidamente asintió.

— Si, abuelo. Estoy bien.— Respondió ella, retribuyendo el cariño y besándolo en la cara.

— Alejandro me avisó que habías llegado. ¡Que suerte!— Habló él y en su tono de voz se podía reflejar un gran alivio — Si te hubiese agarrado esta lluvia en el viaje, te podrías haber quedado parada por horas. Pero felizmente, llegaste acá antes.

— ¿Cuándo crees que voy a poder volver a casa?— Preguntó Micaela mientras se secaba la cara.

— Por lo que conozco este clima, problablemente mañana vamos a tener alguna mejora. ¿No te molestaría quedarte algunos días con tu abuelo?

Al escucharlo decir eso, Micaela abrió sus ojos bien grandes sorprendida mientras que yo intentaba disimular mi sonrisa porque sabía que ella no rechazaría esa propuesta del abuelo.

Nota:

Hola!! Mil perdones por haber colgado tanto jaja. En estos días, voy a tratar de hacer alguna maratón de tres capítulos así recompenso mi ausencia ;)




PD:  Estoy así💔💔💔💔💔😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭😭 por todo lo que pasó con Mica en Combate.

Más Que Hermanos [Adaptada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora