33 (Segunda Temporada)

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Narra Bruno

— ¿Estás durmiendo, Mi? — Pregunté al ver que Micaela tenía sus ojos cerrados.

— No. — Respondió con una leve sonrisa y moviendo un poco sus pies.
— Solamente estoy pensando.

—¿En qué? — Pregunté curioso.

— En lo mucho que te amo— Dijo en un susurro. No me resistí y bese rápidamente su hombro.  — Y en lo tonta que fui durante todo este tiempo. — Agregó en un tono de voz que reflejaba un poco la angustia que sentía.

— No fuiste tonta. Solamente estabas un poco confundida. Y es normal que te haya pasado eso por lo del accidente. — Murmuré calmamente para que ella pudiera relajarse y que no se sintiera culpable por todo lo que pasó.

— Puede ser. — Habló abriendo sus ojos ligeramente.

— Pero me gustaría saber algo...

—¿Qué? — Preguntó confusa.

— ¿Desde cuándo sabes que me amas? O mejor dicho, ¿desde cuándo tomaste consciencia de eso? — Era algo que necesitaba saber si o si.

Sus mejillas se tornaron un poco rojas, parecía estar un poco avergonzada. Y su mirada no se conectaba con la mía.

— ¿Me creerías si te digo que me di cuenta de que te amo esta noche?

— ¿En serio? — Cuestioné sorprendido — Pero, ¿en qué momento?

— Ah, fue durante la presentación de la obra. Yo estaba mirando como actuabas y admirando todo tu talento, cuando sin aviso, la verdad surgió en mi mente. Lo más raro es que no fue, tipo como una revelación o algo fuera de lo normal. — Ella me volvió a mirar los ojos — Simplemente te miré y supe que te amaba, como si fuese algo que yo ya sabía desde hace mucho tiempo pero que me había olvidado. Absolutamente natural.

— Esperé tanto tiempo para esto— Hablé emocionado y feliz. — Esperé tanto por el momento en el cual me volvieras a amar y a quererme. Y ahora que es eso lo que está pasando, prácticamente no lo puedo ni creer. Parece que estoy viviendo como un sueño imposible.

— Entonces, estamos viviendo el mismo sueño. — Afirmó con suavidad.

— Y si todo esto es un sueño, no me quiero despertar nunca más

Aproximé mi cara a la suya y besé sus labios delicadamente, mientras que mi mano descendía por toda su espalda.

No me cansaba de acariciarla, especialmente ahora que finalmente volvíamos a tener la misma intimidad y complicidad que solíamos compartir antes que pasara lo del accidente. Deslice mis manos por toda su piel, hasta que me detuve en sus hombros.

Me acosté suavemente arriba de ella, tratando de no lastimarla y no depositar todo mi peso sobre ella. Nuestras caras quedaron exactamente una por encima de la otra. Entonces, sujete su cara entre mis manos.

— Yo te amo. — Afirmé mirándola fijamente a los ojos. — Nunca tengas ninguna duda sobre eso.

— Si las tuve, hoy ya nos las tengo más. Nunca te olvides que yo siempre cumplo con mis promesas.

— ¿Promesas? — Indagué, sin saber a lo que se estaba refiriendo.

— Si. Yo te prometí que te iba a amar, ¿no?

Micaela me abrazó fuerte, haciendo que nuestro contacto sea todavía más íntimo. Despertando en mí el deseo de tenerla nuevamente y de perderme por completo en su piel.

— ¿Y entonces me amas? — Hablé en un tono desafiante y ella me brindó una amplia sonrisa.

— ¿Para qué hablar si te lo puedo demostrar?— Ella enterró sus manos en mi pelo y comenzó a besarme.
La confirmación de todo lo que había dicho estaba ahí, en ese beso ávido y cálido.

— ¿Tenes alguna duda? — Preguntó con la respiración agitada, una vez que nuestros labios se separaron.

— Quizás necesito algo más para poder confirmarlo del todo— Respondí insinuante y Mica me brindó una mirada repleta de malicia.

— ¿En serio? Bueno, vamos a ver qué es lo que puedo hacer al respecto. — Dijo antes de besarnos apasionadamente  y que volvieramos a hacer el amor una vez más....

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Narra Micaela:

Me desperté sintiendo el calor del pecho de Bruno en mi espalda. Su brazo permaneció en el mismo lugar en el que lo había colocado cuando nos dormimos, rodeando mi cintura.
Con sumo cuidando comencé a separarme de él, liberandome de su abrazo.

Al moverme, sentía mucha fatiga en todos mis musculos — algo parecido a cuando haces mucha gimnasia y al día siguiente sentis dolor en algunos movimientos. ¡Pero no me estaba quejando!

Sonreía al acordarme de todo lo que había pasado la noche anterior... ¡Había sido maravilosa!
Me puse una bata y decidí bañarme. También tenía mucha hambre. Así que me arreglaría e iría a la cocina.

Al volver al cuarto para cambiarme, decidí mirar mi reflejo en el espejo.
Aparentemente seguía siendo la misma de siempre, ningun cambio anormal. Solamente registré leves marcas por mi cuerpo, consecuencia de nuestra noche de amor.

Pero interiormente si me sentía diferente. Tal vez diferente no fuese la palabra correcta. Me sentía más viva, más plena, más mujer.
Mi cara parecía estar  exactamente igual que siempre. Pero creía que mis ojos deletaban mi estado espiritual porque brillaban alegres, en un tono más claro que lo normal, como dos lamparas.

Antes de salir del cuarto, decidí contemplarlo a Bruno mientras dormía.
Ahora que estaba solo en esa cama, estaba todo desparramado. ¡Estaba tan lindo! Su cara estaba tan relajada y su pelo despeinado. Al verlo así, sentí unas ganas increibles de besarlo, de rozar mi cara en su incipiente barba...

Pero me contuve porque él necesitaba de aquel sueño. Me vestí rápido y salí del cuarto antes de caer en la tentación...

Más Que Hermanos [Adaptada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora