45 (Segunda Temporada)

386 30 1
                                    

1/2

— ¿Cómo estás? — Me preguntó besándome levamente en los labios y depositando su mano en mi frente — ¡Estás ardiendo de fiebre! ¿Estuviste fumando?

— Solamente uno.

— Y hoy será el último — Habló de una manera muy mandona al entrar y pasar al lado mio, con su tipica pose de reina. 

— Despacio, Majestad. Tal vez estoy un poco enfermo, pero todavía no estoy muerto— Retruqué irónico. 

— Y si dependiera de mi eso no va a pasar. ¿Ya comiste? — Indagó con la mano en la cintura. 
— No, solamente me levante ahora. Pero tampoco estoy con hambre, solamente tengo la boca seca.

— Mejor anda a acostarte y después te llevo un poco de jugo.— Me dijo besándome la cara y después toco mi frente.
— Voy a medir tu temperatura.

Volví para el cuarto y me acoste en la cama. A los pocos minutos, Paula apareció con un vaso de jugo de manzana y una pequeña bolsa de farmacia.
Agradecí por el jugo y lo tome. Ella estiró mi brazo y coloco el termometro frio en mi axila.

— 39,5º C. — Declaró después de sacar el termometro.— Fiebre alta. Te traje un remedio para que tomes.

Hice lo que ella me pidió, después se sentó a mi lado y su expresión era seria.

— No quiero verte con esa cara de entierro. Estoy bien, debe ser algún virus cualquiera. Voy a estar mejor porque seguramente el remedio que me diste va a hacer efecto. — La tranquilizé y me tape hasta el cuello. 

— Espero que si. — Habló, mirándome preocupada.— De cualquier manera, te pido que dejes de fumar porque va a afectar en tu recuperación.

— Voy a pensarlo — respondí  indeciso y ella rodó los ojos, irritada — Pero si es para que mejore rápido, hago el sacrificio.

Dos horas después la fiebre no bajaba y seguía sintiendo la opresión en el precho, falta de aire y mucha fatiga.
Paula se quedo todo el tiempo a mi lado, colocando paños frios en mi frente, trayendo agua y jugo para tomar, pero seguía sin tener hambre.

Ella sugerió que fueramos a buscar un medico, lo que consideré medio exagerado y pedí que esperaramos un poco más de tienpo.  Con mucho pesar, ella concordó.
Como última medida, ella sugerió que yo me bañara.

Fue entonces que percebí que realmente había empeorado porque tuve que apoyarme en ella para ir al baño y hacer casi todo. Entonces, Paula insistió en que debíamos ir al hospital.
Al darme cuenta de que mi respiración no estaba muy bien, fui obligado a concordar.

En el sector de emergencias, fui rapidamente atendido por un medico de mediana edad, con apariencia seria.
Él hizo sus preguntas y examenes de rutina, intercambiando pocos comentarios. Solicitó algunas radiografias de pulmón.
Cuando yo tenía los resultados, el medico me informó que tenía una neumonía bacteriana.
Y de aquel momento en adelante, por algunas semanas, viviría casi como un invalido.

— ¿Está seguro? ¿Eso no es medio exagerado? — Pregunté espantado.

— De ninguna manera, señor Rodriguez, su pulmón izquierdo está comprometido en un 80% y se agravó porque es fumador.— respondió apuntando para la radiografia. — Para que se recupere tendrá que comenzar a tomar los antibióticos inmediatamente y estar en reposo absoluto. Tendrá que dejar de fumar por un buen tiempo, lo ideal es que no vuelva a fumar. 

Lo miré al medico, deseando que todo aquello fuese un chiste.

— ¿Él puede recibir el tratamiento en casa? — Preguntó Paula.

Más Que Hermanos [Adaptada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora