8 (Segunda Temporada)

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Guardé mi cepillo de dientes, apagué la luz y fui hasta al cuarto. Al abrir la puerta y al mirar la cama, me estremecí. El cuarto estaba iluminado apenas por un velador, que estaba en una mesita de luz del lado de Bruno.

Bruno estaba leyendo un libro, acostado cómodamente. Tenía un brazo atrás de su cabeza y parecía estar concentrado. Él estaba usando un pantalón negro y... nada más.

— ¿Todo bien? — Preguntó, al dejar de leer para poder mirarme.

En ese segundo, percibí que todavía estaba parada en la puerta, sin moverme, y por supuesto que él iba a estar confundido. Inmediatamente, desvié los ojos y caminé en dirección a la cama, mirando al piso.

— Todo bien — Respondí.

Di la vuelta, yendo para el lado opuesto de él. Estaba agradecida de que cama fuera tan grande porque proporcionaba una distancia razonable entre nosotros dos.  Incluso así, me acosté toda dura, bien en la punta y tapándome hasta el cuello.
Me sentía curiosa por lo que él estaba leyendo. Por eso, lo miré de reojo: "Bellas Maldiciones" de Neil Galman.

— ¿Tenes frío? — Preguntó Bruno sin quitar sus ojos del libro y me sobresalté.
— Un poco — Respondí sin gracia.
— ¿Queres que te ayude a subir la temperatura? — Sugirió, todavía leyendo su libro.
— No, gracias — No necesitaba sentir más calor del que ya estaba sintiendo por estar acostada a su lado. — ¿No tenes frío? — Pregunté, intentando sonar lo más normal posible.
— No, porque difícilmente siento
frío — Respondió, pasando casualmente una de sus manos por su pecho. Creí que ese gesto casual era muy sexy.
— Nombre sugestivo —Dije buscando un tema que me desviara la atención de él —digo por el del libro
— Es un escritor muy  bueno — Comentó entusiasmado. — Después si queres, lo podes leer.
— Gracias. Cuando lo termines de leer, te voy a pedir que me lo prestes

Hasta el momento, sus ojos se habían mantenido en las páginas del libro. Pero él comenzó a mirarme y una leve sonrisa se formaba en sus labios. Su mirada era devastadoramente dulce.

— No hace falta que "me lo pidas prestado". Lo que es mío, es tuyo.— Esclareció en voz baja —Estamos casados

Con esa afirmación simple. Pero plena de una verdad fuerte y perturbadora, me callé. Todo lo que pude hacer fue balancear la cabeza afirmativamente. Él sonrió simpático y volvió a focalizar su atención en el libro.

"Bellas Maldiciones". Si mi vida fuese un libro, ese sería un lindo título para ella. No podría existir maldición más linda que ese hombre que estaba acostado al lado mío.
Tentador, al punto de dejarme sin respiración.
Peligroso, al punto de darme miedo.

Miedo de lo que despertaba en mi: Un mundo de sensaciones desconocidas y repleto de sentimientos intensos. ¿Cómo estaba hecha esa misteriosa combinación que era capaz de provocarme sentimientos tan contradictorios?
¿Por qué entre tantas personas, en este mundo, solamente él conseguía despertar esas cosas tan poderosas en mí? ¿Qué lo hacía tan especial y diferente?

Tener a alguien, de alguna forma, en algún lugar a tu espera.

Analizando fríamente, Bruno no formaría parte de la lista de solteros más codiciados de la mayor parte de las chicas que yo conocía. Era descuidado con la apariencia, tenía un sentido del humor bastante peculiar y su gusto por la ropa era un tanto dudoso.

Enloquecedor pensar que justamente esas "fallas" me gustaran tanto y esa manera de ser que era imperfectamente perfecta. La verdadera belleza es asombrosa y su quimíca inexplicable. Cerré los ojos, intentando controlar mi respiración, manteniéndola lo más estable posible.

Me esforcé para estar serena y poder dormirme. Estuve concentrada en eso por algunos momentos hasta que Bruno volvió a hablar.

— Micaela, si seguis acostada así, te va a agarrar torticolis.

Abrí los ojos sorprendida y lo miré. Él había guardado su libro y me sonreía. Solamente podía ver su ternura, sin rastro alguno de malicia. Aquello me terminó de desarmar por completo y también le sonreí.

— Perdón. Estoy siendo demasiado tonta, ¿no? — Pregunté, sintiéndome totalmente ridicula.
— No — Dijo comprensivo.— Creo que tu reacción es natural. Pero intenta relajarte porque solamente vamos a dormir. Fue un día muy agobiante, especialmente para vos. Podes quedarte tranquila porque no te voy a atacar — Vi sinceridad en sus ojos.
— Creo en vos — Afirmé, relajándome un poco.
— Qué bueno — Asintió
satisfecho. — ¿Puedo apagar la luz?
— Si

Él apagó el velador y se acostó a mi lado. Desde donde estaba podía sentir su aroma a shampoo, lo cual me parecía muy agradable.
Abrí los ojos, sintiendo que mi mente estaba llena de preguntas que no tuve el coraje de hacerselas antes. Y quizás, en la oscuridad podría preguntarselas.
— Bruno, ¿estás despierto? — Pregunté en voz baja.
— Si — Murmuró.
— Quiero hacerte una pregunta
— ¿Sobre?
—  Bueno, me contasté sobre nuestro casamiento y me acordé de algo que Pau me había dicho, algo que me incomoda un poco.
— ¿Qué necesitas saber? — Preguntó y respiré profundo
— Una cosa, pero no importa — Susurré

Sentí que Bruno se estaba moviendo, acercándose hacia mi. Me di cuenta de eso porque comencé a sentir un calor en mi espalda.

— Me podes preguntar lo que
quieras — Afirmó persuasivo.
— No quiero que pienses mal de mi
— Te prometo que no voy a pensar nada malo.

— Bueno... — Respiré profundo una vez más, creando coraje. — Paula dijo que nosotros dos tuvimos una luna de miel, y vos también me lo dijiste hoy. Entonces, significa que nosotros hicimos... hicimos... — Yo no podía terminar de completar la frase.
— Si lo que queres preguntarme es si hicimos el amor. La respuesta es si. Nosotros hicimos el amor — Respondió él.
— Bueno, solamente quería confirmarlo — Concordé sin gracia y un silencio incómodo se hizo presente en la habitación.
— ¿Era solamente eso lo que querías saber?
— Dijiste que nos costó mucho estar juntos. Pero después de que volvimos a casa y asumimos nuestro casamiento, ¿esa parte de nuestra vida se regularizó?
— ¡Totalmente! — Respondió él con tanto énfasis que no dudé de su sinceridad. Después nos volvimos a callar.

Era como si no fuese más la misma persona. Cuando Bruno me acarició, parecía que había sido poseída por un sentimiento que, al mismo tiempo, era extraño y familiar, muy poderoso.Tenía miedo de perderme en ese sentimiento

El silencio que se instaló parecía estar repleto de palabras por decir. La sensación se esparcía entre nosotros, era como una tercera persona en la cama.

¿Será que él también se sentía así? Lo percibí cuando Bruno se movió y estiró su mano, acercándola a mi hombro. Perdí la respiración y estaba totalmente tensa. Él no prosiguió. Dejó su mano quieta en el medio del camino para después alejarla.

Escuché un largo y triste suspiro.
Mi mente estaba girando más rápido que cualquier cosa.

— Bueno, creo que ya te conté demasiado por hoy. Fue un día muy largo — Dijo en un tono serio. Se acercó para poder besar rápidamente mi cabeza.

— Que duermas bien — "¿Dormir?" Pensé mientras me tapaba hasta la cabeza.

Más Que Hermanos [Adaptada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora