27 (Primera Temporada)

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Si crees que todo esto no vale la pena, te voy a entender. No te voy a culpar por querer algo diferente o hasta mejor.

Lo que más quería era estar con Bruno. Para mí, ningún sacrificio sería lo suficientemente grande, ningún obstáculo era difícil o suficiente. Pero no podía obligarlo a sentir lo mismo que yo o a tomar las mismas decisiones.

— ¿Mejor? ¿De qué estás hablando? ¿Te volviste loca? — Bruno parecía estar alucinado.—Cuando dijiste "todo esto", ¿significa por nosotros, Mica? — Levanté la mirada y lo miré, mordiendome el labio muy
nerviosa.  — Quiero dejarte bien en claro una cosa, ¡no voy a renunciar a lo que tenemos! ¡No después de haber pasado tantos años casi volviéndome loco en esta casa! — Él me tomó firme por lo hombros. — Te veía todos los días sin poder tenerte. Sintiendo tu aroma todos los días, sin poder tocarte. ¡Yo te quiero a vos, Mica!

Lo miré solo por un segundo antes de abalanzarnos a los brazos del otro. Su boca se movía urgente junto a la mía.
Cada célula de mi cuerpo clamaba por él, por sus caricias, por su mirada llena de cariño y por su abrazo. Pero no era solo eso. Era mucho más que solo deseo físico y más que satisfacción. Era la necesidad de su presencia, de su personalidad sensible e inteligente, de su sentido de humor único y de otras tantas características que tanto admiraba de él.

— ¡Yo te amo desde hace mucho tiempo! — Pude decir cuando nuestros labios se separaron.—Pero tenía miedo de no ser correspondida — Dije, mirándolo fijamente a los ojos.

— Mi amor, — Susurró antes de cubrir mi cara de besos. — todo va a estar bien y vamos a poder estar juntos de la manera que queremos. ¡Lo vamos a lograr!

— Lo sé. — Dije confiada —Ahora que sé que me amas, todo se vuelve posible.

Nos quedamos en el auto, abrazados por algún tiempo y temerosos de salir de ese lugar. Sabíamos que al salir, tendríamos que volver a usar nuestras máscaras. Teníamos conciencia de que sería doloroso, pero también sabíamos que valdría la pena. Y fue esa certeza, la que nos dió la seguridad de salir del auto y enfrentar todo lo que vendría...

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Hacía una semana desde que estabamos en ese clima tan lindo del noviazgo. Completamente queriendo estar el uno con el otro y, al mismo tiempo, conociéndonos en otros aspectos. Todavía encantados de poder estar así juntos y libremente. En verdad, no tan libremente así. Porque cuando nuestros papás estaban en casa, hacíamos todo el teatrito de ser buenos hermanos. Pero cuando conseguíamos estar solos, como ahora, aprovechabamos cada momento juntos.

— Me arrepiento tanto por todo el tiempo que perdí. — Dijo Bruno, mientras estábamos acostados en su cama. — Soñé tanto tiempo en estar así con vos, sintiendo el calor de tu piel. ¿Me perdonas por haber sido tan idiota?

—No hay nada que perdonar—Respondí, sonríendole
tiernamente. — Todo tiene su hora, y la nuestra finalmente llegó. Ahora tenemos todo el tiempo, ¿no?. Pero solo no te voy a perdonar una cosa.

— ¿Qué cosa? — Preguntó desconfiado

— Que no me beses ahora. — Al escuchar eso, automáticamente apoyó su cuerpo arriba del mío, con nuestras caras muy cerca.  Sin desperdiciar ni un segundo más, finalmente me besó.

No me cansaba de besarlo. La sensación era como haber estado mucho tiempo perdida en un desierto y finalmente poder encontrar un óasis, un lugar en donde pudiese matar mi sed.
Yo tenía sed de él y en cuanto más bebía, más sed sentía y más quería embriagarme de él. Si Bruno fuese una bebida, yo sería una seria candidata al vicio, una dependiente incurable.

El cuerpo de él fue bajando sobre el mío y nuestras piernas se entrelazaron. Lo abracé con más fuerza, adorando sentir su pecho fuerte presionandome, mientras yo pasaba mis manos por su espalda, subiendo y bajando.
Él soltó mi boca y sus labios fueron hacia mi cuello, dando varios besos húmedos en esa zona. Él presionó su cadera contra la mía, dejándome al mismo tiempo, sorprendida y excitada al percebir que era la causante de semejante excitación.

Mis manos parecían tener vida propia ya que se deslizaban por su espalda. Y después de un momento, decidí bajarlas todavía un poco más, llegando muy cerca de su cintura. Estaba indecisa con respecto a si debía seguir o no, pero cuando él me dió una mordida más fuerte en mi cuello, ellas se deslizaron rápidamente y apretaron esa región tentadora.

— Se hace muy difícil mantener mi autocontrol cuando haces esas cosas, ¿sabías? — Dijo él con la voz ronca.

— ¿Y quién dijo que yo quiero que te controles? — Pregunté, mientras intentaba desabrochar su pantalón.

— Sos mi fruto prohibido, ¿sabías?

— Dicen que son los más dulces

— Y también son los más fatales.—Dijo él ríendo.

— ¿Crees que es demasiado temprano para que nosotros...—Di una pausa sugestiva

— Nada es demasiado temprano para nosotros, Mica. —Respondió presionando mi cuerpo todavía
más. — ¡Nos estamos atrasando! Por lo menos es como me siento en relación a eso. ¿Crees que nos estamos apurando?

— Si yo estuviese con otro chico cualquiera, con el poco tiempo de noviazgo que tenemos, obviamente que no estaría en esta situación. Pero con vos, parece que todo está bien, es como que estamos siguiendo el curso natural de las cosas, ¿me entendes?

— Te entiendo y también siento lo mismo. No veo la hora de que nos entreguemos totalmente

— ¿Por qué no ahora? Si yo me siento cómoda con la idea y estás de acuerdo conmigo, ¿qué es lo que lo
impide? — Pregunté un poco confundida

— Nada. Nada me impide estar con vos. Pero quiero hacer de nuestro primer momento algo muy especial. — Me dió un beso suave en los labios. Después se alejó de mí y se acostó a mi lado.
— Tengo algunas ideas, pero todavía no decidí realmente qué hacer.

— ¿No me vas a contar qué ideas son esas? — Pregunté curiosa

— ¡No! — Respondió esbozando esa sonrisa de quien esta buscando hacer alguna travesura. — ¡Va a ser una sorpresa!

— ¿Sorpresa? — Pregunté abriendo bien grande mis ojos.—No te gusta hacer ninguna de esas cosas raras, ¿no?

— ¿A qué llamas raro?—Preguntó mordiéndose los labios, como si estuviera conteniendo la risa.

— Ah, ¡que se yo! — Dije sonrojandome un poco. — Algo como sadomasoquismo.

— ¡Tontita! —Dijo tocando mi nariz con la suya mientras se reía. — Para tu información, soy el chico más normal que conozco cuando el asunto es ese. Entonces, podes estar tranquila.

Lo miré y todavía se estaba ríendo, decidí quedarme encima suyo y él me abrazó fuerte por la cintura.

— ¡Me gusta mucho cuando estamos juntos así!

—-A mi también. No te das ni una idea de lo lindo que es estar así con vos y sentirte, Mica. Estar con vos, me hace sentir vivo—Declaró tocando cariñosamente mi pelo. Aproximé mi cara a la suya y con mis manos le acaricié la cara.

— ¡Te amo!

— Te amo más. — Dijo antes de volver a besarme.

Más Que Hermanos [Adaptada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora