12 (Segunda Temporada)

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Terminé mi pequeño discurso rabioso con lágrimas en los ojos, pero hice fuerza para no derramarlas. Estaba cansada de ser la parte más fragil en esta extraña relación fraternal y de amor. Bruno estaba cabizbajo, su semblante estaba triste.

— Si, tenes razón —Asintió Bruno para mi sorpresa.—Quizás nunca volvamos a ser lo que fuimos. Esa es una posibilidad que me veo obligado a tener que enfrentar todos los días. Pero creo que la vida tiene varias bifurcaciones y que podemos llegar a ser sorprendidos en un momento cualquiera. Y si elijo seguir por el camino que me lleva hasta vos, no creas que solamente lo hago por motivos nobles. Tomo esa decisión porque amo demasiado la vida y pretendo que ella sea lo más larga posible.

—No entiendo —Dije confundida.—¿Cómo que elegirme prolongaría tu vida?—Él comenzó a mirarme fijamente.

— Desistir de vos sería como un suicidio — Bruno se acercó hacia mi y puso su mano derecha sobre el lado izquierdo de su pecho.—Mi corazón no late más acá, porque ahora el pulsa fuera de mi cuerpo. Él tiene un nuevo lugar —Y diciendo eso, me tocó suavemente con la punta de los dedos —Justo acá — Su toque no era más que un simple roce, pero me estremecí cuando su mano se posó donde mi corazón palpitaba frenetico.— Con vos, entendí los conceptos de omnipresencia y omnipotencia. Un latido de tu corazón es la sinfonia del universo.

Entonces, sentí que mi mente era invadida por un leve recuerdo. La imágen fue tan real que fue como si hubiese sido transportada de un lugar para otro en milesimas de segundos.

"En cuanto mi corazón lata y en cuanto yo respire, te voy a amar. Nunca me voy a olvidar de este día porque ahora nuestros corazones son uno"

La imágen desapareció muy rápido, quedando perdida en un vertice. Me sentía tonta, cerré los ojos, mis rodillas flaquearón y se doblaron.

— ¡Micaela! —Gritó Bruno. Por causa de ese recuerdo tan fuerte, no sentía más nada y caí rendida en el pasto. Inmediatamente, Bruno se agachó y me ayudó a levantarme. — ¿Qué pasó? —Preguntó preocupado, con la voz tensa. Volvi a cerrar mis ojos y apoyé mi cara en su pecho, dejándome abrazar por él.—Mica, ¿me decis qué es lo que estás sintiendo? — Insistió y yo respiré profundo.

— Dame un minuto —Pedí mientras respiraba y exhalaba profundamente. Bruno esperó en silencio, sus manos firmes y gentiles me sujetaban con cuidado.

Me sentía extraña. No era apenas una incomodidad fisíca la que me abalaba, ya estaba recuperándome del malestar. Pero la confusión que aquel fragmento de memoria me trajo, no me abandonaría tan rapido.

—Estás temblando —Murmuró con la voz cargada de preocupación.

—Estoy bien —Dije erguiendo mi cara y dandome cuenta de su mirada preocupada.— Ya pasó —

¿Qué pasó? Estaba en duda. ¿Debería compartir y era sabio revelar lo que había visto? No es que no confiara en Bruno, ya me había dado cuenta que él era muy leal —una de sus muchas cualidades.

Pero me preocupaba como esa información podría llegar a afectar a nuestra fragil y dolorosa relación. Detestaría llenarlo de esperanzas y tener que destrozar sus sueños después, como olas desarmando castillos de arenas.

Al mismo tiempo, creía que para que cualquier relación funcionara, sea del tipo que fuese, la honestidad era fundamental. Tenía que ser sincera ya que creía que era mejor decir lo que sentía.

— No sé como empezar

— Por el principio — Pidió paciente mientras acariciaba gentilmente mi pelo. Todas mis dudas desaparecieron con ese gesto tan dulce. ¿Cómo no sentirse cautivada con ese nivel de devoción?

Le conté lo que había recordado.
A medida que hablaba, pude ver que su cara, que antes estaba concentrada, ahora comenzaba a relajarse. Cuando terminé de hablar, Bruno esbozaba una leve sonrisa.

— Entonces, nuestra visita no fue en vano. No era ese el recuerdo que esperaba, pero te acordasté de algo mucho mejor.

— Pasó así, ¿no? ¿Una ceremonia en pleno sol?

— Si — Respondió simplemente.

Lentamente, coloqué la mano en su pecho, de la misma forma en la que me había acordado hace poco.  Nuestros ojos se encontraron y sentí aquella conexión inmediata que me dejaba con la voluntad de querer huir y de quedarme al mismo tiempo.

Las palabras de mi promesa se repetían en mi mente, habían salido de mis labios. Pero ahora no las podía repetir, estaban presas. Yo sabía que las había dicho, pero no era la misma.

Si las repitiera ahora, no tendrían la carga de sentimiento ni la vericidad de la experiencia anterior. Por ahora, sería imposible ractificarlas.

Bruno acercó su cara hacia la mia, vi que sus labios cada vez estaban más cerca. Los vapores de nuestras respiraciones salían larga y profundamente. Estabamos tan cerca que ellos se mezclaban para formar un único vapor.

Mis labios temblaban, reflejando mi nerviosismo. No pude controlar aquella reacción involuntaria. No quería demostrar lo perturbada que estaba por causa de nuestra cercania.

Él miró mi boca, que volvió a temblar e hizo algo que me dejo más sorprendida a que me hubiese besado. De forma gentil, pero firme, él se alejó de mi, estirando los brazos.

— Teníamos doce años cuando vinimos acá por primera vez.

Más Que Hermanos [Adaptada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora