16 (Primera Temporada)

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¡Yo estaba más tensa que nunca!
Bruno comenzo esparciendo la crema
por mi pie y después inició un masaje delicioso, haciendo movimientos circulares con los dedos. Empecé a sentir escalofríos que me subían desde las piernas hasta mi último pelo del cabello. Comencé a respirar más rápido mientras las sensaciones aumentaban. "¡Y él todavía está por el primer pie!" Pensé respirando profundamente. "¡Que tortura!" Pensé cuando él empezó a apretar más fuerte, tuve que morderme el labio para no gemir.

— ¿Te estoy lastimando?—Preguntó de repente. — Estás con cara rara, parece que estás sintiendo dolor.

— No, estoy perfecta. Es solo que mis pies son muy sensibles. — Intenté disimular lo mejor que pude. Bruno sonrió y empezó a masajear mi otro pie, mientras me tapaba los ojos con mi brazo. — Hum... — Terminé murmurando cuando él apretó un punto especialmente sensible.

— Sabía que te iba a gustar—Comentó sonríendo angelicalmente.

— Ay, apreta un poco más ahí—Pedí.

— ¿Acá?

— ¡Eso! ¡Con fuerza y no pares!—Pedi completamente rendida. Suspiré y el soltó una risa.

— Al hablar de esta manera, ¿no parece que estuviéramos haciendo una escena de sexo?—Fui obligada a reír también.

— Escuché que dicen que para algunas personas los pies son 'zonas
eróticas'. —"¡Con seguridad soy una de ellas!"—Pensé. — Listo, terminé. ¿Te gustó?

—  Si, gracias. — Si él supiera lo bueno que ese masaje había sido para mí. De repente, tuve una idea.—Ahora es mi turno.

— ¿Cómo? — Preguntó sorprendido.

— Quiero devolverte la gentileza- Dije levantándome. — Veni, sacate la remera y acostate de espaldas. — Dije dando un golpecito en el colchón.

Bruno dudó por unos instantes, pero termino aceptando. Me senté con las piernas abiertas encima de él, agarré la crema de masaje, coloqué una cantidad generosa en mis manos y comencé a esparcirla por toda su espalda. Empecé masajeando sus hombros rigurosamente, sintiendo los nodulos de tensión y concentrandome en ellos.

— Wow, ¿dónde aprendiste a hacer eso? —Preguntó

— Digamos que es un talento natural.

— Bailas, haces masajes. Me pregunto qué otra cosa más sabes hacer
bien... — Dijo él en un tono ronco y opté por no responder.

Seguí haciendo el masaje, bajando las manos lentamente hasta que me aproximé a su pantalón y escuché suspirarlo. Me concentré en esa región,
sólo por un tiempo más. Hasta que me levanté y susurre en su oído: — Listo, ya te podes levantar.

Al verlo salir de la habitación, pude comprobar que durante esa  noche, la segunda fase del plan había tenido éxito.

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Las grabaciones comenzaron a exigirlo a Bruno todo el tiempo. Todo el elenco y él viajaron al exterior, alrededor de un mes, para hacer escenas de la película.
En ese mes, tuve el tiempo suficiente para pensar en mis sentimientos por él, en aquel loco plan que había seguido y las decisiones que estaba dispuesta a hacer. Lo amaba a Bruno profundamente, desesperadamente y tontamente.
Si. Era una tonta por amarlo desde hace tanto tiempo y sin tener ni una ínfima posibilidad de concretar algo con él. Bastaría una sola palabra suya para que yo sacrificara todo. Daría cualquier cosa por un simple beso, por una simple caricia que demostrara que yo significaba algo más para él, que no fuera apenas su "hermanita".
Pero como me lo recordó Paula tan bien, ¿hasta cuándo esperar? ¿Hasta cuándo dejar de tener vida propia? Debía experimentar algo concreto, real y dejar de vivir apenas en sueños y fantasías.
Con mucho dolor en el corazón y en el alma decidi desistir de él, y cambiar esa página que no tenía conclusión en mi propia vida.

Paula seguía presionandome y decía que tenía que terminar rápido con eso. Pero fui firme con ella al esclarecer que el amor de una vida entera no se olvida así como se descarta un par de zapatos viejos. Era necesario despedirme de a poco.

Despedirme de todos los recuerdos, de todos los momentos que pasamos juntos, de todas las risas, de las peleas, de los abrazos, de las caricias, de las sonrisas, de las peleas y de las lágrimas.
Me preguntaba qué quedaría en mí después de todo aquel exorcismo. Porque amarlo era como estar poseída por una fuerza sobrenatural. Todo lo que sentía en mí era un profundo e inmenso vacío y si pudiera gritar por dentro solo mi propio eco me respondería.
Fue en ese clima sobrio que lo recibí. Me manejaba con una frialdad cortante cuando hablaba con él, y podía percebir que en su mirada había confusión, dolor y resentimiento con mi cambio de actitud. El tiempo pasaba y me fui alejando, destruyendo así puentes y lazos.

En la noche anterior al lanzamiento de la película, coloqué arriba de la cama el baby-doll que compré con Paula. Lo miré indecisa hasta que decidí no usarlo. No sentía ni la necesidad ni la motivación suficiente para usarlo y lo dejaría reservado para otra ocasión.
Finalmente, llegó el día tan esperado. Toda la familia estaría presente en el evento. Era una ocasión de gala así que arreglé con todo el cuidado, el mejor peinado y el mejor maquillaje.

Más Que Hermanos [Adaptada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora