22 (Primera Temporada)

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No hacía falta que yo dijera más nada porque sabía que él ya lo había entendido todo. Bruno se levantó y se sentó a mi lado, pasando el brazo por detrás de mi hombro.

— Pero ahora ese motivo no
existe más — Dijo él cariñosamente.

— ¿No? — Pregunté insegura.

—No — Respondió él mientras jugaba con mi pelo — ¿Pensas que ahora que probé el sabor de tus labios te voy a dejar ir?

Sentí como varias mariposas volaban por todo mi estómago al escucharlo decir eso.

— ¿Quién dijo que me quiero ir?

— No sé. — Dijo, sacudiendo sus hombros — Nunca se sabe cuando puede aparecer otro galán cerca.

Fui hasta su oido y susurré:  — Nunca hubo otro que no fueras vos — Me estaba por alejar, pero él me sujetó por la cintura impidiendo que me alejará.

— ¿No esperas decir una cosa de esas y después salir ilesa, no? — Dijo con una enorme sonrisa en sus labios y después me besó apasionadamente. — Vamos a sacarnos una foto de nosotros juntos. — Bruno sacó su celular. Coloco su cara al lado de la mía y sonreímos para la foto.
— ¿Vamos, novia? — Preguntó al levantarse. Yo simplemente lo miré y todavía no podía creer todo lo que estaba pasando.

—-¿Novia? — Pregunté al abrazarlo por la cintura.

—-No podemos contradecirla a la empleada del mes. — Dijo ríendo y dándome un beso rápido en la nariz.

Tomamos un taxi y fuimos a casa. Al llegar, el auto de mamá ya estaba estacionado.

— El personal de la producción es muy eficaz

— ¡Si! Es mejor que guardemos el auto en el garage, ¿no?

— Si, es lo mejor. ¿Me das la llave?— Dije estirando la mano para que me diera la llave del auto.

— ¿Estás bien como para dejar el auto ahí adentro?

— Si, tranquilo. — Y finalmente yo tenía razón porque pude estacionar el auto sin ningún problema.

Cuando entramos y detuve el auto nos quedamos en silencio, viendo al portón del garage cerrarse y solo las luces de panel nos iluminaban.

— ¿Queres subir? — Le pregunté a Bruno.

— ¿Cuál es tu sugerencia? — Sonrió él, en una forma pícara.

— Hum, podríamos escuchar un poco de música. — Sin dudarlo, él se sentó a mi lado — ¿A qué hora te vienen a buscar?

— A las seis de la mañana — Respondió desanimado.

— ¡No vas a dormir nada! — Dije preocupada

— No va a ser la primera vez...

— Entonces, no tenemos mucho tiempo, ¿no?

— No.

Primero nos miramos de costado, casi con timidez. Pero al segundo siguiente, nos abalanzamos a los brazos del otro y nos besamos. Sentía una urgencia diferente a la de Bruno, tal vez por causa del poco tiempo que teníamos para estar juntos antes de que él se fuera de viaje. Él dejo de besarme e inesperadamente me empujó hacia el asiento trasero del auto. Él empezó a besar y a dejar marcas en mi cuello, provocandome sensaciones intensas y desconocidas. Mientras él me besaba, yo pasaba mis manos sin parar por su pelo, después por su cuello y por último en su espalda.

Él soltó mi boca y nuevamente comenzó un camino de besos hasta llegar a mi cuello. Mis manos pasaron para el frente de su camisa, y quisé desabotonar los botones para poder hacer algo que ansiaba: sentir su pecho con mis manos. Pero repentinamete, él detuvo lo que estaba haciendo y sostuvo mis manos.

— Mica, creo que esta no es una buena idea. — Comentó tratando de controlar la respiración.

— ¿Cómo? — Pregunté confundida.

— No estás acostumbrada a todo esto. No quiero ir demasiado lejos
con vos... — Respondió, mirándome fijamente a los ojos.

No sabía muy bien por qué, pero esa reacción hizo aflorar en mí todos mis complejos reales e imaginarios. ¿Él no quería que hicieramos nada porque no me consideraba lo suficientemente linda? ¿O  porque yo no tenía experiencia en esas cosas?
Bruno me conocía muy bien. Él vió mi cara y notó que algo me estaba pasando.

— ¿Qué pasó? ¿Por qué esa arruga
acá? — Me preguntó tocando mi frente con la punta de sus dedos.

— Nada

— Decimelo, Mica. Si no me lo decis, me voy a volver loco al tratar de adivinar lo que te pasa.- Permanecí en silencio, y él analizó mi cara un poco más. — ¿Te lastimé, no? — Negué con la cabeza. Pero en ese mismo momento, mis ojos se llenaron de lágrimas  traicioneras.
—Mica... ¿estás llorando? — Él parecía estar asustado. — Por favor, Mica, no hagas eso. Decime qué te está pasando, no importa lo que sea.

Era muy difícil hablar sobre eso y yo ni siquiera sabía por dónde empezar.

— Vos...

— ¿Si? — Dijo confundido.

— ¿Vos crees que soy linda?— Pregunté con un hilo de voz. Él me miró con una expresión que no podía descifrar, y para mi espanto, él empezó a reírse.

— Mica, ¿me estás cargando? ¿Era eso lo que te estaba pasando? ¿Crees que no te considero linda solo porque te dije que dejaramos de hacer lo que estabamos haciendo? — Él agarró mi cara con delicadeza. — ¡Sos la persona más linda que existe en todo
el mundo! — Y para probar lo que estaba diciendo me dió un beso apasionado.

— Creía que tal vez no supe cómo hacer que te sientas lo suficientemente atraído por mí — Confesé, una vez que nuestros labios se habían separado.

— Lo que más deseo en este momento es tenerte acá y ahora. Pero no puedo hacer eso porque no sería lo correcto para vos, Mica. Te mereces algo lindo y especial, no apenas sexo casual adentro de un auto y pensando únicamente en mi satisfacción. —Él me abrazó fuerte por los brazos y me susurró en
el oído:  — Cuando hagamos el amor por primera vez quiero escucharte gemir de placer entre mis brazos. Quiero mirarte a los ojos cuando te haga mía. — Él volvió a mirarme con ternura. — ¿Fui claro?

— ¡Como el agua! — Respondí y todavía estaba sorprendida por su declaración.

— Bueno, igual eso no significa que no podamos jugar un poco...— Dijo de manera insinuante.

— ¡Me encanta aprender juegos nuevos! — Exclamé, haciéndome la ingenua. — ¿Queres ser mi profesor?

— Solamente si me prometes ser una alumna aplicada — Respondió, acercando sus labios hacia los míos.

Más Que Hermanos [Adaptada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora