Capítulo 10

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A punto de gritar con todas mis fuerzas, colocó una mano sobre mi boca y susurró a mi oído

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A punto de gritar con todas mis fuerzas, colocó una mano sobre mi boca y susurró a mi oído.

—Tiene derecho a guardar silencio.

Me soltó de su agarre y descubrió mis labios, le había reconocido de inmediato y no pude evitar soltar una pequeña risa.

—Te ha salido pésimo porque eso lo dicen los policías, no los secuestradores —indiqué.

—Siempre había querido decirlo, ha sido la única oportunidad que he tenido, no es que vaya por ahí raptando mujeres o arrestando personas. —Reí.

—¿Para qué has hecho esto? Juro que estuve por meterte una tremenda patada en la entrepierna de la que no te olvidarías en tu vida.

—Ugh —se quejó—. Lo bueno que no lo has hecho o podrías habernos dejado sin descendencia. —Me ruboricé—. Como sea, te tengo preparada una sorpresa. Ven, te ayudo a subir al auto. —Tomó mi mano y me abrió la puerta de un vehículo para que subiera. Luego él fue a su asiento de conductor—. No te quites la venda hasta que lleguemos, ¿vale?

Asentí, durante el trayecto escuchamos música y tarareamos un par de canciones de la radio. Adoraba escucharlo cantar a un lado mío, mientras tamborileaba el ritmo en el volante. Tras casi media hora, llegamos. Me ayudó a bajar del carro y caminó conmigo un par de pasos hasta parar.

—Espérame aquí —anunció y lo escuché alejarse un momento, para después acercarse tras de mí—. Ahora sí, quítate la venda.

Así lo hice y contemplé frente a mí la ciudad de Los Ángeles en todo su esplendor. Las luces de los edificios relucían en el cielo, los autos se veían diminutos desde aquí y al otro extremo lograba apreciarse apenas el inicio del enorme océano Pacífico.

—Wow —expresé asombrada—. Es hermoso.

—Voltea.

Dicho esto, se apartó y al girarme observé que había hecho un pequeño picnic sobre una manta. Había unas velas aromáticas, un jarrón con rosas rojas al centro y un montón de alimentos empacados y frituras por todas partes. Sonreí.

—Sé que parece montado por un estudiante de secundaria con bajo presupuesto que ama la comida chatarra, pero estoy seguro que disfrutarás más esto que si trajera algún vino viejo para brindar mientras comemos el sushi más fino de la ciudad. —Reí.

—Puede ser, disfrutaría ambas cosas.

Ambos nos acercamos y sentamos sobre la manta junto a toda la comida. Adam sacó un par de cajas de comida china, mientras yo observaba el cielo estrellado y disfrutaba la refrescante brisa que llegaba a mi rostro.

—Suelo venir aquí desde hace algunos años —habló, mientras abría ambas y me otorgaba una junto a un par de palillos—. Para distraerme o despejarme un poco del ajetreo en la ciudad. Tomo algunas decisiones importantes o simplemente vengo a relajarme un momento, es un lugar especial para mí. Eres la primer persona en conocerlo.

My Heart Is Open (Adam Levine) // [Reescribiendo] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora