Capítulo 74

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El día sábado llegó y desde temprano me dispuse a empacar las maletas con lo necesario para pasar un una noche en las cabañas de Big Bear Lake. Habíamos acordado que este sería un buen lugar para pasarla, pues se encontraba cerca de Los Ángeles . Tendría que llevar ropa abrigadora, solo por si deseabamos esquiar en alguno de sus parques, pese a que nunca lo había intentado. 

Ed se había ofrecido a llevarnos a tomar un autobus para llegar allá. Cuando le comenté de la idea, lo tomó de la mejor forma, pues él, aunque le hubiera gustado acompañarnos, tendría que cubrir el turno vespertino en su trabajo, ya que solían turnarse entre los empleados de ahi, su descanso. 

Así pues, llegado el medio día, Arthur, Dave, Christina y Cassie llegaron a mi casa con sus respectivos equipajes, decididos a pasar un grandioso fin de semana.

—Hey —saludé—. Pasen, enseguida le mandaré un mensaje a Ed que ya estamos todos.

—¿No se encuentra en su casa? —inquirió Dave, mientras se adentraban en el lugar.

—Ha pasado la mañana en casa de sus padres —le informé—. Me dijo que en cuanto llegaran le avisara para que pasara por nosotros.

Dave asintió y dejó su maleta junto con las demás en el piso, a un lado de la puerta. Enseguida fui por mi bolso a mi habitación y saqué el teléfono para mandarle el mensaje a Ed.
Una vez hecho esto, volví con todos a la sala y permanecimos sentados, esperando.

—¿Qué te ha dicho Ed sobre el viaje? —me consultó Arthur.

—Le ha parecido bien que saliera con ustedes —expliqué—. No espero siquiera que lo invitara, pues el trabajará el día de hoy.

—¿Y qué le has dicho a tu novia, Dave? —quizo saber Christina.

—Ella está con su familia en Chicago, pasará allá toda la semana —indicó éste.

Permanecimos en silencio un momento, hasta que después de un rato más, llamaron a la puerta. Me paré de inmediato a abrirle y los demás comenzaron a levantarse, para tomar sus cosas. 

—Ya están listos, ¿verdad? —nos consultó Ed.

—Sí —respondimos todos al unisono.

Tomamos cada quien su respectivo equipaje y comenzamos a sacarlo de la casa. Yo cargaba con dos maletas medianas donde incluía mis cosas y las de Valentina, así como los abrigos de ambas. Valentina unicamente cargaba con una pequeña mochila donde guardó a un par de muñecas y un libro para colorear. 

Metimos y acomodamos todo en la cajuela del auto. Una vez hecho esto, Ed la cerró y quitó los seguros de las puertas para que todos subieramos. Yo iría de copiloto, llevando a Valentina en mis piernas, mientras que los demás irían en la parte trasera.

—¿Ya se han acomodado bien? —les consultó Ed.

—Sí. Ya —respondió Christina.

Ed arrancó entonces el auto y condujo hasta la central de autobuses. Habíamos conseguido boletos para salir a la una y media, así que mientras esperasemos al camión, comeríamos algo que Christina había preparado y cargaba consigo en su bolsa. 

Llegamos a la central y Ed aparcó el auto. Decidimos dejar las maletas dentro, hasta que la hora en que saliera nuestro bus se acercara. Así pues, bajamos del vehículo y nos adentramos en la central, buscamos alguna mesa vacía y fuimos a sentarnos ahí. Como era lógico, pertenecía a un local de comida, por lo que nos vimos en la necesidad de encargar algo. Pedimos sólamente comida para las niñas, ya que Christina sacó las tortas que había preparado para nosotros y éstas, al contener chile, no eran del agrado de las pequeñas. 

My Heart Is Open (Adam Levine) // [Reescribiendo] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora