Capítulo 48

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Mi despertador sonó. Lo apagué al instante, para evitar que Adam, quien estaba a mi lado, despertara. Éste se había quedado a dormir conmigo la noche pasada, después de pasar a dejar a James y Frankie a sus respectivos hogares.

Me quedé mirándolo mientras seguía durmiendo. Se encontraba en un profundo sueño, pues estaba realmente agotado.
Durante la noche hicimos el amor, por segunda ocasión, pero esta vez, de una manera distinta. Habíamos anhelado el cuerpo del otro, por lo que lo hicimos con mayor pasión, más rápido y por consiguiente, mayor placer. Disfrutamos ese momento a cada segundo, recorriendo nuestros cuerpos con detalle, sin temor a nada esta ocasión, pues él había cargado consigo un condón cuando pasamos a su casa a dejar Frankie y que Adam se cambiara por ropa más abrigadora.

Se veía muy lindo. Sus cicatrices estaban totalmente al descubierto ahora. No podía evitar sentirme mal al observarlas, pues de inmediato un sentimiento de culpa me invadía.
Levanté mi mano y acaricié su rostro con suavidad. Fui bajandola por su cuello hasta llegar a su abdomen y detenerme ahí, a acariciarlo con detenimiento, sintiendo el musculo formado que tenía en esa zona.

—Uhmm —gimió—. Solo estaba esperando a que bajaras más tu mano.

Reí bajo y seguí acariciando con delicadeza su abdomen.

—¿No quedaste satisfecho con anoche? —le consulté, sonriendo de una manera pervertida, que él no notó.

—Pero, ¿no has oído que el sexo por las mañanas alarga la vida de un hombre?

Solté una carcajada y ahora Adam abrió finalmente sus ojos, sonriendo.

—¿Dónde leíste eso? —indagué con una sonrisa ladeada.

—En alguna página de Internet —confesó seguido de un bostezo.

Acto seguido, se levantó levemente de su sitio y se colocó encima mío, encerrandome con ambos brazos a lado de mi rostro. Nuestras caras se encontraban lo suficientemente cerca para poder escuchar la respiración del otro.

—¿No te gustaría que viviera por más tiempo? —cuestionó con una sonrisa pícara.

Miró a mis labios fijamente y se relamió los suyos. Después bajó su boca hasta mi cuello y comenzó a besarlo y lamerlo lentamente. Cerré los ojos para disfrutar de la sensación y, a continuación, un gemido escapó de mí.

—Adam para ya —pedí, seguido de otro pequeño jadeo.

—Tu también tienes ganas, preciosa —afirmó mirándome de nuevo a los ojos—. No lo niegues.

—Sí —admití—. Pero tengo que ir a trabajar y tú tienes que tomar tu vuelo —le recordé.

Éste soltó un quejido. Ambos deseábamos quedarnos recostados por lo menos una hora más.

—Puedo hacerlo rápido —propuso. Yo reí. —¿Cuánto tiempo me das? ¿Dos minutos?

—¿Quieres que lo hagamos en dos minutos? —pregunté burlona.

—Ya estamos desnudos —indicó.

—Ya levántate. Anda —dije, apartandolo, con una enorme sonrisa en mi rostro.

Adam soltó un quejido y se tiró a mi lado de nuevo. Me levanté y comencé a vestirme para ir al trabajo. Éste simplemente me observaba con detalle.

—¿No piensas vestirte? —pregunté riendo.

—Cuando termine de contemplar tu belleza —señaló.

Solté una pequeña risa. Terminé de vestirme y ahora Adam procedió a imitarme. Ambos nos alistamos y salimos del cuarto a preparar el desayuno.
Esta vez solo desayunariamos nosotros dos, pues Valentina, al pasar a recogerla ayer, se encontraba dormida, y mi mamá al vernos juntos de nuevo, propuso que lo mejor sería que ella se quedara ahí a dormir, a fin de cuentas tenía el uniforme escolar y su mochila, por lo que ella se encargaría de llevarla a la escuela por la mañana. Y yo la recogería por la tarde.

My Heart Is Open (Adam Levine) // [Reescribiendo] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora