Capítulo 77

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Al día siguiente, apenas amaneció, nos dispusimos a vestirnos de manera inmediata, pues nos esperaba un gran día, y si queriamos alcanzar a ir al lago, debíamos darnos prisa para tomar a tiempo nuestro camión que salía a eso de las dos.

Esta vez portaríamos ropa menos abrigadora, ya que al ser de día, no haría demasiado frío. Una vez estuvimos listos para salir, procedí a mandarle un rápido mensaje a Joe, para informarle que viniera hacia acá.

—¿Y cómo es que conoces a ese Joe? —inquirió Dave—. ¿Hace cuánto de eso?

—Una semana —informé—. Nos conocimos en un bar.

—¿Fue del día que te peleaste con Scarlett? —me consultó Arthur.

—Sí —afirmé, soltando una pequeña risa, porque increíblemente esa breve discusión con ella me había conducido a un bar donde terminé por conocer a su primo. 

En eso, llamaron a la puerta y me dirigí a abrir. Frente a mí se encontraba un Joe sonriente junto con Christof a su lado. 

—Adelante —les dí el paso, apartándome de la puerta.

Joe procedió a adentrarse a la cabaña.

—Buenos días —saludó a todos.

—Buenos días —respondieron mis amigos al unísono.

—Pues creo que vamos de una vez, ¿no? —consulté.

—Sí —aseguró Arthur.

Y así todos salimos al exterior y emprendimos nuestra marcha hacia el lago. En el trayecto, pude notar como tras de mí se encontraban Christina y Joe junto con sus niños, conversando animadamente, mientras yo iba junto a Valentina y Dave. Y como siempre, Arthur yendo a la cabeza del grupo.

Tras un corto tramo recorrido, llegamos al muelle, donde varias personas se encontraban rentando sus canoas y abordandolas para remar un rato en el río. A nosotros nos tocaba esperar, pues de momento, los diez botes rentables se encontraban ocupados; por lo que decidimos ir a desayunar algo antes en uno de los pequeños locales que se encontraban cerca de aquí. 

Tomamos asiento en el resinto, en una mesa redonda, y ordenamos. Mientras esperabamos, capté como mi celular comenzó a vibrar en mi bolso. Era una llamada de mi madre.

—Disculpen —dije para levantarme de mi asiento. Me alejé un poco de ellos, para proceder a responder—. Hola mamá, ¿qué pasa?

—¿Te encuentras ocupada? —me consultó—. Porque parecen escucharse algunas voces  de fondo.

—He venido con Valentina y algunos amigos a Big Bear Lake durante el fin de semana —le informé—. Hoy volveremos por la noche.

—Me alegra mucho, hija —exclamó—. Bueno, yo quería hacerte una invitación para mañana. 

—¿De qué trata? —inquirí extrañada.

—Iré con tu tío Abraham y tu primo a su casa. También vendrán algunos de tus sobrinos y pensé en que quizá tu y Valentina quisieran venir conmigo. Ya sabes, hace mucho que no pasamos tiempo en familia. Creo que desde el cumpleaños de Valentina —rió—. Y por cierto que para el tuyo falta poco. Es el miércoles, ¿cierto?

El miércoles. Tenía razón. Lo había olvidado totalmente. Mi cumpleaños no era algo que yo considerara muy relevante en mi vida, al contrario.
En ocasiones solía celebrarlo junto a mis amigos en casa de Christina, mientras que otras veces no me apetecía hacer nada en absoluto, por lo que pedía que no me festejaran, y pasaba el día como uno más, quizá solo con algún presente que alguien gustase darme. De hecho, ahora venía a mi mente que cada año, Ed nunca podía olvidar esa fecha, pues los tres años seguidos, me había traido por lo menos un pequeño regalo que compraba. El primer año, cuando recién llevaba un mes viviendo a lado mío, me había regalado una simple, pero linda tarjeta de cumpleaños. El segundo, me llevó un pequeño pastelillo con una velita en el centro. El tercero me había dado un par de orquídeas con una tarjetita colgante. ¿Qué estaría planeando para esta ocasión?

My Heart Is Open (Adam Levine) // [Reescribiendo] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora