Capítulo 45

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—Jessica, ¿es cierto? —dijo con voz apenas audible—. ¿Estoy en riesgo de morir?

Tragué duro y tras las palabras que había escuchado, logré despertar por completo. Joder. ¿Qué se supone que debía decirle a Robert ahora?

—¿Ella ya te lo dijo? —cuestioné con dificultad.

—Me comentó que tenía endocarditis crónica y que me realizarían una cirugía en un lapso aproximado de un mes. No me dijo nada más, pero yo me quedé con la intriga y no he podido dormir por ello —confesó con cierto cansancio—. He buscado en Internet sobre mi enfermedad. Encontré que de no ser tratada a tiempo puedo morir. Que es necesario realizarme cirugía o trasplante de corazón. ¿Es cierto?

—Sí —murmuré.

—¿Qué costo tendrá la cirugía y qué tan efectiva es, Jessica? —cuestionó intrigado.

Me encontraba en la situación de decirle la verdad o mentirle. Temía que, como dijo Christina, prefiriera morir en lugar de entrar a su cirugía de alto riesgo.

—No es garantizada al cien por ciento, pero sí mínimo un noventa y cinco —le aseguré.

—¿Y el costo? —insistió.

—No estoy segura —mentí—. Imagino que entre tres o cinco mil dólares.

—De acuerdo —dijo soltando un bostezo—. Mañana seguiré hablando con Christina y tratando de convencerla que me cuente todo. Creo que ahora será mejor que duerma —razonó—. ¿Tú cómo te encuentras? ¿Sigues divagando en tus pensamientos?

—Sí. Bastante —suspiré—. Me cuesta conciliar el sueño, pero creo que puedo soportarlo.

—Bien. Hasta mañana. Descansa —se despidió.

—Tu igual —contesté y colgué la llamada.

Dejé mi teléfono en el buro y me quedé un momento mirando hacia la nada. Únicamente pensando. Hasta que el sueño volvió a apoderarse de mí y caí dormida de nuevo.

Desperté nuevamente a las 7 de la mañana con el ruido de mi despertador. Hoy era uno de esos días en los que deseaba haberme quedado acostada y no levantarme en todo el día. Pero tenía que asumir mis responsabilidades como madre y estilista, por lo que al pensar en ello, decidí finalmente deshacerme de las cobijas encima mío y ponerme de pie.

Comencé por despertar a Valentina y, a continuacion, ambas comenzamos con toda nuestra rutina mañanera.
En esta ocasión, decidí encender el televisor para conectarme un poco más con el mundo y enterarme de las últimas novedades, pues últimamente me concentraba solo en mi misma y no en lo que sucedía a mi alrededor.

Mientras desayunaba comenzaron hablando de política y el gobierno de Trump, sin embargo, cuando me levanté de la mesa para llevar los platos sucios al fregadero, Valentina me llamó:

—¡Mamá, mira!¡Están pasando a Adam en la tele! —gritó emocionada.

Al instante regresé a la sala. Quería ver el motivo por el que hablaban de Adam en la tele y quizás, también verlo a él, aunque solo fuera a través de una pantalla.

My Heart Is Open (Adam Levine) // [Reescribiendo] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora