Capítulo 33

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 4 días después

Hace dos días que la regla me tenía que haber llegado y esto aumentaba aún más mis preocupaciones. Investigué algo sobre la píldora anticonceptiva que me tomé y ésta incluso podría haber provocado mi atraso y el mareo, pero de igual manera, la posibilidad de un embarazo no se descartaba. Yo no tenía experiencias usando la pastilla, pues normalmente usaba condón al momento de tener relaciones; y cuando fue el embarazo de Valentina todo estaba planeado, así que en esa ocasión no me angustié en absoluto, pues yo deseaba tenerla. 

En cuanto a Adam, las veces que hablé con él y se llegaba a mencionar el tema, yo lo despreocupaba y descartaba cualquier posibilidad de esto. Lo mismo pasaba con Christina, con ella hablaba por mensaje y era más fácil disimular mi preocupación, pues tampoco la quería agobiar con este asunto, ya que se encontraba cumpliendo un sueño: viajar a dónde siempre había querido ir, acompañada de las dos personas a las que más amaba.

Así pues, para, ya sea, seguir ocultándo lo que me pasaba o descartar por completo mi posibilidad de estar embarazada, decidí ir hoy mismo a comprar la prueba, cuando Valentina fuera a casa de su amiga Katty a jugar. 

Pasó la mañana completa, y finalmente llegó la mamá de Katty a recoger a Valentina en su camioneta. Ésta pitó el claxón y Valentina salió enseguida

—Ya me voy ma —dijo Valentina, despidiéndose de mí con un beso en la mejilla—. Hasta la noche. —Finalmente, salió por la puerta y se subió a la camioneta de la mamá de Katty.

Yo me acerqué al marco de la entrada y le sonreí a su mamá.

—Pórtate bien —le dije y ésta asintió.

Observé a Valentina irse y después cerré la puerta de la casa. Resoplé y tomé mi bolso para ir a la farmacia. Iría a una un poco alejada de mi zona, para evitar encontrarme con conocidos y no tener que responder interrogatorios. Así que, llamé a un Uber, el cual apenas tardo cinco minutos en llegar, y me monté en él para que me llevara.  

Durante el camino me mostré nerviosa, no dejaba de tamborilear mis dedos y, de vez en cuando, mordia una uña. Literalmente, me comportaba peor que cuando me hice la prueba para el embarazo de Valentina, y eso que era mi primer embarazo. Pero esta vez era distinto, porque no sabía que pasaría con la carrera de Adam si yo resultara estar embarazada de él. Incluso me planteaba la posibilidad de que me terminaría dejándo para no afectar su fama. Y eso lo temía aún más. 

—Señora, ¿se encuentra bien? —interrogó el conductor, observándome por el espejo retrovisor.

—Sí, sí —respondí nerviosa—. No pasa nada.

—¿Es la primera vez que hará esto?

—¿Hacer qué? —pregunté desconcertada.

—Comprar y hacerse una prueba de embarazo, ¿es la primera vez que lo hará? —cuestionó alzando una ceja.

—¿Cómo sabe que...?

—Por su nerviosismo —cortó mi pregunta—. Pidió que la llevara a una farmacia un tanto retirada, y se muestra bastante abrumada. Imaginé que eso era lo que le sucedía.

Wow. ¿De verdad me mostraba tan desesperada cómo para que el señor se diera cuenta de lo que me pasaba? Por lo visto, sí.

—Hemos llegado —anunció y bajé del auto.

—¿Cuánto será? —le consulté a través de su ventanilla de piloto.

—Así déjelo —respondió sin darle importancia—. Suerte con eso —me deseó, forzando una sonrisa y se fue.

Entré a la farmacia con los pelos de punta. Tras varias personas formadas, finalmente llegó mi turno y la señorita me atendió.

—Si, dígame que necesitaba.

—Una prueba de embarazo, por favor —le pedí.

—¿Buscaba de alguna marca en específico o le muestro las que tengo? —preguntó amablemente. 

—Muestreme las que tenga —solicité.

La señorita asintió y fue al fondo de entre sus estantes. Después de unos minutos de espera, salió ella con tres tipos de prueba de embarazo a la mano. Los colocó frente a mí y mencionó los precios de cada una.

—La más cara es la más efectiva, por supuesto —afirmó por último.

—Deme esa —acepté.

—De acuerdo, enseguida se la entregan de aquel lado —contestó, refiriéndose a donde se encontraba el muchacho que cobraba todo el medicamento.

—Sí, gracias. 

Me formé tras otro señor y después el joven me atendió.

—La prueba de embarazo, ¿verdad? —consultó.

—Sí. La prueba —corroboré.

—Serían 14 dolares, por favor —pidió.

—Claro —respondí, sacando el dinero de mi bolso y entregándoselo.

Éste cobró la prueba, recibió mi dinero, y me entregó el aparato en su respectiva bolsita con ticket.

—Que le vaya bien —deseó sonriendo.

—Sí. Gracias —dije en automático y salí de ahí.

Nuevamente, llamé a otro Uber, que me llevó de vuelta a mi hogar. El conductor de éste, en particular, no me preguntó sobre mi estado, a diferencia del otro, y me cobró 5 dolares.

Llegué a mi departamento, sacándo la prueba de embarazo de mi bolso, dispuesta realizarla en ese mismo momento. Así pues, entré al baño con ella y me senté sobre el inodoro, dubitativa. Las manos me temblaban y sudaban al mismo tiempo, pues en unos momentos sabría la respuesta a lo que me había asechado estos días. Entonces, cuando finalmente me animé a realizarla, tocaron la puerta principal. Enseguida, guardé el dispositivo en su bolsa de manera rápida y lo escondí junto a los productos que almacenaba tras el espejo.

Salí del baño y fui a abrirle a la persona. A quien vi a continuación me dejo impactada. Por un momento sentí que me faltaba el aire para respirar y lograr asimilar aquella situación. No podía ser. No. Esto tenía que ser una broma o un sueño.

—Alexander.      

My Heart Is Open (Adam Levine) // [Reescribiendo] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora