Capítulo 58

129 12 167
                                    

Narra Jessica

—¿Se encuentra bien? —me consultó el taxista, observándome a través del espejo retrovisor.

Yo asentí con debilidad, manteniendo aún la cabeza baja. Sorbí por mi nariz y traté de tranquilizar mis sollozos. Estuvimos tan cerca de unir nuestras vidas para siempre... Tan cerca de hacer nuestra relación pública... Tan cerca...
Pero él había tenido que arruinar las cosas. Me había ocultado durante casi dos meses que próximamente tendría un hijo. ¿En qué carajos estaba pensando? ¿En decirme cuando ya estuviéramos formalizados? ¿A caso planeaba decírmelo algún día?

—Ya hemos llegado —me informó el señor, parando frente a la puerta de la casa.

—¿Cuánto sería? —le consulté, sacando la cartera de mi bolso.

—Cinco dólares —respondió apenado.

Saqué los billetes y se los entregué. Acto seguido, bajé del auto y le agradecí al chófer. Después éste procedió a retirarse.
Me quedé completamente sola en la calle, escuchando únicamente el sonido de los grillos. Toqué el timbre de la casa y esperé un momento a que abriera. Comenzaba a hacer más frío, por lo que calenté mis manos con mi aliento y me froté ambos brazos.

Un segundo después, Christina abrió la entrada, sonriente, sin embargo, su sonrisa se desvaneció al observar mis ojos cristalinos.

—Jessica, ¿que sucedió? —interrogó preocupada.

Intenté hablar, pero ahora mismo no podía formular palabra alguna; por lo que hice un ademán y un leve movimiento de negación de mi cabeza. Gesto que Christina comprendió.
Entonces, se retiró del marco y me dejó entrar, cerrando la puerta tras de mi.

Me dirigí a sentarme en su gran sillón acojinado. Ella me siguió y se sentó al otro extremo, girandose para quedar frente a frente.

Permanecimos un momento en silencio y yo comencé a sollozar. No podía evitarlo, necesitaba desahogarme ahora que nadie más que mi mejor amiga me observaba. Cerré mis ojos con fuerza y a mi mente volvía lo ocurrido hace unos minutos. La última mirada de Adam suplicante hacia mi. Todos los mensajes de texto leídos los recordaba una ligera bocecita en mi mente, sin cesar. Mi respiración se volvió entre cortada, por lo que intenté tranquilizarme. Las lágrimas inundaban mis ojos y las limpié con el dorso de mi mano. Respiré hondo y solté el aire despacio, para intentar calmar mi desolación.

—Adam me ha sido infiel —solté de repente, sin poder asimilar eso aun—. Él tendrá un hijo.

Y a continuación el llanto volvió a mi. Quería controlarme, pero me era imposible. No con semejante dolor en mi pecho. No con esa sensación de mi corazón haciéndose añicos.

Christina se acercó cautelosamente hacia mí y me abrazo por los hombros. Ese acto provocó que me desmoronara por completo. Ella siempre había estado en mis peores momentos y perfectamente sabía que el simple hecho de abrazarme provocaba que llorara más.
Pero eso necesitaba. Necesitaba sacarlo todo ahora y no quedarme nada guardado.

—Yo... No entiendo —dije con la voz un poco agitada—. No entiendo por qué me hizo esto, Christina.

—Tranquila —susurró, intentando calmar mi llanto.

Tragué duro y volví a respirar. Inhalaba, contaba hasta diez, y después soltaba el aire. Repetí esto unas cuantas veces más, hasta que mi situación mejoró.

—Cuéntamelo todo —solicitó, entregandome un pedazo de papel de baño.

Limpié mi nariz e inhalé una vez más para proceder a relatarle los hechos.

My Heart Is Open (Adam Levine) // [Reescribiendo] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora