Capítulo 50

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—Haré lo que quieras —soltó al fin, con la voz ahogada.

Sonreí satisfecho. Eso era justo lo que deseaba escuchar.

—De acuerdo —acepté—. Quiero que escuches con atención y hagas exactamente lo que yo te pida. No aceptaré un "no" por respuesta.

—Creo que eso ya me lo has dejado bien claro —recalcó.

—Vale. Solo quería estar seguro de que no te echarías para atrás —comenté—. Necesito que vengas a vivir conmigo a Canadá.

—¿Qué? —cuestionó desconcertada—. ¿Por qué?

—Escúchame Jessica, creo que nunca comprendiste el verdadero motivo por el que volví a buscarte —indiqué, dando paso a relatarle los hechos—. Valentina me interesa. Sí. No le haría daño alguno. Eso tenlo por seguro. Pero no volví para hacerme responsable únicamente de ella. También de ti.

—¿Qué quieres decir con qué también de mi?

Solté una pequeña risa cínica.

—Quiero que volvamos a estar juntos —dije sin más rodeos—. Formar esa familia que nunca pudimos. Vivir felices. Tu sabes a lo que me refiero.

—Yo nunca formaría una familia contigo —dijo rabiosa.

—Oh vamos, ¿es por esa estrella pop? —bufé—. Jessica, él ni siquiera te da tu lugar. Ni siquiera admite que eres su novia frente al público.

—Tiene sus motivos —defendió.

—Conmigo nunca sucedería eso, cariño —dije dulcemente—. Tú me pertenecerías. Serías mía y me encantaría presumirte con todos.

—Alexander —musitó—. Esa oportunidad se fue cuando me dejaste. Pudimos haber sido esa familia que tu dices. Una familia perfecta, si así le quieres llamar. Pero me abandonaste. Me abandonaste y no comprendo por qué ahora intentas recuperarme.

—Porque cometí un gravisimo error —dije frustrado, soltando una patada a la base de la cama—. Intenté volver a adentrarme en tu vida de buena manera. Traté de ganarte de nuevo. Pero el estúpido de tu novio no me lo permitió.

—No es culpa de él —aseguró—. Tu me perdiste y él supo ganarme. Cosa que tu no.

—Es por eso que ahora vendrás conmigo —ordené—. Vendrás a Canadá y empezaremos todo desde cero. Empezarás una nueva vida acá a mi lado. Y lo mejor, es que únicamente serás de mi propiedad. Te haré mía en todas las formas posibles, así sea necesario forzarte.

Me excitaba pensar en esa posibilidad.

Y de nuevo, silencio. Jessica parecia estar meditando seriamente mi propuesta. Pero no le quedaba otra opción, por lo que tendría que aceptar de una u otra forma.

—De acuerdo —dijo con un hilo de voz—. Me iré a vivir contigo a Canadá.

—Perfecto.

—Solo que yo tengo una condición —exigió.

—¿Y en que consiste? —inquirí.

—No volaré yo hasta allá —admitió—. Puede que me estés tendiendo una trampa. Ya no fío de ti. Quizás me lleves contigo y ni siquiera me permitas ver a Valentina. Únicamente me utilizarías para tus deseos sexuales —concluyó.

—Así que ya no confías en mi ¿eh? —le consulté riendo—. Está bien. Yo tampoco lo haría. Pero, tengo que decirte que yo no iré hasta tu casa. También puede ser una trampa —intuí—. Si quieres, mi otra opción sería vernos en un aeropuerto, en otra ciudad. Que no sea ni Los Angeles, ni Vancouver.

My Heart Is Open (Adam Levine) // [Reescribiendo] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora