Capítulo 23

224 16 13
                                    

Llegamos a casa de Adam, que digo casa, a la tremenda mansión de Adam. La entrada de ésta, para nuestra suerte, se encontró vacía, pues al parecer su mánager se encargó de ese asunto. 

Su cochera era inmensa, estaban aparcados tres coches, de los cuales yo sólo conocía el Porshe y el Mercedes; pero al parecer eran dos Porshes de distintos modelos. Estacionó la moto y ambos bajamos de ella. Caminamos por su gran cochera y noté como un poco más retirado se encontraba una alberca bastante grande, rodeada de césped y algunas palmeras. Llegamos a la entrada de su casa y al abrirla, pude notar la perfecta decoración que tenía, la cual de seguro le había costado una fortuna.

—¡Bienvenida a mi hogar! —habló Adam una vez entramos ambos, cerrando la puerta de la casa tras de si.

—Es inmenso —comenté sorprendida—. Debió salirte muy caro.

—Oh no es nada —respondió Adam, restándole importancia—. Por cierto, quiero presentarte a alguien. 

Éste me dejó sola en la habitación y se dirigió a otro lugar de la casa. Yo me limité a quedarme ahí parada, pues no sabría ni por dónde ir y temía perderme...; de acuerdo, eso era una exageración de mi parte, pero aún así decidí permanecer allí. Tras un breve momento, volvió Adam y junto a él venía una hermosa perra golden retriever.

—¡Dios que bella es! —expresé, incándome de cuclillas  para poder acariciar al animal de bello pelaje, ésta no dejaba de lamerme y eso me provocaba cierta gracia—. ¿Cómo se llama?

—Frankie. Es mi compañera desde hace ya unos 3 años.

Yo continué fascinada con Frankie un rato más; estoy segura de que si Valentina estuviera aquí, ya hubiera empezado a corretearla y jugar con ella. Nosotros no teníamos un perro, ya que el patio trasero era bastante chico, apenas suficiente para tener un tendedero y una lavadora.

Adam sacó nuevamente al golden para el patio trasero y me comenzó a mostrar todo su hogar en general. Además de las habitaciones con las que cualquier casa contaba, como: baño, dormitorio, cocina, comedor, etc... él también poseía una habitación de juegos con una pantalla enorme, una sala también de grabación con algunos instrumentos, varias salas de estar, una terraza, entre otras. Por último, me mostró su habitación, la cual se veía demasiado acogedora.

—Puedes quedarte aquí conmigo si quieres —me ofreció—. Si no, puedo darte otra habitación o yo puedo ir a dormir al sofá —esto último lo comentó en tono divertido, recordando aquel día donde yo lo quería dejar en el sillón.  

—Creo que me quedaré aquí —respondí caminando por toda la habitación—. Lo único que veo de problema es con qué dormiré o qué me pondré mañana.

Adam resopló, rascándose la nuca.

—¿Quieres que te vaya a comprar algo de ropa? 

—Oh no —le impedí—. No me refería a eso —dije riendo—. Puedo ponerme lo mismo mañana y dormir en...

—¿Ropa interior? —cuestionó Adam alzando una ceja y sonriendo pícaramente.

—Sí, pero considerándolo bien, mejor no.

—Ahhh —contestó triste, haciendo un puchero—. Pero si no hay nada que no haya visto ya.

Sabía a que se refería, a cuando me cambié en el auto y me llegó a ver totalmente en calzoncillos y brasier.

—Esa vez fue exclusiva —justifiqué—. Y no volverá a pasar.

—No hay problema. Puedo esperar para ver mucho más después. —Nuevamente sonrió de manera pervertida y, de alguna manera, esa sonrisa suya me encantaba. Le lancé una almohada de su cama y éste solo rió—. ¿Quieres algo de comer? ¿Encargo algo?¿Qué te gusta?

My Heart Is Open (Adam Levine) // [Reescribiendo] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora