Capítulo 85

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Narra Jessica

—¡¿Le has aplicado el tinte incorrecto?! —cuestionó mi jefe, sacado de quicio.

—Fue... Un accidente —tartamudeó Scarlett, sin saber muy bien qué decir.

Ambos discutían desde hace unos segundos encerrados en la oficina de mi jefe. Una chica que le había tocado atender había solicitado un tinte rosado en las puntas de su cabello, sin embargo, Scarlett había confundido los empaques y terminó por colocarle unas en tono gris.
Enseguida que la muchacha se percató de ello, fue directo a informarselo a nuestro superior. Christina y yo nos dimos cuenta de lo que sucedía y al no tener clientes ya, no dudamos ni un segundo en quedarnos un rato más a escuchar la escena tras la puerta, a fin de cuentas, nuestras hijas aún tardarían en salir de sus escuelas.

—¿Qué está sucediendo? —cuestionó Arthur en un susurró, llegando hasta nosotras.

—Shhh —le callamos ambas al unísono.

—Sólo escucha —musitó Christina.

—Accidente o no, estoy harto de tus tonterías —espetó él—. Estás despedida.

Quedamos boquiabiertos e intercambiamos miradas entre nosotros. No podíamos creer que esto finalmente estuviera sucediendo. Era demasiado bueno para ser verdad.

—Pero... —intentó reprochar—. Pero no puedes despedirme.

—¿Por qué? —inquirió—. ¿Por un estúpido acostón contigo? Por favor —bufó—. Hay mejores mujeres y que lo hacen mucho mejor que tú.

Sin poderlo evitar, soltamos los tres una pequeña risa, pero decidimos callar al instante, pues nos podrían atrapar espiandoles.

—Toma tus cosas y largo —prosiguió—. No te necesito más tiempo aquí.

Un momento de silencio que pareció eterno para nosotros.

—De acuerdo —aceptó rehusada, encaminandose hacía la puerta, por lo que retrocedimos—. Y por cierto, Henry, tampoco es como que tu lo hicieras de maravilla.

Dicho esto, salió de la habitación. Nosotros simulamos estar por ahí tomando nuestras pertenencias, sin quererle prestar mucha atención.

—Sé que han estado espiando —indicó, viéndonos fijamente—. Pero no me importa. Ya no les volveré a ver nunca.

—Gracias a dios —suspiró Christina

—Debías saber que algún día tener sexo con él dejaría de funcionar —mencioné burlona.

—Tener sexo sin compromiso a veces es mejor que creer en todas esas tonterías del amor para terminar siendo el acostón de un famoso que solo buscaba divertirse un rato contigo —indicó. Y enseguida la rabia creció en mi interior—. Dime, ¿qué tal te ha sentado la noticia de que se casará y está esperando un hijo?

—No tienes idea de lo poco que me importa lo que él esté haciendo con su vida ahora —respondí—. Quizá fui la tonta que creyó en el amor. Pero al menos no he sido juguete de cualquier hombre que me llama la atención. Y mucho menos he necesitado de acostarme con alguien para mantenerme en un empleo por falta de capacidad para hacer algo.

Christina soltó una pequeña risa burlona y Scarlett le observó furiosa.

—Lo que digas —bufó ella, rodando los ojos—. Deseo no volverles a ver nunca.

Y así, caminó hacia donde era su lugar de trabajo, tomando el resto de sus cosas. Arthur y Christina decidieron ignorarla; pero yo permanecí con mi vista fija en ella. Bien era cierto que lo que me acababa de decir me había molestado un poco, pero, por algún motivo, no quería que este último momento aquí junto a ella, terminara de esta forma. Podía haber sido una víbora todo este tiempo que duramos trabajando juntas, sin embargo, no quería desearle lo peor. Por lo que tras un momento, cuando Scarlett estaba a punto de irse, inhalé profundo y me acerqué hasta ella.

My Heart Is Open (Adam Levine) // [Reescribiendo] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora