Capítulo 28

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4 días después (Narra Jessica)

Iba de camino a la estética. Mi mente no se concentraba en su totalidad, pues mañana Adam se iría y no lo volvería a ver durante un largo tiempo; a menos que él tuviera la oportunidad de venir a Los Ángeles entre un concierto y otro, pero sería muy difícil; puesto que revisé sus fechas de conciertos y todas eran separadas por un sólo día, cuando mucho, algunas se separaban por 3 o 4 días y ese era el periodo de tiempo que utilizaban para viajar de un país a otro. 

Llegué a mi lugar de trabajo y abrí la puerta para entrar. Pasé sin siquiera girarme a ver a alguna de las personas que esperaban su turno.

—Jessica —me habló Christina y me giré para verle. Ésta me miraba un tanto preocupada—. ¿Te encuentras bien?

—No del todo —respondí resoplando y sentándome en la silla que se encontraba en mi sitio de trabajo.

—¿Qué sucede? Ayer no te encontrabas así —observó.

—No es nada, sólo que... —Hice una mueca—. Adam se irá mañana al amanecer y no sé, creo que lo estaré extrañando bastante. Si de por si casi no nos vemos, ahora que esté de gira apenas y hablaremos.

—¡Vamos! —trató de animarme—. Estoy segura de que él se hará un espacio en su apretada agenda para poder venir a visitarte de vez en cuando.

—No lo sé, Christina —respondí resignada—. Tiene las fechas demasiado consecutivas, es complicado. Además, tú también te irás mañana, así que me quedaré completamente sola.

—¿Quieres que me quede contigo? —consultó, observándome de una manera compasiva.

—Claro que no. Estaré bien —afirmé, un poco sorprendida por la actitud de mi amiga hacia mí. Pues ella no solía ser así.

—Fiu —resopló—. Que bueno, porque no me quería perder el viaje de mi vida por esto. —Y ahí estaba de nuevo esa Christina que yo conocía, a lo que reí—. ¿Y no lo verás hoy?

—No tengo idea. No hemos quedado en nada. 

—Dudo mucho que se vaya sin despedirse antes de ti. 

Un instante después, la puerta de la estética se abrió y, de no ser porque muchos giraron a observar al recién llegado, yo no habría girado si quiera a verle. Era él. Adam. Se me dibujó una enorme sonrisa al verlo entrar con sus lentes de sol puestos y una cachucha; tanto que, incluso, brinqué de mi asiento.

—Hola preciosa —me dijo al momento de llegar conmigo.

Yo le brindé un fuerte y gran abrazo. De no ser por todas las personas expectantes, lo habría besado, sin dudarlo.

—Llegaste en el momento preciso, Adam. Estaba por morirse si no te veía hoy, antes de que te fueras —intervino Christina, a lo que ambos reímos.

—¿Pensaste que me iría de Los Angeles sin despedirme de ti?—cuestionó sonriente. 

—Pues... —balbuceé dudosa.

—Sí, lo pensó —afirmó Christina—. Debiste haber visto la cara con la que llegó hace un momento.   

Yo me volví a verla con una mirada fulminante; pero ella y Adam simplemente rieron.

—Obviamente no me iría sin pasar contigo gran parte de este día —me informó, aún mostrando un amplia sonrisa—. Y, para comenzar, decidí venir a pintarme el pelo.

—¿Viniste a que yo te pintara el pelo? —cuestioné expectante.

—Claro. ¿Por qué no?

—De acuerdo. Pero me temo que tendrás que esperar tu turno —le comuniqué, señalando con mi mirada a las personas que aún faltaban por pasar.

My Heart Is Open (Adam Levine) // [Reescribiendo] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora