Capítulo 24

197 17 14
                                    

Desperté tras sentir movimiento en la cama; fui abriendo mis ojos lentamente y noté que Adam se levantaba de mi lado para vestirse. Yo lo miraba de manera discreta y sin pronunciar palabra; incluso me hacía pasar por estar "dormida" aún. Observé como se puso una playera gris y encima de ésta una camisa cuadrada roja con negro. Luego, al estarse cerrando el cierre del pantalón de mezclilla, dirigió su vista hacia mí y sonrió, yo cerré los ojos inmediatamente.

—Ya te vi, no hace falta que fingas —me habló y yo volví a abrir los ojos, sonriéndole—. Buenos días, reina.

—Buenos días —respondí soltándo un bostezo y estirando mis brazos. Luego me senté en la cama, abrazando mis piernas y recargándome en la cabecera.

—¿Cómo dormiste? —consultó, sentándose a un lado mío—. Me imagino que muy bien al quitarme la almohada y las sabanas toda la noche —supuso riendo.

Yo observé mi espacio y, de hecho, tenía todas las cobijas y las dos almohadas de mi lado.

—Oh, lo siento —me disculpé con una ligera risa—. Tu sabes que estoy acostumbrada a dormir sola.

—En un tiempo ya te estarás acostumbrando a dormir acompañada —dijo guiñándome un ojo.

—¿A qué hora irás a la entrevista de Ellen? —cuestioné.

—En una media hora tengo que estar allá.

—¿No crees que ya es algo tarde como para que apenas nos estemos levantando?

—Nah —contestó restándole importancia—. Me peino rápidamente, me tomo un licuado y listo.

—Pensé que tardabas más arreglándote. No sé, creí que eras más selectivo en tu atuendo y te tardabas bastante tiempo peinando, y por eso luces siempre bien.

—No es necesario todo eso. Yo siempre me veo sexy. En cualquier manera —respondió alardeando. Yo reí. —O niegamelo.

—No lo niego. Eres bastante guapo y atractivo —admití.

—Y solo tuyo —aseguró, volviéndome a guiñar un ojo—. Voy a preparar un licuado, ¿gustas algo más para desayunar? —preguntó levantándose de la cama—. Tengo cereal, jugos, fruta...

—Cereal está perfecto.

—De acuerdo. —Sonrió levantando ambos pulgares y salió de la habitación.

Me levanté del colchón y busqué mi pantalón y zapatos del día anterior; después tomé la blusa nueva que me compró Adam y me vestí. Guardé la pijama en la bolsa que venía y bajé las escaleras para llegar a la cocina y encontrarme con la persona que en estos últimos dos meses había causado una gran felicidad en mi vida. Él ya estaba repartiendo el licuado en dos vasos, cuando llegué y me senté en uno de los taburetes de la barra de comida. Frankie, por su parte, se encontraba dentro de la casa, acostada a los pies de uno de los sillones.

—Es de manzana —me informó colocando el vaso frente a mi—. Espero te guste. —Sonrió ampliamente—. Y quería preguntarte del cereal, ¿prefieres Cheerios o Corn Flakes?

—Cheerios —respondí.

Éste alcanzó una caja de cereal Cheerios y me los sirvió en un tazón con leche; por último, le colocó una cuchara y me entregó el bol. Adam se tomó de una sentada todo su licuado, cuando apenas yo comenzaba con el cereal. Lo miré boquiabierta.

—Perdona si no me puedo sentar a desayunar con calma —se disculpo dejando su vaso en el fregadero—. Simplemente que me falta cepillarme los dientes y peinarme, y no tardarán en pasar por mí.

—Sí, no te preocupes.

Sonrió y anduvo dando vueltas por la casa, mientras terminaba de alistarse. Yo me limitaba a observarlo, al tiempo en que acababa con mi desayuno. Escuché como, tras unos minutos, tocaron un claxon fuera de la casa.

—Ya me tengo que ir, mi amor —informó Adam acercándose a mí—. Si quieres puedes ver la tele mientras vuelvo, o meterte a la sala de videojuegos, ir a la terraza... —me propuso—. Lo que tu quieras hacer. Tardaré de una a dos horas.

—Está bien —me limité a responder y le brindé un tierno beso en los labios—. Ve con cuidado.

—Por supuesto. Nos vemos luego —respondió ya saliendo por la puerta principal—. Te quiero.  

Una vez se fue, resoplé. Terminé de desayunar y lavé los trastes que había utilizado, dejándolos escurriendo. 

Fui a dar un recorrido a la casa, hasta llegar a la sala de instrumentos musicales. Me senté frente al teclado y observé las partituras que se encontraban en el atril. Eran al parecer las notas de "She will be loved". Yo había aprendido algo de partituras y de este instrumento cuando fui adolescente, pues llegué a tomar unas clases de música por las tardes. Así pues, intenté tocar la canción, pero sólo conseguí sacar unas cuantas notas y, frustrada, me levanté del instrumento y salí de ese cuarto.

Decidí que mejor vería la televisión. Entonces fui a la sala principal y encendí la pantalla. Cambiando los canales, me encontré con el show de Ellen. Adam aún no se encontraba con ella, pero no tardaría en salir, así que permanecí en ese canal. Tras varios minutos, por fin entró él, siendo recibido con numerosos aplausos. 

Ellen comenzó preguntándole lo básico sobre sus novedades musicales y su reciente sencillo "Cold", y el lazamiento ya cercano de su albúm y su gira. Después de haber hablado sobre esos puntos, por fin la mujer fue directo al grano.

—Y bien Adam, hemos escuchado recientes noticias tuyas sobre ¿una nueva posible relación? —cuestionó Ellen dudosa.

—Sí, he visto los rumores, pero puedo decirte que no son ciertos —afirmó.

—¿Es en serio? Porque muchos aquí pensábamos que confirmarías la relación con la chica con la que te han captado recientemente.

En la pantalla de fondo, se mostraron las fotos de la última revista que había salido a la luz, con nuestra foto besándonos.

No es una relación. Los dos no llevamos mucho de conocernos, nos estamos tratando y nos la pasamos bien juntos, pero nada más allá —explicó—. Hasta ahora sólo nos vemos como unos buenos amigos, dudo mucho que llegue a surgir algo después. Ella no es mi tipo.

Esas palabras las pronunció con tanta seguridad, que me las creí. Sentí una horrible sensación en el pecho al escucharlo decir aquello y por un momento tuve unas ganas inmensas de querer abofetearlo por lo dicho.

—¿Y qué nos puedes decir de esa foto? —preguntó Ellen, sin darse por vencida aún, teniendo la certeza de que Adam confirmaría la relación; pero él no lo haría. No después de lo que dijo.

—Que fue un impulso —contestó sin darle mayor importancia al asunto; o era muy buen actor para poder decir eso tan creíblemente, o en realidad él sentía lo que decía—. Creo que a todos nos ha llegado a suceder. Besar a alguien simplemente por impulso, sin necesidad de que haya un sentimiento de por medio. Sólo que nosotros tuvimos la maldita suerte de que alguien tomara la foto en ese instante y la hiciera pública.

—De acuerdo —respondió Ellen, ya un poco más convencida con el último argumento de Adam—. Gracias por venir. Espero poder escuchar su nuevo álbum pronto. Estoy segura que ,como siempre, nos dejarás complacidos.

—Gracias a ti por invitarme. —Estrechó su mano—. Nos vemos pronto —se despidió ya levantándose del sofá y saliendo de escena.         

                            










My Heart Is Open (Adam Levine) // [Reescribiendo] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora