Capítulo 78

207 11 57
                                    

Me giré a verle, sorprendida. No podía decirlo en serio. No. Su casa era el último lugar al que deseaba ir con él.

—Estás loco —aseguré—. No iremos a tu casa.

—¿Tienes una mejor opción? —inquirió, viéndome de reojo, mientras conducía.

Medité un momento. Mis manos temblaban de solo saber que estaríamos en su casa. Solos. Estaba nerviosa. Y no tenía ni idea de qué hacer.

—Tu teléfono —balbuceé—. Le llamaré a mi madre y preguntaré por la dirección de casa de mi tío.

—¿Tu madre tiene teléfono celular? —No. Carajo. Solo tenía número fijo. Negué levemente—. Además no traigo mi teléfono. Mi salida de casa ha sido corta y no me ha dado tiempo de tomarlo.

—Que casualidad, ¿no? –cuestioné irónica, no creyéndole que no trajera el móvil consigo.

—Al menos he cargado las llaves —recalcó, con una sonrisa de lado; a lo que me dejó callada.

Resoplé y miré por la ventana. Las casas ya me comenzaban a parecer conocidas en esta zona. Estábamos cerca de su residencia. Tanborileé mis dedos con nerviosismo. Pero seguía sin que se me ocurriese algo para no llegar a donde él planeaba.

Tras un lapso más recorrido, llegamos a su residencia. Abrió el enorme portón automático y adentró el carro a su cochera. Lo estacionó junto a su Porshe descapotable y su moto.

—Bajaremos corriendo —indicó—. Ten.

Al decir ésto, él se quito su chaqueta negra y me la otorgó, quedando únicamente con una playera de manga corta gris, descubriendo sus brazos tatuados en su totalidad.

—Póntela —ordenó al ver que yo no reaccionaba.

—¿Y que hay de ti? —cuestioné, agarrando la prenda que me otorgaba y colocandomela.

—Tu la necesitas más —aseguró y sacó las llaves de su bolsillo trasero, busco una y me la entregó—. Ve adelante y abre la casa. Enseguida voy yo. Debo cerrar el auto y sacar algo del maletero.

—De acuerdo —musité.

Le miré un segundo a los ojos y sentí como mi corazón se comenzó a acelerar de nuevo. Eran tantos los recuerdos que venían a mi mente al observarle...
Aparté la mirada de inmediato y abrí la puerta. Tomé mis cosas y corrí bajo la lluvia hasta llegar al umbral de la casa. Ya bajo el pequeño techo que cubría la entrada, saqué las llaves que Adam me había dado y abrí la puerta. Entré enseguida, dejando la entrada abierta y esperando a que Adam entrara también para cerrarla.
Él se entretuvo un momento sacando algo de la cajuela y tras hacer esto, aseguró el vehículo, para venir corriendo hacia donde yo me encontraba.

Una vez entró, cerré la puerta tras él. Ambos secamos nuestros pies en la alfombra y, cuando estuve a punto de avanzar, Adam me tomó por el brazo, reteniendome.

—Espera un segundo. Iré por una toalla.

Así, corrió escaleras arriba por lo antes nombrado. Mientras tanto, yo observé todo a mi alrededor. Seguía tal cual lo recordaba.

Mis ojos comenzaron a humedecer al rememorar lo vivido aquí. Había sido poco. Porque solamente una ocasión llegué a estar en este lugar. Pero con eso bastaba para que volviera ese dolor en mi pecho y esas ganas de romper en llanto.

Al ver bajar a Adam de nuevo, enjugué mis ojos de inmediato y recobré mi postura firme. Aquella que, en estas condiciones, no tardaría mucho en desaparecer.

—Sécate —ordenó, tendiendome la toalla—. Y dame la chaqueta para ponerla a escurrir.

Me quité dicha chaqueta y se la devolví. De igual forma, él tomó mi bolso y la caja de zapatos que cargaba, para llevarlas al sillón.
Tomé la toalla y comencé a pasarla por mis brazos desnudos, al igual que por mi rostro y parte de mi cabello.

My Heart Is Open (Adam Levine) // [Reescribiendo] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora