Capítulo 73

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—Te he echado mucho de menos —susurró a mis espaldas.

Cerré mis parpados y giré sobre mi misma. No quería mirarle de nuevo, porque sabría que entonces todo mi mundo se vendría abajo. Sin embargo, sin necesidad de hacerlo, logró que un gran escalofrío me recorriera al sentir su mano sobre mi mejilla, acariciandola con suavidad. Sentí su respiración cada vez más cerca, intercambiandose con la mía. Nuestra cercanía era peligrosa, mas yo no me armaba del valor suficiente como para apartarme.

—Debo irme —aseguré con un nudo en la garganta.

Abrí mis ojos finalmente y lo encontré a escasos centímetros de distancia, nuestros labios casi rosandose y nuestras narices juntas. No pude evitar que una lágrima corriera por mi mejilla. Adam pasó su pulgar y la limpió, sonriendome de medio lado.

—No te dejaré ir de nuevo.

Inhalé profundo, intentando armarme de valor y dejar toda sensibilidad a un lado. Desvié mi mirada un segundo, para de nuevo regresarla a los ojos color verde que se encontraban frente a mí.

—No hay manera de que puedas detenerme —afirmé.

Giré de nuevo, dandole la espalda y con disposición a marcharme de una vez de ese lugar. Sin embargo, Adam me tomó del brazo, reteniendome.

—¿Quieres apostarlo? —inquirió alzando una ceja.

—No quiero ser un estorbo, Adam —gruñí, safando mi brazo de su agarre—. Tu estás aquí con Behati. Ya me interpuse dos meses entre ustedes dos y no pienso hacerlo más.

—Jessica, tu no... —pronunció con suavidad.

—¿Adam? —inquirió Behati, buscándole con la mirada desde su mesa. Ambos nos giramos a verle.

—Adiós, Adam.

Tras decir esto, me apresure a caminar hacia la salida, sin querer mirar atrás. Otra lágrima corrió por mi mejilla, pero la decidí limpiar de inmediato. Apenas caminé un poco, para alejarme del restaurante, cuando llegó el carro de Ed frente a mí. Atravesé a un par de coches para entonces lograr subir de inmediato.

—Habiamos acordado en que volvería por ti, ¿qué ha pasado? —quiso saber Ed apenas abroché mi cinturón.

—Nada —descarté—. Solo creí que sería mejor que no te estacionaras y alcanzarte yo primero.

—Pero...

—No ha sido nada —le interrumpí, tomando su mano que se encontraba sobre la palanca de velocidades—. En serio.

Él me miró un poco desconfiado, pero prefirió no volver a preguntar más y condujo en silencio hasta donde ambos residiamos. Durante el trayecto, me limité a observar a través de la ventanilla, recordando nuestra muy breve conversación. Había querido besarle, sin duda; pero habría sido algo incorrecto. Ahora tenía a Ed. Y él era bueno para mí. 

Al llegar, Ed aparcó el auto frente a su casa. Una vez estuvo correctamente estacionado, lo apagó y permanecimos en silencio. Un incómodo silencio.

—¿Quisieras que me quedara contigo un rato más? —me consultó.

Yo aun observaba afuera, por lo que regresé mi vista hasta encontrarme con su mirada. Negué levemente.

—No. Lo mejor será que nos veamos mañana —aseguré, forzando una sonrisa.

—Claro —musitó.

Sabía, por la expresión en su rostro, que mi respuesta le había decepcionado. Quizá él habría deseado que le dijera que se quedara un rato más, que le despreocupara de cualquier pensamiento que tuviera sobre mí y Adam en el restaurante; pero ahora mismo, yo no me sentía con ánimos para nada.

My Heart Is Open (Adam Levine) // [Reescribiendo] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora