Capítulo 57

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Me sentía destrozada. No podía creer lo que acababa de leer. Simplemente no asimilaba toda su conversación. ¿Es que acaso Adam no planeaba decirme nunca? ¿Pensaba ocultarme toda su vida que tenía otro hijo? Me sentía traicionada y a la vez, decepcionada de él.

Un instante después lo vi venir hacia mi, yo escondí mi rostro entre mis manos, pues no quería ni verle a la cara. Trataba de tranquilizarme, ya que no quería que viera que me encontraba llorando por su culpa.

—Perdona la tardanza. Había varias personas formadas —resopló.

Asentí levemente, manteniendo la vista aún baja.

—Preciosa, ¿estas bien? —cuestionó desconcertado, colocando su mano sobre mi hombro.

Yo alcé finalmente mi mirada y enseguida su semblante sonriente cambió. Me observó preocupado y después se percató de que su celular aún se mantenía encendido. Abierto en aquella conversación. En aquella maldita conversación.

—Jessica —pronunció con suavidad.

No era capaz de estar junto a él ahora. No quería escucharlo, ni siquiera verlo. Tomé mi bolso y me levanté enseguida de mi lugar. No quise mirar atrás y me encaminé hacia la puerta. Cada vez brotaban más lágrimas y no podía retenerlas.
Alcancé a escuchar como Adam gritó mi nombre de nuevo, pero preferí ignorarle.

Esquivé a unas cuantas personas para llegar hasta la entrada. Salí y el aire del exterior me impactó fuertemente.
Seguí caminando, sin saber muy bien hacia dónde me dirigía, hasta que, al cruzar la calle, me sujetó de un brazo.

—Jessica —repitió—. Puedo explicarlo todo.

—¿Es tu hijo o no? —pregunté con rabia.

Tenía un gran nudo en la garganta. Solo quería gritarle o salir de ahí corriendo. Quería llegar a mi casa y encerrarme para no salir nunca más. Había sido una estúpida si creía que alguien como él no podría fallarme nunca. Había sido estúpida si creía que yo sería la única, por encima de todas aquellas modelos que lo perseguían. Y sobre todo, había sido una estúpida al creer que él había cambiado su faceta de "mujeriego".

Adam dubitó un momento antes de responder. Miró al suelo, sin saber muy bien qué decir. Se le notaba arrepentido, frustrado.

—¡Responde! —le exigí desesperada.

—Sí, lo es —admitió en un susurro, alzando ligeramente su cabeza—. Pero...

—No me interesa saber nada más —le corté.

Me safé de su agarre y continué con mi camino. Sin embargo, me detuve. Había olvidado un pequeño detalle. Giré sobre mi misma y me acerqué lentamente hasta Adam, permaneciendo a un metro de distancia.

—Creo que esto se lo tienes que entregar a otra persona —dije y con todo el dolor del mundo saqué el anillo de mi dedo y lo arrojé hacia él.

Observé cómo se agachó a recogerlo mientras aún rebotaba en el piso y después alzó su mirada hacia mi. Tenía los ojos cristalinos.

Sin detenerme más tiempo y comenzar a sentir lástima por él, giré de nuevo y continué caminando. Las lágrimas comenzaban a correr por mis mejillas, nublando mi vista.
Por suerte, logré observar un taxi estacionado y me acerqué corriendo hacia él.

El señor me indicó que subiese, así que lo hice. Y éste comenzó a conducir hacia el destino que le di.

Narra Adam

Cuando la vi arrojarme el anillo sentí como mi corazón se encogió. Había perdido a Jessica, quizá para siempre y solo por esa estúpida noche. Esa noche que desde que ocurrió no habia dejado de pensar en ella. No había dejado de arrepentirme de lo sucedido. La noche que, definitivamente, arruiné todo.



My Heart Is Open (Adam Levine) // [Reescribiendo] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora