Capítulo 3

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Narra Adam

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Narra Adam

Una vez salí del restaurante, pasé corriendo a todos los paparazzis que, por fortuna, no lograron reconocerme. Al no traer mi auto conmigo, no podía llegar pronto a mi casa, y tampoco quería arriesgarme a tomar un taxi o Uber y que me descubrieran de nuevo, así que opté por caminar hasta la residencia de James. No quedaba muy retirado, pero tampoco demasiado cerca, por lo que me tomó varios minutos llegar.

Al hacerlo, digité la clave para entrar. El portón se abrió en automático y crucé la cochera. La puerta principal se encontraba abierta, así que me adentré. Noté que Jesse estaba ahí también. Ambos sentados en sillones opuestos de la estancia, conversando; mas callaron al verme y dirigieron sus curiosas miradas hacia mí.

—Hola rubia, hola Jesse —les saludé rápidamente, cruzando la habitación y dirigiéndome al baño.

—¿Adam? —inquirió James, desconcertado.

—Claro que sí, idiota —contesté, encendiendo la luz del sanitario y observándome en el espejo—. ¿Quién sería si no?

—¿Por qué has venido así? —cuestionó Jesse—. Con ese... maquillaje.

—Fue un favor que alguien me hizo —dije, al tiempo en que abría el espejo y vertía un poco de desmaquillante sobre un trozo de algodón—. La prensa me encontró y quería escapar de ahí.

Cerré el espejo de nuevo y comencé a pasar el algodón por mi rostro, retirando todo el maquillaje que Jessica había colocado sobre mí.

—Ya decía yo que tú no sabías ni colocarte bien una base —exclamó James y Jesse soltó una pequeña risa.

—¿Quién te ha maquillado? —quiso saber el castaño.

—Una mujer que se encontraba ahí —aseguré—. Realmente no importa demasiado.

—¿No importa? —bufó el rubio—. ¿Qué has hecho para que haya aceptado hacerlo? El maquillaje que te ha colocado se nota que no es nada barato, ha cambiado bastante bien tu aspecto.

—Quizá le parecí encantador y por eso decidió ayudarme —alardeé, saliendo finalmente del baño, ya por completo limpio—. No lo sé, puede que cambiarme frente a ella haya servido.

—¿Estás diciendo que no quiso desperdiciar la oportunidad de ayudar al famoso Adam Levine? —cuestionó James, burlón.

—Por extraño que parezca, no —respondí, tomando una manzana del frutero que se encontraba en el comedor y yendo hacia ellos—. No dudo que haya sentido alguna atracción hacia mí y por eso me ayudara, pero no lo ha hecho por mi fama. Ella realmente no parecía conocerme.

James y Jesse intercambiaron miradas, sorprendidos, arqueando ambas cejas.

—Entonces seguro sólo fue amabilidad —contestó el rubio—. ¿O te pareció algo más? Siendo honestos.

My Heart Is Open (Adam Levine) // [Reescribiendo] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora