Capítulo 51

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Narra Jessica

Haberme despedido de Alexander de esa forma fue algo de cierta manera doloroso. Si bien, él me había causado sufrimiento, problemas y angustia, también lo había llegado a querer en un pasado.

A veces me sorprendía a mi misma la capacidad tan fácil que tenía en perdonar a las personas y no guardarles rencor. Porque eso haría. No le guardaría rencor alguno a Alexander. Simplemente lo dejaría ir. Para siempre. Únicamente con un ligero sentimiento de culpa, al saber que pasaría ocho años de su vida en prisión.

Ya conocía la sentencia. Los policías me informaron de todo en cuanto la sra. Rivers y yo marcamos a su estación para informarles del asunto.
Ellos llevaron el equipo necesario y estuvieron al pendiente todo el tiempo hasta que recibí la llamada. Prepararon sus equipos y grabaron todo. Esa era la prueba suficiente de la que nos habló el oficial del aeropuerto. Esa era la prueba que indicaba que todo era un secuestro. Y sobre todo, era la prueba que había llevado a Alexander a deparar en el peor de sus destinos.

—¿Quieren que nos marchemos de una vez? —consultó Arthur, apareciendo repentinamente detrás de nosotras.

Éste me había llamado hace unas horas para acordar en que saliéramos, sin embargo, debido a la presión en la que me encontraba en ese momento, no tuve más remedio que relatarle lo que sucedía. Él no dudó ni un segundo en venir conmigo hasta Washington. Decía que necesitaba de un acompañante, pues los oficiales no viajarían conmigo. Ellos contactaron a la policía de este estado y le comunicaron todo, así pues, había acordado en verme con los otros oficiales en la entrada del aeropuerto para planear mejor la situación.

—Claro —dije resoplando—. Solo espera un segundo.

Dicho esto, dejé a Valentina junto con él y me dirigí con uno de los oficiales que permaneció en el lugar, sin marcharse tras Alexander.

—¿Qué sucederá ahora? —consulté—. ¿Aquí terminó todo el asunto? ¿No hay más?

El oficial asintió levemente.

—Su ex pareja será llevado a prisión sin juicio alguno —me informó—. Mientras que usted puede regresar a su hogar junto con su hija en total tranquilidad. El señor Martin pasará por todo un proceso del cual no es necesario que usted sea participe.

—De acuerdo —acepté—. Muchisimas gracias por todo.

—No tiene por qué —respondió con una cordial sonrisa.

Le sonreí de la misma manera y volví nuevamente con Arthur. Me encontraba agotada por el vuelo y no me imaginaba cómo se encontraba Valentina también. Por ello, decidimos ir a tomar asiento en las bancas que se encontraban por la entrada.

—Hey. —Arthur me detuvo justo antes de sentarme—. Tienes que comer algo. No has comido nada desde la mañana.

—No tengo hambre —comenté con cierto desgano y me safé de su agarre para después  proceder a descansar.

Valentina se sentó a mi lado, al igual que Arthur y permanecimos un tiempo así.

—No me importa si no tienes hambre —sentenció Arthur tras un momento de silencio—. Iré a comprar unas hamburguesas. Enseguida vuelvo.

Yo asentí. Sabía que no podría impedir que fuera a comprar alimento.

—Mamá —musitó Valentina.

Esta era la primera vez que hablaba desde que regresó junto a mí.

—¿Qué sucede, cariño? —cuestioné, retirandole un mechón de pelo de la cara.

My Heart Is Open (Adam Levine) // [Reescribiendo] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora