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Y la vida es una rueda. Una rueda giratoria que rueda y rueda sin parar sin saber a donde te conduce, que espera de ti. Una rueda del destino en la cuál estás predestinado a cumplirla, una rueda significativa para tu vida y tan influyente en la corriente de tus pensamientos y decisiones próximos a tomar.



Él nunca había pensado en que le iba a suceder justo a él. Tenía toda la vida por delante, sueños por cumplir, deseos por realizar. Todo giró en torno de esos benditos ¿malditos? Análisis cuales le dijeron que iba a tener una grave enfermedad incurable. Y a partir de entonces el comienza a maltratar su vida, a imponerse y decir "quiero morir en soledad". Pero la soledad no parecía tan buena compañera como parecía, la soledad quiebra, separa, arruina todo deseo de superación. Del constante día a día.



Y cuando conoce a muy corta a edad a una chica, jamás pensaba que su vida iba a girar también en torno a ella... porque uno se pregunta... ¿cuando sabemos que el amor es eterno? ¿Hay alguien que te lo inculca? ¿O sos vos el que está predestinado a ese tipo de amorío?



Uno no se pregunta si el amor es eterno. Uno se pregunta si ese amor es inmortal. Que no es precisamente lo mismo.



Miles de veces pensamos primero en lo negativo, porque somos unos intrépidos pesimistas. Porque nunca nos fijamos en lo positivo de la historia, porque simplemente para vos la historia ya está contada, echa así, imposible de cambiar.


Y cuando todo parece acabar, él dá vuelta la página de su libro y hace todo lo contrario.La historia de una lucha constante, incesante, y hermosa. La historia de un tipo digno de recordar. Porque de algo estuvo seguro. Que la muerte es una ruleta. 



Y ella tan segada por su entorno. Tanta felicidad en su vida, amarguras y tristezas. Pero lo primordial siempre fue la felicidad, porque su vida, sonreía. Conoció a un tipo de lo más apuesto, vivió con él su vida entera destinada a él y a todo sobre él.


Porque ella era feliz, y le importaba poco que pasaría dentro de dos años, quizá cinco, tal vez diez. Porque ella vivía llena de juventud llevándose el mundo entero por delante. Porque no había promesas de la felicidad, y ella lo sabía. Sabía que no todo estaba predestinado de una manera, que uno no era feliz, o infeliz, o era triste y desalmado o era un alma alegre y divertida. Porque ella pensaba que la felicidad se encontraba por sí sola, silenciosa y precavida. 


Porque ella misma era una mina reservada. Pensaba todo antes de hacerlo, pero quizá era ese miedo el que muchas veces la llevaba a cometer errores. Y los errores tampoco lo interesaban, porque eso era lo bueno. Aprender de ellos. Pero cuando su vida se convierte en un mismísimo infierno ¿que nos queda? Llorar, ¿o seguir riendo?


Ella va a aprender. Y ahí si, cuando todo se termine, ella va a sonreír y llorar. Llorar pensando que necesitaba de su propio respiro.




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Y con esta historia me juego un mil, porque no es para nada sencillo. Y ustedes mismas se van a dar cuenta de eso. Una vez que termine Treinta dias arranco con esta. Pero, ya se las dejo para que la vayan conociendo.




T.


Utopias ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora