18.

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  Y hoy me encontraba recostado sobre la cama de ella. De Bianca, mi ya oficial novia. Esa tarde me había quedado en su casa para almorzar y estudiar un poco de lo que tenía que leer para el conservatorio de música. Pero ir a su casa, era sólo una insistente provocación para que yo abandonara los libros y me concentrara en ella. Sentí una brisa fresca entrar por la ventana y chocar contra mi pecho descubierto. Recordé vale la redundancia, de que me había sacado la remera debido al calor que entraba por la habitación de Bian. El sol pegaba fuerte y aunque las persianas estuvieran bajas, y las ventanas cerradas, el calor entraba igual.
Abrí los ojos instantáneamente y me di vuelta para mirarla. Dormía del otro lado de la cama con la cara apoyada sobre la almohada y respiraba lento y pausado.
Me acerqué a ella con cuidado, y coloqué parte de mi cuerpo encima mientras le daba besos en la mejilla. La molestia se hizo presente en ella y comenzó a moverse inquieta abriendo los ojos con pereza. Y cuando los abrió se encontró con mis ojos.




- buen día... - dije con una sonrisa mientras la golpeaba con un nuevo beso en su cuello. Ella se estremeció porque era la primavera vez que besaba esa parte de su diminuto cuerpo, y rió escandalosa.

- Me da cosquillas... voy a empezar a enseñarte como despertar a la gente como yo. – dijo con una sonrisa mientras colocaba sus manos en mi nuca.

- ¿y como es la gente como vos? –

- Mimosa... - y me acercó a ella con brusquedad sin percatarse demasiado que era de sexo masculino. Abrió los ojos de par en par y yo reí abiertamente.-

- Soy hombre Bian.. - y la situación se hubiera tornado incómoda si los dos no rompiéramos a reír por la situación ridícula que habíamos pasado. Agradecí que ella tuviese la suficiente madurez para poder encarar cosas nuevas en la relación.






Y luego de despertarnos, ella se encargó de prepararse para la cena y yo de bañarme. Antes de irme al baño, nos dimos un beso largo y beso y llamé a mamá para anunciarle que los padres irían esta noche a nuestra casa, y sonreí al saber que a mamá le agradaba tanta la idea igual que a mí, aunque esa cena sólo sea para algo más grande.


Luego de pegarme la ducha, ella me esperó a que me cambiara.


Esta vez decidí colocarme algo aún más formal, y ella me lo agradeció sincera: "te ves mejor así" me dijo al verme con un Jean no tan desgastados como los normales y una camisa a cuadros fresca por la temperatura de la noche.


Le di una vuelta sonriente al verla de pollera y una blusa y cuando nos acordamos de separarnos del beso fuimos hacia la casa.





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Cuando llegamos, mamá nos abrió la puerta de par en par. Saludó a Bian con un beso cordial mientras que a mi me abrazo fuertemente como lo hacía siempre. Antes de ir hacia la cocina, nos anunció que los padres de Bian ya estaban en la casa y estaban precisamente en el patio junto a Lucila y Sebastián tomados de la mano. Bianca me di un golpecito en el hombro y yo le sonreí agradecido de que estuviera conmigo y me apoyara con mi propia decisión de que la relación vaya a más allá de besos robados.

Hoy los cuatro meses juntos valían la pena.
Y cuando nos acercamos hacia los papás de Bian, me saludaron gratamente con una sonrisa y un beso en el cachete; a su hija con un abrazo de a tres, y miré lo unidos que eran.



La cena del asado había funcionado como esperaba. Los papás de Bian inclusive su padre, estaban agradecidos por la cena. Ví a mi costado como mi mamá charlaba animadamente chucherías de madre. Reí y Bianca se acercó a mí con una sonrisa.



Utopias ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora