Utopias ©

51.

THIS ROMEO IS BLEEDING
(Este Romeo está sangrando)
BUT YOU CANT SEE HIS BLOOD
(Pero no puedes ver su sangre)
ITS NOTHING BUT SOME FEELINGS
(No es otra cosa que algunos sentimientos)
THAT THIS OLD DOG KICKED UP
(Que este perro viejo ha vuelto a sacar)

ITS BEEN RAINING SINCE YOU LEFT ME
(Ha estado lloviendo desde que me dejaste)
NOW IM DROWNING IN THE FLOOD
(Ahora me ahogo en la inundación)
YOU SEE IVE ALWAYS BEEN A FIGHTER
(Sabes que siempre he sido un luchador)
BUT WITHOUT YOU I GIVE UP
(Pero sin ti, me rindo)

Y su mirada me culminó. Nos miramos fijamente por varios minutos. Pasábamos de nuestro hijo a nosotros, porque aún al paso de las dos semanas ninguno – sin negarlo- sabía que nos habíamos equivocado. Yo me había equivocado.
Recorrí su pecho con avidez deseando estar junto a ella nuevamente. Deseando que todos los días me despertara viéndola amamantar a nuestro hijo en sus brazos y que luego me diera un beso que me haga olvidar del mundo.
Pero ella dio vuelta la cara y todos mis sueños decayeron, todas mis fantasías más extrañas y mis deseos más escondidos se cayeron en tan solo un segundo.

- ¿Por qué hiciste eso? – dije cuando ya ella se había colocado el corpiño y la remera despabilándose para no correr nuevamente.

- ¿Por qué hice qué? – y volvió a ser la Bian que había perdido y que tanta ira le había generado.

- ¿Por qué lo amamantaste enfrente de mí? ¿por qué lo hiciste sabiendo que yo deseaba volver a verte de esa forma? – repliqué.

- No lo hice para seducirte. – y con esa respuesta había contestado a todas mis preguntas- lo hice porque yo también quería hacerlo. – apartó el rostro sonrojada. Y amé que se sonrojara, porque recordaba las épocas en las que ella se ruborizaba sólo por una palabra dulce en su oído.

- ¿Me deseas? – y mis ojos brillaban como manantiales.

- Siempre te anhelé... desde aquella vez en el lago. ¡Como volvería a ese momento! – suspiró con resignación mientras daba vuelta la cara una vez más.

- Yo también. – dije con sinceridad y ella volvió a mirarme.

- No intentes que te perdone. – replicó mirándome con seguridad.

- Vos no sabés lo que pienso. – dije porque la telepatía siempre había sido lo suyo.

- Créeme que lo sé.

Salí de la habitación completamente abatido. Realmente sentía lo que había sucedido, realmente estaba esperanzado en que una nueva oportunidad se nos venía entre manos. Pero estaba, tan lejos, tan lejos de ser la realidad deseada.
Llegué al living y me encontré con un hombre esperando en la puerta. Bianca estaba frente a él con una sonrisa de oreja a oreja, esas que hacía cuando estaba contenta.
A mi mismo me evité preguntar quién era ese hombre y porqué ella sonreía de esa manera. Porqué su madre estaba abrazándolo con fuerza y él las miraba con una dulzura que alguna vez, yo las había visto a madre e hija.
Caminé hacia delante mientras carraspeaba intentando llamar la atención. Me sentía un niño haciendo esto, pero es que la frase que tanto me había dicho Agustín en la adolescencia me cerraba perfecta en mi cabeza.