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  ¿Quien soy? Pablo Rodriguez. ¿Como estoy? Mal, inconcientemente quizás. 








Estaba recostado sobre la cama, sentía calambres en todo el cuerpo erizándome la piel, como si me quemara. Sentía falta de apetito, sentía... no sentía. No tenía hambre, no comía desde la noche anterior, ni siquiera había desayunado. Probablemente sería uno de los "efectos colaterales" me dije luego de haber leído un gran artículo del periódico Clarín sobre cómo prevenirse del H.I.V. Y claro, todo era proveniente de la obra maestra creada el 1º de Diciembre como el Día Internacional del Sida. Y si, ahí estaban todos como si supieran acaso sobre eso.
Aquel primero de diciembre me encontraba recostado con el ventilador encendido. Hacía calor y había una humedad terrible que hacía que mi cuerpo permaneciera a una temperatura poco normal que eso incluía que me bañara cada diez minutos para soportar el sudor que enmanaba mi cuerpo a toda hora.




Estaba solo en mi habitación mientras veía por la ventana los árboles de hojas verdes, un verde fuerte, potente, vivo.
Observé la mariposa que se posaba sobre la ventana. ¿Mariposas en esta humedad? Sí, quizás también sea parte de pensamientos que querían que esa mariposa se posara allí.
Sacudí la cabeza creyendo que me estaba volviendo más loco de lo que pensaba. Me estiré hacia la mesa de luz, saqué el gran cuadernillo y una lapicera- algo infaltable en mi mesita de luz- y comencé a escribir lo primero que se me ocurría.



"Bian".



"Valentina".



"Bautista".



"Mamá".



"Lucila".



"Sebastián".



"Papás de Bian"






Suegros... me detuve al escribirlo. ¿Qué decirles? ¿Le diría: Hola, perdonen pero creo que tengo H.I.V, Su hija podría estar contagiada y también sus nietos.
Cerré los ojos rápidamente tratando de olvidar aquel momento intenso que se había formado en mi cabeza, me espantaba tan solo la idea. Antes de que me pudiera dar vuelta e intentar dormir un rato más, Valentina entró a mi habitación con una bandeja en sus manos. Sonreí cuando tocó la puerta dos veces aún estando abierta y fingiendo que no la veía. Siempre había sido tan... 

Utopias ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora