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Dance, Through my love, the intense love and Dreams delayed, Dance with me, Together in this thing called love, and know Love.
(Baila, a través de mis cariños, del querer intenso y los sueños tardíos, danza conmigo, juntos en esto que se llama pasión y sabe a amor)










Dos semanas después. Dos semanas después era el cumpleaños número veintiocho de Bian. Hoy era el cumpleaños en el que ella sería por primera vez mayor a mí. En el que disfrutaría de ser la señora "mayor•" de la casa. Claro, hasta que pasen dos semanas más y sea mi cumpleaños número veintinueve.
Hoy me encontraba recostado sobre el sillón blanco del living. Tenía las piernas entrecruzadas y apoyadas visiblemente sobre la mesa ratona que el día anterior ella se había encargado de limpiar con el mayor de los detenimientos para que esta noche, ninguno comentara – según ella- cuánto era lo que se ocupaba de la casa sin pensar ni en sus hijos, y muchísimo menos en su marido.
Tenía la computadora portátil apoyada en mis piernas y el programa Word abierto. Escribía una nueva canción, proyecta, idealizaba algo nuevo. Dos días después sería mi gran debut en uno de los exponentes escenarios de Buenos Aires. Era la presentación oficial del nuevo disco.
Comencé a teclear la segunda estrofa de la la letra de la canción cuando una nena de siete años – y medio, según ella- con el pelo recogido en una trenza desprolija y el piyama de osos que tenía desde hacía un año exactamente, se me acercó con los ojos adormilados y rojos de dormir. Se sentó en el sillón y reposó su cabeza sobre mi hombro. Ella amaba a su papá y yo la amaba a ella.







- hoy es el cumple de mamá. – dijo ella risueña mientras se rascaba los ojos. Los ojos verdes esmeraldas que tenía desde que era apenas una nena soñadora de cuatro años de edad. Esa nena que me había cautivado de un principio desde que yo iniciaba la carrera de profesor de Música.


- Tenemos que ir a despertarla, hija. – dije observando la hora que me indicaba la pantalla de la computadora.



- ¿Le hacemos el desayuno? – y miró a larga vista, la cocina.



- Dale. – le acaricié el hombro apenas para luego levantarme con cuidado- voy a despertar a tu hermano, ya vengo.





Utopias ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora