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Quiero que te duermas como un sol,
Que se acuesta en un campo de trigo.
















Un escalofrío helado me recorrió la espina dorsal atravesando a mi cuello con vehemencia. Me sentí aterrado e inexplicablemente, estático. No había luces que nos alumbraran, estábamos totalmente oscuras observándonos... o fingiendo vernos, buscando con nuestros ojos algun rastro de nuestros rostros. Nos quedamos en silencio.









- Cande... Cande... - dijo Bianca rompiendo el silencio tomándome de la mano, buscándome.





- Voy a dar a luz... - titubeó- voy a dar a luz.



- Quedate tranquila... - dijo Agustín probablemente a su lado- Paio... por favor ayudame a cargarla. Bian... sacá el celular de mi bolsillo y alumbrala.



- Bien. – añadió Bian decidida- Valen... estamos acá... por favor, tranquila ¿Si?




- Si. Tía vas a estar bien...











Y su voz relajada nos motivó. Apreté con fuerza la mano de Bianca y caminé a ojos ciegos hacia donde estaba Candela. Sentí un dolor proveniente de la pierna, me había chocado inevitablemente con la mesa de la sala de estar. Gruñí pero continué hasta que pude comprobar su brazo el cuál tanteé para asegurarme.
Bianca corrió rápidamente hacia nosotros cegada por la escasa luz, solo oí la tapa del celular abrirse y alumbrar a una Candela exhausta que gemía estremeciéndose del dolor y de las ansias.
Cuando pude ver a mi amigo del otro lado que le sujetaba los brazos con fuerza observando sus repetinos cambios en los gestos de su mujer. Un último dolor mezclado con su grito hizo que nos moviéramos con rapidez. La tomamos con fuerza haciéndola enderezarse hasta estar apoyada a nuestros cuerpos.













- Valen... - dije al verla entre sombras.



- Si papá. – respondió ella observandome a la luz de aquel celular





- Quedate tranquila. Cuidá de tu hermano...




- Lo haré. – y pude percibir una sonrisa que me tranquilizó por completo.













Tengo aquí en mi pecho un corazón
Igualito al hueco de tu ombligo
Sabes quien temblaba, cuando ibas a nacer
Sabes que pensé, que por ahí no ibas a poder
Sabes quien te puso en el pecho de mama, oh











Al salir de la casa pudimos visualizar rápidamente los faroles encendidos del barrio. Supimos al instante que era la zona la que había sido expuesta a un apagón repentino. Oímos los murmullos de los vecinos, pero también oíamos el llanto de Candela en nuestros brazos mientras intentaba tomarle las piernas con suavidad.










- tómala de arriba, agarra sus hombros. – le ordené a mi amigo al instante.



- ¿Para qué? Debemos llegar al auto... - replicó.




- Para no ponerla en posición fetal... - dije cargando con sus piernas- debes ponerla elevada, acordate el bebé está boca abajo... listo por salir.




- ¡Paio! – gritó Candela exhaltada.- ya está en posición fetal.



- No pujes. –













Utopias ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora