53.

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(1...2...1, 2, 3,4)
SHED A TEAR 'CAUSE I'M MISSING YOU
(Me calló una lágrima porque te hecho de menos)
I'M STILL ALRIGHT TO SMILE
(Todavía estoy bien para sonreír)
GIRL, I THINK ABOUT YOU EVERY DAY NOW
(Chica, ahora pienso en ti todo el día)
WAS A TIME WHEN I WASN'T SURE
(Hubo tiempo en el que no estaba seguro)
BUT YOU SET MY MIND AT EASE
(Pero tú aliviabas mi mente)
THERE IS NO DOUBT YOU'RE IN MY HEART NOW
(No hay duda de que ahora estás en mi corazón)











Y nos quedamos finalmente solos. Y nos miramos con amor. O eso era lo que mi mente creaba para no terminar como ella: huyendo. Pero sin embargo, ella huía pero luego volvía enseguida. ¿Por qué no huir de una y no volver? ¿Que era lo que siempre la llevaba a volver conmigo? Porque claro, si ella no me quería más, podría tranquilamente salir de mi vida, no hablarme siquiera, no saludarme y conseguirse un buen tipo que para ella sería " olvidar y amar".
Ahora, finalmente luego de tantas idas y vueltas y tantos deseos de que ese maldito abogado se retirara de la habitación para hablar con la tranquilidad que exigíamos tanto ella como yo, quedamos frente a frente. Almas.








- ¿Como sabés que es lo que siento? – le dije reprochándole y me sentí culpable. Por que el error lo había cometido yo, y para no echarme de todo la culpa, prefería cargársela a ella.




- ¿Te acordás cuando nos conocimos? – y cómo olvidarlo, pensé- bueno... ¿viste que siempre hubo química desde el primer momento, no? – y reímos porque la situación no daba para más. – bueno... -cambió su expresión- yo por alguna razón sentía que debía de confiarte. No preguntes porqué- me advirtió- pero confiaba en vos.




- Y... ¿Que tiene que ver eso con que supuestamente no te ame? – exclamé confundido. Siempre había sido el lento... bueno, lo había sido.-



- Que... por más que vos me ocultes cosas, yo siempre voy a saberlas. ¿Sabés porqué? – y siempre yo exigiendo una explicación – porque yo confío. ¿Lo ves? – dijo con una mueca señalándonos- si fuera otra... ni siquiera te explicaría... te hubiera mandado a ...





- Si. No es necesario que lo digas. – la callé colocándo mi dedo índice sobre sus labios. Me detuve un momento, se sentía tan bien... la textura de sus labios suaves. E inmediatamente quise besarlos.- ¿Estás enojada?







Y de pronto nos pareció una conversación de adolescentes.








- no es enojo, es angustia. – admitió.



- ¿Seré capaz de recuperarte? – dije aprovechando nuestro momento de debilidad.




- Eso sólo lo puede saber el tiempo, Paio – admitió entrecerrando los ojos porque raramente, sentía que le pesaban – ahora andá... olvídate de los papeles y llevate a Valentina y a Bautista, mañana iré por ellos.




- ¿Pero... qué? – arqueé las cejas desorientado.




- Tenés razón. – se encogió de hombros- usar a mis hijos para vengarme de vos no sería la mejor decisión. Quizá nunca debería haberlos metido en todo esto – y supe que una lágrima estaba contenida en su pupila- llevatelos antes de que me aborresca a mi misma por perdonarte esto. – y caminé hacia la puerta, pero finalmente me detuve y frené cuando me encontré a su lado y ahora era ridículo, porque nos encontrábamos de costado los dos. Sin mirarnos. - ¿que pasa? – me preguntó.





Utopias ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora