39.

241 29 11
                                    

















El nacimiento no es un acto, es un proceso









Y fue el dos de febrero de 2007 cuando dio a luz a su primer hijo. Me acuerdo de haber estado junto a ella en ese momento, me acuerdo de haber acariciado el cuerpo de nuestro bebé entre mis brazos con la emoción que me había traído presenciar el momento de su nacimiento.
Y a partir de ese momento, todo me pareció como un flashback en mi vida. Él, ese pequeño bebé nuestro ocupó otro lugar para el corazón de los dos.
Ese mismo dos de febrero, Bianca se había despertado a las dos de la madrugada con dolores musculares. Me había zamarreado hasta lograr despertarme y en ese momento, no me perdoné el sueño profundo.





- Paio... amor... - me había dicho jadeante.







Y cuando apenas me desperté, ella estaba sudando. Su cuerpo entero estaba mojado como si una intensa tormenta la hubiera golpeado. Me di vuelta rápidamente en la cama, pero con el cuidado necesario. Tomé su panza con una mano y la miré con los ojos como platos para que me explicara como pudiese, que era lo que le sucedía.




- me duele la espalda... me duele la panza... ¿Que es? –







Preferí no contestarle. Me abstuve a ver los hechos. Saqué la sábana que nos cubría pero no había rastro, ni huellas ni nada que dijera que había empezado con trabajo de parto. Encendí la luz de la veladora y decidí irme a buscar jarrones de agua para poder acicalarla con más facilidad.





- No, no te vayas... quedate acá... - y ella sabía a la perfección que sus nueve meses ya estaban en el transcurso. Me detuvo con la fuerza que tenía por el brazo impidiéndome el paso.

- Ya vengo... quedate tranquila. – me acerqué para besarle la frente y corrí.












El pasillo, el cuarto de Valentina, el Living, la cocina... todo estaba oscuro impidiéndome la vista. Y quizás si necesitaba una linterna en la casa. Estaba nervioso, inquieto porque sabía que en cualquier momento ella iba a dar a luz, pero sin embargo no lo esperaba. Pero... ¿Quién puede estar preparado en el nacimiento de un hijo? Nadie.
Ni siquiera esas enfermeras que te asisten al principio como salida de emergencia, ni siquiera esos cursos PRE-partos que habíamos asistido que lo único que te enseñaba eran a respirar y a tranquilizarse. Pero sin embargo, eso ya no ayudaba, Bianca no pensaba en respirar como tal le había dicho esa mujer, no pensaba en tranquilizarse. Porque uno siempre está intranquilo, pase lo que pase, noche tras noche.












Me gusta ver tu abdómen de perfil
Que viene a recordarme
Que de una nueva vida seré yo el albañil








Me gusta verte ese swing que has adoptado al caminar
Y es que me gustas toda, incluso verte estornudar















Volví a la habitación con un jarrón de agua helada que había tomado de la heladera. Y me la encontré desvaída sobre la cama. Con las piernas apenas entreabiertas tocándose la panza y sollozando como nunca antes lo había hecho. Y no, ella no sentía dolor, sentía malestar.
Me acerqué a ella como pude, con la rapidez que sólo pude tomar de una fuerza superior. Coloqué un paño mojado sobre su frente y mientras lo hacía, tomé el teléfono entre mis manos llamando a una ambulancia, o algo de ayuda. Había entrado en trabajo de parto, y a pesar de que no fuera médico, sabía a la perfección que estábamos en problemas.
Luego de llamar, me concentré para sobar su panza, y masajearla rogando en mis pensamientos que aún no saliera, que se quedara dentro de su mamá por sólo unos minutos más.





Utopias ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora