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Chiquitita dime porque
Tu dolor hoy te encadena
Que en tus ojos hay una sombra de gran pena
No quisiera verte así
Aunque quieras disimularlo
Si es que tan triste estas







Dos años pasaron desde que trabajaba en el hospital como maestro titular de todos los cursos de música. Todo estaba perfectamente, mi vida social, mi vida amorosa y también mi vida laboral. Desde que Bianca conoció a Valentina, esa chiquita de Jardín, me había cambiado a mí. Valentina comenzó a formar parte de mi vida también. Me acuerdo de un día a las cuatro de la tarde cuando la mamá de Valen tenía que dejármela por unas horas más porque tenía un compromiso laboral. Desde ese momento nos dimos cuenta que Valentina no estaba todo el día cuidada por su madre que en ese momento era su único adulto en la familia. Ese día tuvimos que cuidar de Valentina toda la tarde y parte de la noche también. Fue cuando esa nenita de tan solo cuatro años nos acompañó a nuestra casa y durmió allí.






El dia siguiente, Bianca había acordado llamar a su madre porque no podía ser que dejara a su hija en manos... de prácticamente desconocidos. Era su profesor, sí. Pero no era su niñera por más de que mis ganas de cuidar a esa chiquita fuesen grandísimas.
Esa tarde, la mamá de Valen pasó por casa y todo cambió de parecer para nosotros.






- perdonen... perdonen por no poder venido a buscar a mi hija... - dijo la mujer llorando de arrepentimiento mientras abrazaba a su pequeña.

- ¿ Porque no la vino a buscar? Es una nena y está con desconocidos... - replicó Bianca sin que su voz sonara fuerte, aunque sea imposible.

- No está con desconocidos, me aseguré de dejarla con su profesor. – dijo su madre con autoritarismo mientras le ponía el abrigo a su hija- gracias por todo, no volverá a suceder.





Y el aspecto de esa señora me sonó extraño. Tenía la cabeza agacha, escondiendo su cara dentro del cuello de su abrigo. Tenía el pelo recogido y miraba hacia abajo, como si mirara las manos de su hija.
Detuve a la señora con uno de mis brazos, e inmediatamente se dio vuelta pero sin mirarnos. Bianca me miró con complicidad y confundida a la vez. Sabía perfectamente lo que hacía, le dije con sólo una mirada.




- sé que usted está hace bastante en el colegio y me he tomado el atrevimiento de revisar su historial... - susurré suavemente para que la noticia sea más fácil de digerir.

- ¿Có....? ¿Qué dijo que hizo? – gritó la mujer ahora dejando ver su identidad por completo.

- Que miré su historial, el director me lo dio a mi pedido. – y Bian ponía una mano sobre mi hombro.

- ¡Le dije perfectamente a ese director que no mostrara eso! ¡Inepto! – gritó escandalizada.

- Por favor cálmese... - dijo Bian con su voz tranquilizadora.

- Gracias por cuidar a mi hija... - y caminó rápidamente hasta la puerta pero la detuve con un solo golpe con el pie. Bianca me miró fijamente. – dejame salir... puedo denunciarlo.

- ¡No! ¡soy yo el que la va a denunciar si no me dice porque me deja a su hija todos los días, porque no puede cuidarla, y porque cara.jo su hija viene con golpes en el brazo al colegio! – grité enfurecido.





La mujer palideció en ese momento. Bianca me miró con sorpresa y yo tomé a Valentina de la mano con cuidado y tiré de ella para colocarla atrás mío. Mi novia la tomó en brazos y salió hasta la cocina junto a la nenita.
Pero la mujer me jugó una mala jugada, y salió de la casa sin decir nada. Me dejó a su hija de cuatro años a cargo de unos adultos amateurs.










Para que quieres callarlo
chiquitita dímelo tú
En mi hombro aquí llorando
Cuenta conmigo ya
Para así seguir hablando
Tan segura te conocí y
Ahora tu a la quebrada
Déjamela llevar yo la quiero ver curada









Y desde ese día nuestra vida había cambiado para bien, porque teníamos una nueva integrante y esa era mi alumna, mi chiquita de jardín a la alumna que más quería. Porque se había hecho un lugar en mi corazón, en mi cabeza, porque ella era la única que me daba esas ganas de seguir trabajando aunque mi experiencia fuera nula. Fue así que Bian, Valentina y yo vivimos en la casa de Bianca, los tres como si fuésemos una familia de sangre.
Esa noche, la noche en la que la mamá nos había dejado a cargo a Valentina a Bianca y a mí, fue caótica. No sabíamos como tratarla, ni que hacer. Y todo se había transformado en un silencio del cuál no estaba acostumbrado.
Mi novia la había bañado, ya que era chica aún para hacerlo sola. Y cuando salió del baño, yo las esperaba con la comida y también con un mar de emociones y pensamientos.





- Bian.. arrodíllala en el asiento que yo les sirvo la comida- dije suavemente mientras veía a mi novia mojada de pies a cabeza y a Valentina con una sonrisa suave y delicada.






Ella me obedeció y sentó a Valentina en una de las sillas, le colocó el almohadón para que quedara con más altura y las dos me esperaron calladas. Puse el plato enfrente a las dos, y Valentina comió rápidamente.




- ¿Valen queres postre? – pregunté sabiendo que no había nada para chicos.

- No... ¿puedo dormir? – preguntó con una sonrisa angelical.


Bian me miró fijamente.



- vas a dormir con nosotros... después te vamos a hacer tu habitación propia... ¿si?

- Si. – sonrió.





Y fui yo el que me levanté y la lleve a nuestra habitación mirando a Bian en busca de una señal de aprobación el cuál me la otorgó. Llevé a Valentina a caballito y la recosté sobre la cama mientras la tapaba por el frío que hacía en pleno junio. Le besé la cabeza y ella se quedó con una luz prendida en la habitación el cuál cerré para que durmiera en paz.



Cuando llegué a donde estaba Bianca, ella ya había juntado las cosas y se desperezaba apenas cuando terminó de lavar los platos.





- amor... - dije rodeando su cintura con mis manos.

- Paio... - dijo dándose la vuelta y colocando sus brazos en mi cuello. Me miró abrumada como si no supiera que hacer, y eso era lo que yo sentía también.

- ¿si?

- ¿que haremos con Valentina? – y sé que estaba preocupada.

- No lo sé... - suspiré.

- Tendríamos que llamar al distrito de menores... ¿no? –

- Supongo. – asentí serio.

- ¿te querés quedar con ella? y... decime la verdad...- suspiró- ¿vos la querés con nosotros?

- Valen siempre fue mi alumna favorita... - y acaricié su cintura- ella era única entre todos... supo como llegarme, con una sola sonrisa ¿sabes? – y Bian me sonrió- pero si vos no querés yo puedo aceptar que la quieras dejar con otra familia...

- ¡No! – dijo cerrándome la boca de un beso- si es lo que querés, yo también lo quiero. Que viva con nosotros.

- Nos mudaríamos los dos... - susurré entre risas.

- Estoy dispuesta a aceptarlo. – me besó suavemente. – te amo amor.

- Yo también. Gracias. – dije antes de que nos fuéramos a la cama y nos acostáramos uno de cada lado para observar a Valentina dormitar en medio nuestro.











Chiquitita sabes muy bien
Que las penas vienen y van y desaparecen
Otra ves vas a bailar y serás feliz
Como flores que florecen








Holaaaaaaa! Buen martes para todos ❤

T.

Utopias ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora