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  Y dos días después de aquel día en el que habíamos integrado a Valentina a nuestra familia, fue cuando fuimos al distrito de menores a confirmar que era lo que había pasado con esa nena y para simplemente adoptarla. La charla con los padres de Bianca y con los míos fue bastante complicada... fue rebuscada y muy peleada.





Fue la primera vez en la que a Bian la vi llorar a mares y en la que yo me había desilusionado mucho de nuestros padres.






- ¿Cómo? ¿Una nena? ¿Piensan adoptar a una nena de cuatro años? – dijo el papá de Bian levantándose del sillón hecho una furia. Los ojos se le salían de las órbitas mientras que la mamá de Bian se mantenía callada y también lo estaba mi mamá.

- Si... es que es una alumna de Paio... y... - me dio el pié para continuar explicando.

- Ha sido maltratada en su familia... y desde el momento en el que su mamá nos dejó a Valentina en la casa... vimos sus moretones, y la enfrenté. – y Bian pasó su brazo por mi hombro dándome la contención necesaria para esos casos.

- ¿ y eso qué? Esta bien que sean adultos... pero... ¡Tienen 24 años! ¿que experiencia se creen que tienen? – gritó el papá ofuscado. La mamá de Bian lo frenó con sólo una mirada.

- Chicos... enserio, pueden conseguirle otra familia... - dijo suavemente manteniendo la paz que la caracterizaba.

- ¡No queremos otra familia! – dijimos al unísono-

- Pues entonces es lo único que les queda ¿si? – dijo el papá de Bian con autoridad. Me vi en la obligación de ver a mamá por el rabillo del ojo y pedirle opinión-

- No me mires a mí, Paio.. vos sos grande.

- Gracias.














Chiquitita no hay que llorar
Las estrellas brillan por ti haya en lo alto
Quiero verte sonreír para compartir
Tu alegría chiquitita
Otra vez quiero compartir tu alegría chiquitita












Los dos salimos de la casa de mis suegros, totalmente desilusionados y cansados. Pensábamos que no deberíamos haber dicho nada, que todo se solucionaría con ver a Valentina en medio de nosotros como si fuera una hija. Bianca apenas llegó al auto, se largó a llorar y a tomarse la cabeza con las manos como si estuviera desilusionada de sus padres, la abracé fuertemente y ella se agarró a mí mojando mi camisa con sus lágrimas de cocodrilo.






- Bian.. son tus padres ellos quieren lo mejor para vos... - dije mientras la contenía entre mis brazos.

- No me vengas ahora con eso... sabés muy bien lo dijeron... - hizo una pausa para respirar- ¿sabes qué? – y fruncí el ceño- mañana mismo vamos al juzgado de menores y la adoptamos.

- ¿qué? – pregunté escandalizado retirando mis brazos y echándome para atrás confundido.

- Que mañana mismo la adoptamos ¿no es eso lo que querías? ¿no es eso lo que yo estoy dispuesta a aceptar? – y lo dijo con la razón que siempre la habían caracterizado desde sus 19 años.

- Pero Bian nuestros padres...

- No me importan nuestros padres.... – interrumpió secándose las lágrimas- si nos quisieran, aceptarían que es nuestra vida, que somos grandes y que queremos a esa nena. – y sé que lo dijo en un momento de debilidad.

Utopias ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora