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  Una pelea abzurda. Eso era lo que había sido. Discutimos por lo obvio: "No me trates como una inválida" fue la frase de ella la cuál escupió a los gritos frente a los chicos. Valentina la miraba fijamente y apenas aterrada ante sus nuevas reacciones. Bautista la miraba y se reía, admiraba sus expresiones. Estaba ella cocinando, todo surgió cuando yo le quité el cuchillo de la mano – el miedo a cortarnos era hasta viscioso- y comencé a cortar las zanahorias de su ensalada de las doce del día.
Estábamos todos sobre la mesa. Valentina dibujaba y hacía las cosas para el colegio. Y Bautista comía su comida a mordiscones, esos que hacen los bebés normalmente cuando apenas le creció el primer dientito. Yo estaba leyendo el diario mientras que ella cocinaba la verdura y la carne al horno para todos.






Me acuerdo de haberme levantado y colocado a su lado a la vez que la tomaba de la cintura. Ella me sonreía con ternura mientras seguía cortando la segunda zanahoria. Le detuve la mano y la miré fijamente.




- ¿Que pasa? – me dijo con una sonrisa divertida mirándome.



- No deberías cocinar... te podés cortar. – y esa actitud mía le hizo cambiar la cara.



- Dejame, yo puedo. – y supo a que me refería al instante.



- Yo soy el hombre de la casa. – cuestioné.



- Mi deber es cocinarles, y eso es lo que pienso hacer. – replicó ella a la vez que alzaba el cuchillo-



- Dámelo. – le dije con autoritarismo.



- No lo pienso hacer. Dejame en paz. – y no me miraba caminando hacia el otro lado de la cocina.



- Dámelo. – repetí para luego pegar un manotazo y tomar el cuchillo del mango.




Sentí un fuerte dolor al tomarlo. Me había cortado bastante. Me miré la mano a la vez que la miraba a ella cuando daba vuelta su cuerpo para ver mi mano sangrar.




- ¡Papá! – gritó Valentina saliendo de la silla al escuchar mi grito de dolor y acercándose a mí.

Utopias ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora