El hombre esta acercándose hacia el encuentro con la frontera
Un cambio una decisión, la puerta abierta de una nueva era
Y un mundo que gira al revés pretende que navegue en el ahogando mis ideasY fue el 25 de diciembre cuando festejamos la navidad entre todos, en familia, porque desde que habíamos anunciado el noviazgo con Bianca todos la pasaban en mi casa y cada dos por tres una cena estaba en la deriva.
Esta vez, a diferencia de las otras veces, íbamos a ir todos a la casa de mi novia – porque así la llamaba luego de formalizar nuestra relación- a festejar la nueva navidad del año.
Estábamos en el auto con mamá, Lucila y Sebastián cuando recibí un mensaje el cuál le pedí a mamá que atendiera porque mis manos estaban ocupadas en el volante. La música de los Beatles sonaba en el auto mientras oía las quejas de mi hermana respecto a la música.
- ¡No la voy a sacar! Ya te lo dije... esto es historia – deletreé provocándola- Má... ¿que dice el mensaje?- pregunté ahora mirándola por el rabillo del ojo.
- "Amor... ¿estas viniendo para acá? te esperamos. Te quiero." – leyó mamá en voz alta y las risas de Lucila no tardaron en aparecer.
- ¡ que te calles Lucila! No me hagas perder la paciencia...
- Tranquilo Pablito... está todo más que controlado. – y ví por el espejo retrovisor que le robaba un beso-
- ¡Sebastián! – grité histérico. El ya tener algo de compañía distinta para las navidades me traía de nervios y más aún cuando mi hermana estaba siendo tontamente besuqueada por un novio a pesar de que tenga quince años de edad-
- Ya Paio... - me tranquilizó mamá con una caricia en la pierna.
Y todo el trayecto fue así, discutiendo con mi hermana y tranquilizándome con mi mamá. Repensé varias veces la idea de tirar a mi cuñado por el camino, pero aunque lo quisiera, no le arruinaría la felicidad a mi hermana.
Cuando apenas llegamos a la casa de Bianca, me sorprendí gratamente. Los adornos de navidad ya estaban perfectamente colocados en la entrada: las guirnaldas, las luces de colores y la corona de hojas y frutos. Tocamos el timbre dos veces y esperamos a que nos abrieran la puerta.
La mamá de Bian nos abrió con una sonrisa de oreja a oreja – recordé la de su hija a la perfección – y me permitió que la abrazara entregándole una rosquilla que había cocinado mamá horas antes. Mamá tenía esa costumbre de que no le gustaba llegar a las casas ajenas con las manos vacías – capricho indiscutible que había heredado de la abuela-.
Y cuando entramos a la casa luego de saludarnos todos, claro, todos menos Bian, porque ella no estaba presente, aún no había bajado. Me acerqué hasta el papá de Bianca en la cocina mientras preparaba las bebidas en las copas de vidrio azul. Le toqué el hombro procurando que el se diese vuelta para mirarme.
- ¿Bian?
- Arriba se esta terminando de arreglar... andá.
Sonreí y caminé escaleras arriba para alcanzar su cuarto. Miré cada una de las puertas de las habitaciones hasta descubrir la suya. La del final del pasillo, la de puerta color lila con detalles en blanco a su alrededor. Golpeé la puerta y al escuchar su voz, la abrí despacio mientras buscaba con mis ojos, algún rastro de ella en el interior de su habitación. Me miró con una sonrisa y se levantó de su silla – esa que estaba frente a su espejo- y caminó hacia mí enroscando sus brazos en mi cuello.
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Utopias ©
FanfictionHay dos formas de ver la vida: Una es creer que no existen milagros, la otra es creer que todo es un milagro.. "Albert Einstein"