Pleno cuatro de la tarde de un día soleado, pero con el mismo invierno que el mes anterior. Me encontraba saliendo del auto de Valeria luego de haber despedido a mi familia de mi casa. ya estaba en el hospital, me dije al ver el gran cartel y a su lado el de las " donaciones".
Entré al hospital con suma tranquilidad, una tranquilidad que por una extraña razón no esperaba. Esperaba que mis piernas temblaran, que mis manos sudaran y que mi mente se vea nublada por un sinfín de pensamientos. Si, era un maldito negativo.
Y al entrar, no fue como lo esperaba. Caminé por el extenso pasillo del medio mientras grandes cantidades de personas esperaban por ser atendidas. Volteé mi vista hacia un costado, pero me encontré solo. Me desesperé, y lo único que atiné a hacer fue darme vuelta y allí, muy a lo lejos, encontrarme a mi mejor amiga hablando animadamente con una mujer... y una gran cantidad de hijos.
Me acerqué con miramiento hacia donde estaba Valeria. Sonreía alegremente a esa mujer morocha de escasa estatura y ojos azules. Llevaba en sus brazos a un bebé y a sus costados cinco chicos jugando a los autitos sobre el piso de cerámico azul.- Perdón... - me disculpé ante todos- Vale... ¿vamos?
- No. – dijo tomándome del brazo y mirándome con confianza- te quiero presentar a Morena... - y señaló con un gesto a la mujer de la que hablaba, esa morocha.
- Un gusto, Morena. – estiré el brazo para saludarnos. Con cautela, claro, porque no la conocía.
- Un gusto... - y miró a Valeria para que le tirara el centro – Pablo. – dijo después de que mi amiga se lo susurrara.
- Lo mismo digo. – y sonreí.
- Ella es una de mis compañeras con la cuál trabajo Paio. – me explicó Valeria con una sonrisa de oreja a oreja. – trabaja en el ALCEI... y todos ellos son sus hijos. – dijo señalando a cada uno de los chiquitos.
Y sonreí porque ya no había nada para decir.
"Pablo Rodriguez y Valeria Tisera" susurró una doctora saliendo de su consultorio, mientras que nosotros estábamos sentados a un lado de la sala de espera. Nos paramos al instante y entramos a ese consultorio del cuál sería extraída la sangre.
El consultorio estaba pintando de blanco, tal como esperaba. Algodones, agujas, tubos, agua oxigenada y demases cosas estaban sobre una gran mesa de mármol. La doctora nos sonrió a los dos y Valeria fue la primera que le correspondió la sonrisa.- ¿quien primero? – dijo la doctora mientras sacaba una de las jeringas del cajón.
- Yo. – dije con decisión. Valeria me miró sonriendo y no sabía porque había dicho eso.
Me recosté sobre una gran silla acolchonada y en una fracción de segundos sentí el pinchazo, luego la extraña y a su vez horrible sensación del líquido saliendo de mis venas, y finalmente el algodón mojado sobre mi brazo.
- Gracias pinocho. – me dijo Valeria acostándose sobre la misma silla mientras le extraían sangre. Me miró con una sonrisa mientras yo la tomaba de la mano por más de que estuviese acostumbrada.
Salimos de la clínica e íbamos derecho para un bar. El hambre ya se había hecho presente y Valeria no tardó demasiado en invitarme. Ya eran exactamente las siete de la tarde cuando pedimos el primer sándwich.
- ¿Y? – me dijo ella mientras juntaba nuestras manos.
- ¿Y qué? – dije con una sonrisa.
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Utopias ©
FanfictionHay dos formas de ver la vida: Una es creer que no existen milagros, la otra es creer que todo es un milagro.. "Albert Einstein"