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  Dos años ya habían pasado. El nacimiento de Agustín nos había acelerado a todos. Estábamos felices con el nuevo integrante, estamos bien, estables. Recordaba a la claridad cómo Bianca le daba la mamadera todos los días a la noche y le cantaba una de las canciones que yo había compuesto para ella. Recordaba observarla desde la puerta de la habitación susurrando en voz baja la letra y observando la belleza del ambiente. Últimamente todo lo veía maravillado. Como si el cielo negro y oscuro se transformaba en colores del arcoiris. Incluso mi visión estaba un poco distorsionada. Hace apenas unos días, comencé con uno de los nuevos síntomas, veía doble cada cosa que tocaba, que veía a lo lejos. Como una doble fase.
Hacía dos semanas que no tomaba las pastillas del antirretroviral. Se me habían acabado y las farmacias estaban de paro por reclamos de impuestos. Tampoco tenía intensiones de tomarla, sabía muy por dentro de mí que aunque las tomara... no calmaría nada. Sólo estaría en vísperas de algo que sabía con anticipación. Algo que ya lo había asegurado que era totalmente irremediable a estas alturas.
La enfermedad se había encontrado con demasiado tiempo. Había demorado y aún así me creía un estúpido... ¿Cómo no me di cuenta? Me reclamaba todas las noches con furia. Porque así me sentía. No sabía que hacer... ni donde fijarme para quedarme allí y no moverme por más de que me quisieran sacar a la fuerza.







En este momento me encontraba en la cocina preparando el desayuno de todas las mañanas. Últimamente acostumbraba a hacerlo cuando me encontraba despierto más temprano. Preparé el mate para nosotros, la leche para Agustín y para Bautista y las tostadas y el café para Valentina cuando Bianca aparecía por la cocina con los chicos en sus brazos riendo con fuerza.












TIME, IT NEEDS TIME
TO WIN BACK YOUR LOVE AGAIN
I WILL BE THERE, I WILL BE THERE
LOVE, ONLY LOVE
CAN BRING BACK YOUR LOVE SOMEDAY
I WILL BE THERE, I WILL BE THERE





- ¡Buenos días! – expresé con una sonrisa acercándome a ellos con una sonrisa.



- Buenos días Pá... - dijo Valentina con una sonrisa dándome un beso en el cachete- ¿Que hay para desayunar?



- Tostadas con mermelada. – dije señalándolas con una sonrisa.



- ¿A que hora te despertaste? – y Bianca se acercaba a mi con los dos bebés en sus brazos. Me dejó a Bautista en los míos con una sonrisa a la vez que me besaba.



- Hace... media hora exactamente. – le contesté acunando a mi hijo que aún seguía profundamente dormido.



- Mañanero. – suspiró Bianca acercándose a la cocina para levantar algunos platos. - ¿Te acordaste que hoy tenemos que llevar a Bauti al jardín?



- Si... hoy empieza el jardín. – y le besé la nariz a él- pero aún no se despierta.... – y reímos.



- Esperá una hora, ayer estubo inquieto toda la noche. – suspiró con resignación Valentina mirándonos fijamente.



- ¿Que le pasaba? – murmuró Bianca atónita simplemente porque ella no se había enterado.



- Tenía arcadas...yo lo levanté y lo pude dormir... ¿Crees que algo le calló mal?



- No creo... - dije sobando su estómago con ternura- si no ya protestaría.... Quizás tuvo una mala noche...



- O no quería ir al Jardín. – replicó Bianca con diversión.








Utopias ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora