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Eres,
Lo que mas quiero en este mundo eso eres,
Mi pensamiento mas profundo también eres,
Tan solo dime lo que es
Que aquí me tienes.






Dos meses después, mi vida se había reformado notoriamente. Yo ya era un estudiante de música de tercer grado, mi familia ya estaba prácticamente conformada y mis amigos venían casi todos los días para tomar esos mates de la tarde que jamás se olvidarían. Eran los ocho meses cumplidos con Bianca y los dos ya nos habíamos enamorado de nosotros. El primer "te amo" de mi parte fue todo una celebración para ella, recuerdo que me miró con ternura y me besó insaciablemente en su cama sin importarle el mañana, pero fui yo la que la frenó para preservarnos.




Y fue ese feriado de un miércoles en el que ella me había jurado la noche anterior que vendría a comer a mi casa solos, entre nosotros, luego de haber echado literalmente a mi hermana, mi cuñado y mi madre de la casa. Ellos lo entendieron a la perfección, pero los minutos pasaron y ella no estaba a mi lado.






Diez veces fue la cantidad que llamé a su celular.Estaba preocupado. Cuando sentí esa sensación, no me importó y fui manejando hasta su casa que tampoco me respondía.
Estaba lloviendo torrencialmente y minutos antes cuando veía el noticiero había visto la alerta de tormentas eléctricas.
Fui lo más rápido que pude, manejé lo más rápido que pude. Las gomas del auto golpeaban furiosamente contra el agua, mientras que el limpiavidrios esparcía a un costado el agua derramada por las nubes.
Encendí la música y me encontré con Brian Adams mientras iba en camino.





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Llegué a su casa mientras me cubría la cabeza con la campera, el agua era fría y sucia y caía a chaparrones. Toqué su timbre tres veces esperando a que ella me la abriera. Pero no había nadie, y a la cuarta golpeé desesperado la puerta intentando abrirla o simplemente que ella me oyera. Iba a lanzar otro golpetazo cuando la puerta se abrió y dejó ver una Bianca que nunca había visto. Una Bianca distinta, con sus mejillas mojadas y los ojos rojos de tanto llorar. Me tomó de la camisa y tiró de mí hacia adentro. Cerró la puerta con el pie y automáticamente me abrazó cobijándose en mis brazos.







Eres,
Cuando despierto lo primero eso eres,
Lo que a mi día le hace falta si no vienes,
Lo único preciosa que en mi mente habita hoy.
Que más puedo decirte,
Tal vez puedo mentirte sin razón,
Pero lo que hoy siento,
Es que sin ti estoy muerto pues eres....
...lo que mas quiero en este mundo eso eres.







No sé cuanto tiempo estuvimos sobre su sillón. Ella lloraba en mi pecho y yo le acariciaba el pelo mientras le susurraba una canción para que se calmara. Y lloraba como una nena al cuál le había quitado su juguete, una nena eso era. La nena que me encantaba.



Despegué su cabeza de mi pecho con cuidado rogando con los ojos de que me contara que era lo que le había ocurrido. Me miró con sus ojos llorosos y con expresión de dolor... y sus ojos brillaban como dos faroles.




- ¿que pasa amor? – y ella sonrió al escuchar su apodo. Pero una sonrisa seca a comparación de las otras.

- Perdoname Paio por dejarte la cena... te había prometido... y... - balbuceó entrecortada.

- Olvídate de la cena. – dije cortante pero sin ser agresivo, la traté con cuidado. - ¿que pasa?

- Mi... abuela... mi abuela está mal Paio.



La abracé nuevamente y ella lloró con más facilidad. Se quedó profundamente dormida en mis brazos en el silencio ensordecedor de la casa y mi respiración acompasada con la de ella.








Eres,
El tiempo que comparto eso eres,
Lo que la gente promete cuando se quiere,
Mi salvación, mi esperanza y mi fe.
Soy,
El que quererte quiere como novia soy,
El que te llevaría el sustento día a día día, día,
El que por ti daría la vida ese soy.






Esa noche fuimos los dos al hospital Quintana a ver a la abuela "Michi". Así se llama, me dijo Bian en el auto mientras se arreglaba en el espejo para que su mamá no viera sus ojos. Tenía la mano en su pierna mientras la consolaba con un solo gesto. Fue así que ella comenzó a hablar de cómo había pasado todo.




- ¿por qué está así? – le pregunté utilizando la suavidad necesaria.

- Robaron en la casa... ¿la asaltaron entendes? ¡Una abuela! – exclamó y se quebró - ¿que mente perversa puede caer en lastimar a una abuela de setenta años?- gritó exasperada.

- Lo siento mucho Bian... - dije y acaricié más su pierna- ¿como está ella?

- Golpeada está... - desvió la vista hacia la ventana.







Y sé que la conversación ya había finalizado. La tormenta aún no había cesado y se me hacía más complicado manejar, pero ella me pedía que continuara.




Llegamos a las diez de la noche al hospital, y ella fue la que salió del auto casi a las corridas mientras se cubría con un paraguas que habíamos buscado antes de salir de la casa. Esperó a que trabara el auto y me tomó de la mano llevándola a su pecho mientras caminábamos lentamente hacia la recepcionista de la clínica.








Aquí estoy a tu lado,
Y espero aquí sentado hasta el final,
No te has imaginado,
Lo que por ti he esperado pues eres...
....lo que yo amo en este mundo eso eres...
Cada minuto en lo que pienso eso eres...
Lo que mas cuido en este mundo eso eres.....







A continuación de que la recepcionista nos llevara hacia donde estaba Michi, Bianca lloró al verla. Tenía una venda blanca en la cabeza y varios moretones morados en sus brazos. Sostuve a Bianca entre mis brazos mientras veíamos a la abuela internada oyendo las gotas de agua gotear sobre la ventana de la habitación.



Me sentí impotente y también ella. Decidí cuidarla, porque ya no era una nena, ahora era una mujer llorando por su abuela, preocupada por su bienestar e implorando que la justicia existiera.  





Y aca el plus. Se que no es el gran capítulo, pero cada palabra, cada momento, todo cuenta en la historia.

Gracias por los votos, por la buena onda de siempre y por ser tan geni@s

Que terminen bien el viernes!

T.

Utopias ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora