Fue un día de junio cuando nuestra hija nos había asustado a los dos. Yo ese día me encontraba con Agustín y Valeria tomando mis mates de la tarde que había vuelto a probar hace dos meses atrás. Estábamos con la música a todo volumen, nos reíamos y nos contábamos anécdotas de cuando éramos chicos cuando el celular me sonó sorpresivamente. Era la maestra de primero: Laura.
- ¿Que pasa Lau? Te dije que tenía franco... - y yo era a veces el reemplazante de ella, lo que hacía que a veces me llamara para pedirme el turno por alguna dificultad que tuviera. Reí mientras Agustín apretaba todos los botones del control remoto para lograr bajar el volumen.
- Pablo... es tu hija. – y me sobresalté el instante. Mi rostro palideció y Agustín tanto como Valeria me miraron fijamente.
- ¿que le pasa a Valentina? – sé que subí el tono de voz. Valeria y Agus se alarmaron y ya supieron que deberían dejarme ir hacia la salida.
- Valentina fue retirada por Bian... se la acaba de llevar, tu hija tiene asma Pablo... - y lo dijo suavemente para que yo pudiese procesarlo.
Y no cabió duda de que corté el teléfono al instante y fui con un saludo a mis amigos, ligero, hasta nuestra casa. Por suerte, la casa de Agustín quedaba a tan solo ocho cuadras, lo cuál me manejé con facilidad. Estaba por primera vez asustado, ninguno, tanto Bianca como yo sabíamos que Valentina tenía asma. Y sé que la tomó por sorpresa tanto a ella como a mí.
Abrí la puerta de la casa con violencia y lo primero que me atreví a hacer fue correr hacia el sillón donde se encontraba mi hija con mi novia. El rostro de Valentina se había desfigurado, estaba pálida como un cristal y su sonrisa se había desvanecido. Una parte de mi corazón había crujido, y me encontré con la necesaria reacción primera: sentarme junto a ella y cantarle una canción para que sus pulmones volvieran a funcionar.
Bianca estaba igual que ella, sólo que mantenía su mente en funcionamiento por si había algo por hacerle, todo ese tiempo ella acompañaba a su hija con susurros para que se calmase, para que no compartieran el miedo.
Y los tres estábamos con ese miedo que nos mantenía quietos, estáticos buscando la manera de calmarnos. Le cantaba una canción de nana, y poco a poco su pecho se contrajo, respiró profundamente y el color de a poco se tornaba rosado.
Tanto Bian como yo, la abrazamos con fuerza sabiendo que este ataque iba a ser el primero, pero no el último.
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Utopias ©
FanfictionHay dos formas de ver la vida: Una es creer que no existen milagros, la otra es creer que todo es un milagro.. "Albert Einstein"