47.

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  Una mañana de primavera había llegado a mi vida. Me encontraba recostado mirando hacia el techo en medio de la cama. Miraba para el techo simplemente porque no tenía otro lugar plácido para mirar. Bianca ya no estaba, lo cuál menos razones de mirar el afuera me daban. El jardín ya casi estaba deshecho, lo que me obligué hoy al mediodía a llamar urgentemente a un jardinero para que arreglara sus plantas. Que iluso era. ¡Como si conseguir un jardinero sería la solución de mis problemas con ella!
Sus amores eran sus plantas, sus hijos y en algún momento lo fui yo. Ella cuidaba el jardín, porque recuerdo que esa era su casa, y que su jardín cada vez que entraba, estaba impecable.
El olor a pasto recién regado se presentía al entrar, y el olor a flores... rosas precisamente. Amaba ese tipo de flores porque, porque era lo que más le recordaba a las viejas épocas. Las épocas – según me había contado- en la cuál, la travesura más esporádica por ella era salir con sus amigas y arrancar cuidadosamente las flores deshechas de los jardines del barrio. Y no las arrancaban para arruinar el suelo, si no para cuidarlos de los que no saben ni cuidarse a sí mismos, menos a un pobre ser vivo clavado en una tierra malgastada.
















THIS TIME I WONDER WHAT IT FEELS LIKE
(Esta vez me pregunto como se sentiría)
TO FIND THE ONE IN THIS LIFE
(Encontrar a la persona que buscas en la vida)
THE ONE WE ALL DREAM OF
(La única con la que soñamos cada uno)
BUT DREAMS JUST ARENT ENOUGH
(Pero los sueños no son suficientes)
SO I'LL BE WAITING FOR THE REAL THING.
(Así que yo esperaré por lo verdadero)
ILL KNOW IT BY THE FEELING.
(Lo sabré por lo que sienta)














Eran las diez de la mañana cuando llegué a la discográfica. Me acuerdo de haber dejado mi mochila, de la más simple del mundo, sobre mi estudio de música. Lo observé por unos minutos y sonreí porque ni por más lejos que fuese, nunca había imaginado tener mi propio estudio. Mi propio lugar para componer, crear, diseñar.
Una mujer de piernas largas, pelo lacio hasta la cintura, y un voluptuoso vestido de diseño entró a mi... lo que se podía decir, despacho.
Se acercó a mí y colocó sus dos brazos alrededor de mi cuello mientras que dejaba secuelas en él con besos sin dulzor.








- Buen día... - dijo ella con voz seductora rozando su boca en mi oído. Me revolví incómodo en mi asiento sin apenas darme la vuelta.



- Buen día. – dije con la voz cortante. Me limité a dar demasiados discursos.




- ¿Qué pasa? – dijo tomándose el atrevimiento indeseado de sentarse en mis piernas. Se acomodó mejor mientras se recostaba sobre mi pecho.



- Nada... no estoy de humor. –




- Te conozco... ¿pasa algo más? – y se detuvo para mirarme a los ojos. Ojos fríos y vacilantes.




- Nada que verdaderamente importe.



- Paio... - balbuceó.



- ¿qué? – contesté revoleando los ojos con molestia.




- ¿Se entero tu mujer? – dijo con una sonrisa burlona.










La miré con incredulidad. Mis ojos la miraron con profundidad.
Y mis puños se cerraron con ira.
Me levanté abruptamente de la silla descuidadamente y sacando a esa mujer de encima de mis piernas. Si volvía a hablar así de Bian...







Utopias ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora