Utopias ©

34.

  Ella estaba recostada sobre la cama. Tenía la cabeza hacia arriba, a causa de los dos almohadones altos que le había colocado su mamá en su espalda para que los mareos no comenzaran nuevamente. Ella miraba el techo, y no porque no pudiese mirarme, si no porque no quería, o tenía vergüenza, o no sé.
Bianca sabía que en algún momento esto nos pasaría. Pero nunca hubiera sabido que siete años después de conocernos, llegaría al mundo un fruto nuestro. Y que cinco años después de habernos conocido, mucho antes de este nuevo ser, llegaría Valentina para alegrarnos los amaneceres, los mediodías, las tardes y las noches.
Tomé su mano y ella se vio obligada a dejarla ahí. Finalmente, me acerqué a ella – porque estaba sentado al borde de la cama, alejado- y le acaricié la mejilla. Me miró ladeando la cabeza, y recordé cómo le gustaban los mimos en su rostro.

-perdóname Bi... no quise tratarte mal. – suspiré y ella me dejó hablar- pensé como un egoísta... pensé que nos perdíamos. Yo... lamento haberte hecho pasar por eso.

-Yo lo entiendo. – dijo. Y ahora me miró con ternura- lamento haberte hecho pasar dos días solos... pero necesitaba pensar ¿sos capaz de entenderlo? – jugó con sus dedos sin mirarme.

-Si... - sonreí- ¿perdonados?

-Perdonados. – y cuando iba a acercarse para besarme, sus nauseas la detuvieron. Me vi en la obligación de hablar sobre ello, aún estaba confundido a pesar de que ya sabía sobre todo. - ¿estás bien? - le pregunté volviéndola a recostar sobre los almohadones.

-Si... estoy bien. – y tosió un poco.

-¿es verdad que estás embarazada? – me animé a decir luego de un silencio en el que los dos no sabíamos cómo hablarlo.

-Paio yo... - balbuceó sin saber que decir.

-Contestame. – y sostuve su mano con firmeza- ¿vamos a ser papás o no?

-No lo sé... supongo que deberíamos ir al médico ¿no crees? – y sonrió con confianza.

-Si... veremos viendo ¿si?

-te extrañé amor... - fue todo lo que dijo.