Y me di vuelta para mirarla. Sus ojos brillaban y supuse que los míos también, mi cara de tonto no se me iba y me sentía tan vulnerable entre sus pequeños brazos. Apenas me di vuelta, la abracé acercándola a mí desde la nuca, porque su cabeza cabía perfectamente en mi pecho, aún sin llegar a mi hombro. Ladeó la cabeza como una gatita mimosa y se unió más a mí. E incluso así, morí por dentro y las ganas de besarla, aumentaron. Pero cuando estaba dispuesto a tomar las riendas al asunto, retiró su cara de mi pecho, se puso en puntitas de pie para besarme la mejilla y caminó hasta las ollas para destaparlas.
- Mmm... rico... ¿que estás haciendo? – me preguntó mientras olía las verduras reogándose en la sartén.
- Carne asada con verduras... - hice una pausa- ¿no eres vegetariana cierto?
- No... - y rió suavemente-
Yo no quiero vecinas con pucheros;
Yo no quiero sembrar ni compartir;
Yo no quiero catorce de febrero
Ni cumpleaños feliz.La comida ya estaba lista, la mesa también, ella no. Me pidió segundos antes de que apagara la hornilla, para cambiarse nuevamente, le pregunté el porqué pero no me contestó. Todo con ella era así: si, pero mejor no. Juegos de seducción. Y cuando volvió, traía un vestido holgado color blanco, y se había arreglado apenas el pelo. Sonreí tontamente cuando la vi llegar y le hice un gesto con la mano para que diese una vueltita, de esas que daba las modelos. Ella estaba hermosa, como siempre lo fue.
Yo no quiero cargar con tus maletas;
Yo no quiero que elijas mi champú;
Cortarme la coleta,
Mudarme del planeta,
Brindar a tu salud.Nunca había sido hombre que chasqueaba los dedos y tenía a las mujeres atrás, y nunca me gustó demasiado. Las mujeres son como las flores, si las tratas mal, se marchitan – me decía mi abuelo de joven.
Procuré empezar a retirar los platos cuando ella me detuvo con la mano y me miró con cara de nena.
- ¿hay postre? –
- ¿eso quieres?
- Sin comida, no hay postre. – y sacó un plato de mi mano para caminar con galantería hacia el lavabo.
- ¿que quieres de postre? – pregunté llegando y colocándome a su lado.
- Helado.
- ¿helado?
- Si. Helado.
Yo no quiero domingos por la tarde;
Yo no quiero columpio en el jardín;
Lo que yo quiero, corazón cobarde,
Es que mueras por mí.Se hizo de noche en lo menos que canta un gallo. Toda la tarde la pasamos mirando películas, charlando e incluso jugando a unos juegos de mesa. Eran exactamente las ocho de la noche cuando la encontré dormida apoyada en mi hombro. Y al verla por el rabillo del ojo, morí por dentro. Le acaricié la espalda con ternura y quise que ella se despertara. Dormía tan angelical y su pecho subía y bajaba contra el mío dándole el ritmo justo. Apagué la televisión con el menor movimiento posible y me acurruqué un poco más entre las sábanas haciendo que pícaramente ella quedara pegada a mí apenas se despertara.
Y morirme contigo si te matas
Y matarme contigo si te mueres
Porque el amor cuando no muere mata
Porque amores que matan nunca mueren.Y sentí un leve zarandeo en mi cuerpo. Pero esta vez no quería despertarme, y sabía perfectamente que era ella. Soltó una risita y sentí como inclinaba su cabeza para besarme la cara y así despertarme. Dejó un beso en la mejilla, y en mi frente. Fue ahí cuando abrí los ojos y ella rió sonoramente haciendo que mi corazón saltase.
- ¿que piensas que haces? – le dije descubriéndola cuando rozaba su boca contra mi pecho. Se ruborizó apenas pero rápidamente tomó la compostura.
- No te levantabas por zarandeos... – admiré su forma de decirlo tan claro haciendo que sonase como normal intentar despertar a un amigo con besos en su rostro.
- Dime una cosa ... ¿puedo venir todos los días acá? – y sé que ella tembló cuando la coloqué sobre mi cuerpo, y me sentí tan adolecente y adulto a la vez.
- Cla....claro. – balbuceó nerviosa.
- ¿si? – repetí.
- Si.
Y no sé de donde sacó tanta fuerza para salir de encima de mí. Bufé frustrado cuando ella salió de la puerta con paso ligero.
Yo no quiero calor de invernadero;
Yo no quiero besar tu cicatriz;
Yo no quiero París con aguacero
Ni te quiero sin ti.Y eran cerca de las once de la noche cuando decidí tomar el punto final y por fin confesarlo todo. Ella estaba concentrada comiendo sus pochochos y su película romántica insoportable. Le saqué los pochochos de encima, le apagué la televisión y me volví a recostar a su lado. Ella me miró confundida.
- sé que es poco romántico y todo.... Pero debo decírtelo.
- No digas nada Paio... - me dijo y sus pies se colocaron encima de los míos.
- Pero es que...
- ¿ no lo oíste? No digas nada.
- ¿pero ...?
Se acercó a mí escurriéndose entre mis brazos. Ladeó la cabeza con ternura y apoyó su cabeza en mi pecho.
Y no sé en que preciso momento me sentía tan tranquilo y en paz conmigo mismo. Lo último que recuerdo es habernos tapado con una frazada y quedar totalmente dormido en el sillón junto a ella.
Capaz se viene un plus.
Perdon que no respondi sus comentarios, despues prometo hacerlo.Buen miércoles!
Tati
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Utopias ©
FanfictionHay dos formas de ver la vida: Una es creer que no existen milagros, la otra es creer que todo es un milagro.. "Albert Einstein"