Faltaban pocos segundos para que anocheciera. Tres personas se hallaban en la calle asediadas por muchos zombies. Alguien los observaba.
- ¡Demonios! Porque soy así...
-Hermana, tengo mucho miedo... -dijo el pequeño-.
-No te preocupes Alex, yo estoy aquí –dijo ella-.
Ella agitaba de un lado a otro la antorcha que sostenía entre manos, al tiempo miraba a sus hermanos. Poco a poco eran acorralados en el centro, en unos segundos serían historia.
Un silbido agudo sonó en la oscuridad, luego el eco de una roca golpeando una lata.
- ¿Qué está pasando? -preguntó el mayor-.
-No lo sé, pero no hagas ruido -dijo ella-.
Una roca golpeó la antorcha apagándola, la niña tocó a sus hermanos, después agarró con fuerza el palo que le quedaba.
Una ráfaga de balas impactó a 15 zombies en la cabeza dejándoles un camino abierto, un instante despues una voz les grito que corrieran. Ellos un tanto desconcertados decidieron ir hacia el sitio del que provenia dicho grito, así que se giraron y comenzaron a correr como si de ello dependieran sus vidas (siendo así realmente).
Los zombies no eran tan idiotas, al ir hacia el mismo sitio comenzaron a cerrarles el paso, la chica empezó a golpear a los zombies con el palo a diestra y siniestra.
-¡apresúrense! ¡no hay mucho tiempo! -gritó la voz-.
Más asustados que alentados salieron de entre los zombies y ahora se encontraban corriendo detrás de una misteriosa sombra, al tiempo que eran perseguidos por una gran horda de zombies.
La sombra los dejó adelantarse y al ver que los zombies venían tras ellos se detuvo.
-rayos, quería guardar esto para otro día...
Saco de su bolsillo una lata, la agito y luego la lanzó, un sonido continuo y grave empezó a recorrer el área. El corrió hacia un auto y tomo a la chica de la mano.
Juntos empezaron a correr en un rumbo que ella desconocía, sus hermanos la seguían. La lata golpeo una pared, rebotó en la acera y se detuvo en el suelo de la calle.
El sonido que la lata produjo un ruido que distrajo a los zombies. Ellos entraron en un edificio, abrieron una puerta, la cerraron, subieron un par de pisos y abrieron otra puerta, cerraron esta con llave y todos se sentaron tras la puerta.
Él se levantó, tomó un palo de la pared a su derecha y caminó de frente hacia una ventana.
El anochecer cayó, como era de esperarse en un lugar tan lúgubre, debido a lo opaca que era la ventana que se encontraba en el lugar, la habitación se oscureció súbitamente toda la habitación, haciendo necesario que se iluminará el espacio de alguna forma, por lo cual él encendió un fósforo y con ayuda de unos palos y unas hojas formó una fogata y al dejar caer el fósforo, tanto las hojas como los palos se incendiaron, dejando que el fuego ofreciera las bondades que tanto ansiaban: luz y calor.
Los niños se acercaron al fuego y ella preocupada y temerosa se sentó en la esquina opuesta a al sitio donde sus hermanos se encontraban. Él se sentó frente a ellos detrás de la fogata. Los niños y su hermana lo miraron muy exhausto.
- ¿Ya comieron? –preguntó él-.
-No, solo tengo agua... -dijo ella-.
Él se levantó, caminó hasta una gran mochila café, la abrió y volvió con unos chocolates en la mano.
-Toma... -los lanzó- por ahora es lo que tengo...
-Gracias... -ella los agarro y pasó a sus hermanos- de verdad te lo agradezco-.
Ellos los abrieron y presurosos los comieron, momentos después se durmieron. El volvió a la mochila y sacó de ella 3 cobijas.
-Planeaba otra cosa, -se acercó rodeando el fuego y se las tendió- pero les viene mejor a ustedes-.
Ella arropó a sus hermanos, volvió a su rincón, se envolvió con una cobija, bostezo y luego se durmió pensando en lo afortunados que habían sido al ser rescatados de aquella horda de zombies.
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Una decisión
ActionEn un mundo en el que la humanidad a caído en la anarquía debido a la aparición de un virus zombie, seguimos la historia de un joven que busca a sus padres mientras lucha por sobrevivir a una nueva guerra santa en la que se pone en juego no solo el...