Capitulo 11: Entrando A La Bodega.

4 0 0
                                    

Afortunadamente la bodega no estaba muy lejos de allí, de hecho, era solo cuestión de seguir corriendo derecho hasta llegar allí.

Después de correr sin detenerse durante algunos minutos se detuvieron al frente de un edificio grande, cuadrado y que por alguna razón les producía escalofríos a ambos.

Julián entro a una casa semi-destruida, que solo tenía la sala y un cuarto en pie, de allí volvió con una llave en las manos y se encamino hacia la bodega.

-sígueme y esta vez hazlo lo más silencioso que puedas.

-así será, te lo juro.

Ambos rodearon la estructura y se detuvieron en la parte trasera frente a un agujero que se encontraba a 1.50 cm del suelo. Julián salto y se aferró a unas rocas que componían el hueco.

-no le digas nada de lo que viste a tu hermana, -tendió la mano- nada de nada ¿ok? -.

-no te preocupes, eso me lo llevare a la tumba.

-oigan, no olviden que puedo oírlos y tendrán que contarme todo cuando regresen.

Ambos rieron y saltaron al suelo dentro de la edificación.

- ¡quédense quietos o disparen! -les grito una voz-.

Escuchar aquella voz familiar lo hizo enfurecer.

- ¡sal cobarde! -tomo de su espalda el bastón- ¡sal o lo pagaras caro! -.

Un par de voces entre los automóviles que se hallaban a su alrededor murmuraban algo. Mientras una pequeña sombra se movía de un lado para otro, Julián la había visto y apunto a ella con su bastón Alex le bajo el brazo y trato de ubicar al objetivo al que Julián apuntaba.

-espera, veamos que es.

En ese instante una niña de cabello castaño claro, ojos grises y vestido blanco se acercó a ellos, les sonrió y cuando Alex quiso dar un paso hacia ella, aquel perro blanco se puso en guardia a su lado y con los ojos claramente enardecidos de furia comenzó a gruñirles ferozmente.

-espera, ¿dónde está ella? -pregunto una voz en las sombras-.

- ¡rayos! -golpeo el suelo- mira, está allí -le respondió otra voz-.

-esto sí que es un problema.

-sí, significa dos, no tres cosas: la primera, que hemos perdido toda la ventaja que teníamos, la segunda, que debemos ir a recatarla, lo cual nos lleva a la tercera -suspiro- si queremos recatarla debemos salir, mostrarnos amistosos y negociar con ellos hasta que nos la devuelvan.

-gracias –lo beso fugazmente en la mejilla-. En verdad te lo agradezco.

- n-no fue nada, -se sonrojo- más bien movámonos.

Ellos salieron entre los autos, posicionándose tras la niña y el perro, dejaron al descubierto dos armas de gran calibre, mientras que atrás ocultaban revólveres, navajas militares y pistolas 9 mm.

Una decisiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora